El señor del Intlilli, in tlapalli
Aquiles Cantarell M.
El doctor en Historia y Antropología, Alfredo López Austin, maestro emérito de la UNAM e investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la misma institución, falleció a los 85 años de edad, informó su hijo Leonardo López Luján:
“Con profunda tristeza, Martha Rosario Luján, sus hijos, nueras y nietos hacen de su conocimiento la culminación de la vida plena y fructífera de este hombre excepcional”, expresó a través de redes sociales.
Alfredo López Austin nació el 12 de marzo de 1936 en Ciudad Juárez, Chihuahua; fue investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores SIN, y académico de la Facultad de Filosofía y Letras, donde impartió la materia de Mesoamérica, a nivel liceeciatura, amén de otras materias en la maestría y el doctorado en el Posgrado de Antropología de la misma casa de estudios.
Formador de innumerables generaciones de historiadores que atestaban sus cátedras y devarn con pasión sus obras, el maestro Alfredo estudió Derecho en la Universidad de Nuevo León (1954-1955) y en la Facultad de Derecho de la UNAM (1956-1959), así como Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la máxima casa de estudios (1965-1968).
Sin duda era uno de los principales investigadores sobre el mito y la ritualización en el universo prehispánico, particularmente entre los Mexicas. Su visión y enfoque reflejó su interés por entender la cultura mesoamericana desde la propia visión indígena.
Además de ser investigador y catedrático en la UNAM, fungió como profesor invitado y conferencista en París, en la École des Hautes, Études en Sciences sociales y en el Institut des Hautes Études de I´Amérique Latine, así como en Japón.
El merecedor del Premio Nacional de Artes y Literatura 2020, fue autor de libros como Hombre-Dios, Cuerpo humano e ideología; Breve historia de la tradición religiosa mesoamericana, Tamoanchan y Tlalocan; Los mitos del tlacuache: caminos de la mitología mesoamericana, y El conejo en la cara de la Luna: ensayos sobre mitología de la tradición mesoamericana. Pero su producción es enorme y aporta importantes conocimientos sobre el mundo Mesoaméricano.
A Alfredo lo conocí en 1978, cuando recién ingresé a la carrera de Historia. Me lo presentaron Alberto Soberanis y Mario González. Recuerdo que le dijeron…
– Mira Alfredo, otro que quiere ser experto en los mayas, y es campechano.
Alfredo sonrió y me dijo:
– Bienvenido, hay que estudiar mucho, pero mucho.
Y no se equivocó, un año después me convertí en su alumno y uno de sus más fervientes admiradores. Lo recuerdo como un maestro muy exigente, pero valía la pena el sacrificio.
Tiempo después, ya como reportero de la revista Información Científica y Tecnológica, lo entrevisté varias veces sobres sus investigaciones y publicaciones. Su cubículo, en el IIA (Instituto de Investigaciones Antropológicas) siempre estaba atestado de papeles, artículos, libros y documentos que él y su inseparable esposa, la también investigadora Martha Luján, trabajaban con ahínco y rigurosidad.
Profesor muy exigente y preocupado porque sus alumnos tuvieran los conocimientos suficientes y sólidos sobre Mesoamérica, mantenía un ritmo de trabajo que pocas veces he visto entre los científicos. Tan es así, que su obra es muy, pero muy amplia y toda ella imprescindible para quien pretenda dedicarse al tema de Mesoamérica.
Siempre tenía un espacio, por pequeño que fuera, para atender a sus jóvenes discípulos. Asimismo, también fue solidario y comprometido con las causas justas, no sólo estudiantiles y académicas, sino sociales.
Vaya pues, un enorme abrazo a quien se encamina al Mictlán y fue el señor del Intlilli, In Tlapalli (el señor de la tinta negra, de la tinta roja). Homenajeemos su memoria, no olvidando su importante obra. Sea pues.