¿Es en serio? ¿Quieren que AMLO intervenga en el caso Bonilla?
En las últimas elecciones verificadas en el país, los ciudadanos votamos por el fin de un sistema presidencialista, donde el titular del ejecutivo, decidía todo.
Los presidentes neoliberales pasaron por encima de la autoridad de los gobernadores, del Poder Judicial y del Congreso.
Estábamos cansados de este sistema, que daba poder total a una sola persona, por espacio de seis años. La sociedad pedía el respeto a la división de poderes y la plena observancia de lo establecido en la Constitución del país, así como en las otras leyes y reglamentos vigentes.
Nunca más el gobierno de un solo hombre.
Hoy, en la conferencia mañanera, el presidente se refirió a este aspecto de la vida social y política del país e hizo una observación muy particular.
La gente en México olvida con facilidad. El recuerdo del pasado neoliberal, así como el que corresponde a hechos recientes, de difumina fácilmente, hasta desaparecer casi por completo.
López Obrador enlazó esta idea a la falsa noticia de propagación de la enfermedad conocida como “dengue”, de esta forma: “No hay una epidemia de dengue, pero sí una de olvido”.
Esto en relación a lo que sucede en Baja California, respecto a la denominada “Ley Bonilla”, que ampliaría el mandato del gobernador electo, de dos a cinco años de gobierno.
Un sector de ciudadanos en el país, haciendo eco a la campaña desinformativa de la derecha, exigen al presidente intervenir en este caso, para que el mandato de Jaime Bonilla, sea únicamente de dos años y no por los cinco que aprueba la ley señalada.
El presidente da las razones para no involucrarse en este asunto.
En primer lugar, se trata de un problema del orden estatal, donde el Congreso de la Entidad, aprueba una ley, con el voto mayoritario del panismo local. ¿Alguien actualmente le está reclamando al PAN, fuerza mayoritaria en ese congreso, por el voto uniforme que permitió aprobar la Ley Bonilla?
En segundo lugar, esa Ley aún no ha sido publicada. Los congresistas dicen que el documento se encuentra extraviado o traspapelado. El caso es que no se ha enviado para su publicación oficial. ¿Hay alguien que hoy esté reprochando al congreso del Estado, su conducta irresponsable, al no dar seguimiento al asunto?
Mientras la ley no se promulgue, no pueden ser presentadas las impugnaciones correspondientes, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Pero además, si esta ley no se publica, es como si nunca hubiera existido. No tiene valor legal alguno.
Estos datos se pasan por alto, cuando se pide la intervención presidencial para dar solución al problema.
Exigen que el presidente, tome una posición federal, en un asunto que es de la competencia del congreso local. En cualquier Estado de la república, el congreso tiene facultades suficientes para modificar la constitución estatal, de acuerdo al voto mayoritario de los legisladores que conforman este órgano. Una decisión aprobada por ellos, está apegada a la legalidad y no es competencia del presidente desautorizarla. Para esos casos, está la Suprema Corte de Justicias de la Nación, quien debe determinar si la modificación, no es contraria lo que señala la Constitución Política del país.
¿Por qué pedirle al presidente que rebase el marco jurídico y actúe tal y como lo hacían los mandatarios conservadores? Votamos por el fin del presidencialismo y unos meses después, algunos ciudadanos exigen el regreso de las viejas prácticas ajenas a la legalidad y al derecho.
Si lo que establece la denominada Ley Bonilla está apegado a derecho o no, es otro problema. En su momento lo determinará la Suprema Corte. Lo que es indefendible es la pretensión de algunos, para regresar al viejo sistema, donde el presidente era el poder total que manejaba todo asunto nacional, pasando por encima de otros poderes, instituciones y leyes.
¿Ya olvidamos lo que ocasionó el presidencialismo en México? ¿De verdad queremos a un poder ejecutivo todopoderoso y autoritario?
Digan lo que digan de López Obrador, la realidad demuestra que se niega a asumir un papel idéntico al de sus predecesores. Por eso reitera hoy, que ese asunto no es de su competencia y que será en Baja California y en la Suprema Corte, si se presentan acciones de inconstitucionalidad, donde se resolverá lo concerniente a esta Ley y a la duración del mandato de Jaime Bonilla.
La fuerza de la prensa y medios de comunicación conservadores es fuerte. El gobierno de la Cuarta Transformación permite que actúen con plena libertad, en el marco de una democracia que aplica para todos. Pero eso no significa que los ciudadanos permitamos que estos medios, con inclinación manifiesta a la mentira y la desinformación, ganen la batalla a quienes hacen un esfuerzo diario por contar la verdad. Caer en el juego de los conservadores, crea inquietud y duda en quienes hace unos meses votaron por un cambio sano para el país.
Hoy, en la misma conferencia mañanera, una reportera preguntó al presidente si había un acuerdo con Carlos Romero Deschamps, para que renunciara a la presidencia del sindicato petrolero, a cambio de no perseguirlo jurídicamente.
Esa pregunta solo puede venir de un reportero de corte conservador. No es algo sobre lo que se tengan indicios, o pruebas. Es la forma de pensar del periodismo educado bajo las formas neoliberales. Acostumbrados a crecer y vivir dentro de un sistema corrupto, no alcanzan a comprender que la situación del gobierno del cambio es otra.
López Obrador contesto con claridad, que ese tipo de acuerdos no se dan en el actual gobierno. No hay trato con aquellos que tienen denuncias por corrupción. La separación al cargo, sería decisión personal de Deschamps. Las denuncias existentes, seguirán su curso normal, esté o no en el cargo sindical.
La amnesia, nos hace olvidar que hoy vivimos dentro de un proceso de cambio que nosotros mismos impulsamos.
Nuestra falta de confianza y seguridad en ese cambio que se trabaja a diario, nos hace creer que la desinformación que circula la derecha nacional, corresponde a la realidad.
Y no es así.
López Obrador es un personaje honesto. Un presidente que dedica todo su tiempo a la reparación del daño que causó el neoliberalismo corrupto y predador.
Olvidar y mantenerse desinformado, son las vías que trabaja la prensa conservadora, para recuperar el poder.
Hay una forma de contrarrestar el mal del olvido y las intenciones conservadoras.
Mantengamos fresca nuestra memoria y no demos oídos a los comentócratas que vivieron por años del “chayote”. Ellos buscan su beneficio personal y no el bienestar del país. Ellos son empleados a sueldo, de los dueños del dinero.
Juzguemos por la actitud y los hechos al nuevo gobierno.
No dejemos que nuestra objetividad se enturbie por el olvido, los chismes y las mentiras.
El proyecto de Cuarta Transformación camina fuerte. Acompañémoslo debidamente.
Malthus Gamba