LA CAMPAÑA DE LOS DIFUNTOS
Lo único que tiene en abundancia la oposición en este momento, son sus grupos de “haters” en redes sociales, respaldados por enormes y costosas granjas de bots, que intentan hacer las veces de una sociedad “virtual”, que se opone enérgicamente a las políticas públicas del presidente López Obrador.
La oposición actual en nuestro país, es un remedo del amplio sector de políticos beneficiados con la corrupción, traficantes de influencias que hacían suya la bandera del bandidaje y el amplio segmento de los aspiracionistas que intentaban alcanzar un espacio particular, en la mesa donde se partía el gran pastel de México, para ser dividido en diferentes porciones, entre todos aquellos que formaban parte del grupo social que saqueaba la riqueza nacional.
Hemos visto durante los primeros cuatro años de gobierno del presidente López Obrador, como van cayendo los disfraces de honorabilidad, inteligencia, educación de calidad, cultura y conocimiento del mundo, que fueron parte de la parafernalia que utilizó la clase reaccionaria, para dar la apariencia de “superioridad de clase”, ante un Pueblo que veía solo el exterior de estos personajes que ocultaban su miseria personal, bajo el abundante maquillaje, o escondida en lo profundo de una riqueza ostentosa y mal habida, que los mostraban exteriormente luminosos.
Hoy sabemos que esa telenovela nunca correspondió a la realidad.
Vicente Fox, hecho una piltrafa, tuitea necedades e incongruencias en redes sociales.
Felipe Calderón prefiere el autoexilio, antes que la condena a la zozobra permanente, de saberse culpable de la relación que mantuvo su Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, con la delincuencia organizada. Liga que lo puede llevar a pisar cáceles mexicanas o extranjeras, si García Luna, o cualquiera de sus subordinados sujetos a juicio, decide “cantar”, para aminorar la condena que le espera en algún reclusorio de alta seguridad en México, o en la Unión Americana.
Claudio X González y su gente en la COPARMEX y otras agrupaciones empresariales, señalados como traficantes de influencias, que obtuvieron su enorme riqueza, en base a la corrupción que imperó en los gobiernos neoliberales. La Hacienda Pública fue el tesoro que encontraron estos piratas y del que tomaron todo lo que estuvo a su alcance, para formar patrimonios millonarios.
Los periodistas y medios de difusión convencionales, totalmente desacreditados y sin peso real en la opinión pública.
La intelectualidad de derecha, antes aplaudida y premiada, hoy es acusada de colaboracionista y tapadera de esos gobiernos corruptos, a los que justificaron en ensayos, libros, conferencias, análisis y editoriales, para crear la idea de que todo ese saqueo, se hacia en defensa de los intereses del país y de los mexicanos.
Esa oposición decadente, podrida hasta la raíz y repudiada por buena parte de los mexicanos, es el resultado de la derrota monumental que sufrió el neoliberalismo en 2018.
Restos en el piso, que quedaron después del gran banquete. Botellas vacías, platos sucios, sobras de comida. Incluso vómito de alguno que se pasó de copas.
Se trata de una oposición que en la “cruda” (que ya le ha durado cuatro largos años), no muestra síntomas de mejoría y es incapaz por lo mismo de llevar a cabo acción alguna, que demuestre que va de salida de su pesadilla.
Ya sin maquillaje y con la ropa sucia y manchada, el Pueblo de México se da cuenta de que los antiguos “ejemplos a seguir”, no pasan de ser actores de segunda, que nada tienen de respetables.
Son corruptos. Son traficantes de influencias. Son “chayoteros” a quienes la verdad no interesa. Son “intelectuales orgánicos” a quienes se arrojaban migajas del gran pastel, para que justificaran las faltas y crímenes del neoliberalismo.
Esa oposición miserable, ha sido incapaz de construir un nuevo proyecto de interés nacional. Y no ha podido hacerlo, porque no sabe como enfrentar a una sociedad que cambió radicalmente su forma de pensar y que por lo mismo, no puede ser manipulada por la prensa, la radio y la televisión, como sucedía hasta hace pocos años.
El cambio de mentalidad. El despertar de las conciencias. La Transformación que vive México, o como quiera llamarlo cada ciudadano, ha puesto a la vista de todos, que el verdadero enemigo de México, es el corrupto.
Y corruptos son todos aquellos que se beneficiaron económicamente, durante el periodo neoliberal, sin ver más allá de su provecho personal.
Esos opositores quieren regresar al poder. Extrañar el poder que los hacía sentirse dueños de México.
Pero no saben como conseguirlo.
Las viejas prácticas que los hacían invencibles en el pasado, no funcionan en la actualidad.
Intento que promueven para debilitar al gobierno y ganar respaldo social al mismo tiempo, termina en fracaso. Como dijimos, su educación y su cultura son muy limitadas y por lo mismo, todos sus planes están fincados en terreno pantanoso, donde una pequeña corriente de aire, es suficiente para echar abajo la frágil construcción donde anidaba su esperanza.
Como nada les ha salido bien y por lo mismo nada tienen, apuestan en este momento a una idea desesperada.
Impulsan una campaña “triunfalista”, donde hablan de un desencanto social en contra del presidente López Obrador y su gobierno. Aparentan tener un respaldo ciudadano inexistente. Hablan del fracaso del proyecto nacional, impulsado por el presidente López Obrador. Señalan que en Morena todo está podrido e invadido por la corrupción.
Se dicen paladines de la democracia, aliados de los más humildes, defensores de toda causa justa y del bienestar familiar.
En su discurso “ganador” señalan que el Pueblo ya está cansado de las “mentiras” del presidente y que en el 2024, el voto en favor del regreso del neoliberalismo, es inevitable.
En vísperas de la conmemoración anual a los Fieles Difuntos, la oposición se adelanta en una “marcha de los muertos”, donde los corruptos del pasado limpian un poco los jirones que los visten. Arreglan otro tanto los pocos mechones que les quedan y pintan sus rostros con colores llamativos, para aparentar una juventud que a nadie engaña.
Y ahí va Claudio X y su gente. Gustado de Hoyos, el “Diablo” Fernández, Roberto Hernández, Vicente Fox, Felipe Calderón, Ernesto Zedillo, Loret de Mola, Aristegui, los del Reforma, el Financiero y Milenio. Periodistas en radio y televisión. Krauze, Francisco Martín Moreno y Aguilar Camín. Marietto Ponce, Max Kaiser, Fernando Belaunzarán, Morales Lechuga, Marko Cortés, Los “Chuchos”, Dante Delgado y los infaltables priistas.
Todos respaldados por enormes granjas de bots, para dar la apariencia de una popularidad que no tienen.
Esos derrotados que no saben aún cómo ponerse de pie. Esos muertos olvidados que esperan la hora del funeral en el 2024, hoy están en campaña.
Hablan de revitalizar al país, sin entender que son muertos políticos, sin oportunidad de dar vida a algo.
Su campaña de triunfo es la última mentira a la que se aferran. Son perdedores naturales, que no tienen oportunidad para el regreso.
En el zócalo de la Ciudad de México, debería ser colocado un pequeño altar en recuerdo del neoliberalismo. Con algunas veladoras que se enciendan, pidiendo por su descanso eterno.
Quizá de ese modo, los muertos políticos que caminan por las calles del país, encuentren paz y tranquilidad, dejando a los vivos comprometidos con el proceso transformador que vive México, arreglar el desastre que la derecha causó a una nación que hoy ha conseguido librarse de sus antiguos verdugos.
Los que hoy se dicen ganadores, están a la espera del entierro que la izquierda les está preparando para el 2024.
Para que descansen en paz en forma definitiva.
Esos muertos hacen actualmente mucho ruido. Pero no convencen, ni espantan al ciudadano consciente.
Malthus Gamba