Lo que jamás pensamos: Los Golpes de Estado vuelven a estar de moda
Cuando el poder escapa de las manos de los conservadores por la vía democrática, comienzan a fabricar, como respuesta a la derrota, escenarios alternos, donde no se descarta el golpe de Estado.
Una acción de este tipo, tiene que ver con el rompimiento total del orden constitucional. Los poderes económicos, en alianza con unas fuerzas armadas que desconocen el juramento de lealtad que deben al gobierno elegido por el pueblo, eliminan por la fuerza a quienes legalmente gobernaban al país.
En muchas ocasiones, estos violentos atentados a la democracia, terminan con el asesinato de las autoridades derrocadas.
Se limitan de inmediato las garantías constitucionales, se persigue a disidentes, se ejerce control férreo sobre los medios de comunicación y las cárceles se van llenando de los presos políticos que exigen la restauración del Estado de Derecho.
El número de desaparecidos y asesinados se va incrementando durante el mandato de estos gobiernos golpistas.
Las principales víctimas de esta violencia de Estado, son los estudiantes, académicos, intelectuales, obreros organizados y como en el reciente caso en Bolivia, los pueblos indígenas que son mayoría en ese país.
Un Golpe de Estado es un recurso que siempre está presente en la mente de los conservadores.
La derecha trabaja permanentemente para encontrar la vía adecuada y rápida que le permita regresar al poder en el corto plazo. Los conservadores carecen de la paciencia necesaria para reacomodar sus proyectos de clase y convertirse en una opción atractiva para los ciudadanos, en las siguientes elecciones.
Si tomamos como ejemplo el discurso político de los partidos de la derecha en México, nos daremos cuenta de que nada ha cambiado en la forma de pensar conservadora, después de la aplastante derrota electoral del año pasado.
Siguen defendiendo un proyecto neoliberal, en el que los mexicanos dejaron de creer. Su estrategia actual, se basa totalmente en la descalificación permanente al gobierno de la Cuarta Transformación.
No ofrecen algo nuevo. Parece que sus intelectuales e ideólogos actuales, no están a la altura de las circunstancias. En la clase política conservadora, se utiliza mucho la lengua actualmente, pero poco el cerebro. No hay idea.
Y si no hay renovación, el apoyo social es inviable. El grueso de la sociedad mexicana, no votaría jamás por el regreso de los neoliberales al poder.
Por eso es que ideas como las de Golpe de Estado, no son tan imposibles como muchos creen. Ese tipo de ideas nacen de la desesperación, de la falta de otras oportunidades menos violentas.
Si los conservadores consideran que las puertas de acceso al poder por la vía democrática, están cerradas en la actualidad, no es difícil suponer que se inclinen por procedimientos ilegales, que les aseguren un retorno rápido al gobierno del país.
Para ello requieren necesariamente, que varios factores estén alineados a su favor.
Deben haber conseguido que las descalificaciones que publican a diario los medios de comunicación a su servicio, hayan minado un poco el nivel de aceptación social hacia el presidente y su equipo de trabajo.
Resulta indispensable que un hecho en particular, les brinde la oportunidad para acusar al gobierno de atentar contra los derechos y libertades ciudadanas. Puede acusarse al presidente en este caso, de incapacidad para gobernar ante situaciones de capital importancia.
Necesitan forzosamente cierto respaldo de las fuerzas armadas y de las instituciones de seguridad en el país.
Pero sobre todo, requieren que el gobierno norteamericano vea con buenos ojos este intento de los conservadores, para reinstalar al modelo neoliberal en nuestra nación. Ningún golpe de Estado se ha desarrollado sin la intervención y visto bueno de las más altas autoridades en la Unión Americana. En realidad, históricamente, muchos de los recursos económicos y técnicos utilizados para derrocar a los gobiernos democráticos, han llegado por canales abiertos con los Estados Unidos.
Bolivia es el caso más reciente de un golpe de este tipo. Si uno ve el desarrollo de los acontecimientos, se dará cuenta del paulatino cumplimiento de cada uno de los requisitos señalados.
Evo Morales salen del país y los golpistas toman posesión del gobierno. La mano dura hacia la población inconforme, comienza a hacerse presente desde el primer momento.
El problema de llegar al poder mediante un Golpe de Estado, es que no existen garantías de que funcione en la práctica, lo que fue planeado e instrumentado.
La fuerza de la sociedad es determinante en esos momentos. En Bolivia vemos, a pesar de que los medios de comunicación convencionales tratan de ocultarlo, enormes movilizaciones de masas campesinas y obreras, que piden el regreso de Evo Morales al país, así como la caída del régimen espurio que intenta sostenerse por medio de la fuerza.
En este momento, los golpistas no tienen asegurado el triunfo, a pesar de todas las acciones que han emprendido. Su único sostén son las fuerzas armadas y éstas, comienzan a dudar ante la fortaleza de oposición social.
El futuro de Bolivia es incierto. Puede fortalecerse el golpe, a final de cuentas, o puede recuperarse la democracia, si la protesta de los ciudadanos se mantiene fuerte.
Aquí en México, se habla de un posible intento de Golpe de Estado por parte de la derecha más extrema del país.
El doctor Alfredo Jalife Rahme, en una entrevista para un canal radiofónico en Tabasco, habla incluso de la posibilidad de un magnicidio en contra del presidente López Obrador.
Con los conservadores extremistas, existirá siempre esa posibilidad. No es la derecha que participa democráticamente y pierde o gana en una elección.
Los extremistas no dudan en poner en marcha acciones violentas, que provoquen un cambio de gobierno que le beneficie.
En México, hemos visto situaciones irresponsables y antidemocráticas que han salido a la luz recientemente. Los conservadores armaron hace poco la “Operación Berlín”, que intentaba impedir la llegada de López Obrador a la presidencia. Una confabulación en la que estuvieron involucrados políticos, intelectuales, periodistas y representantes de la clase económica más poderosa.
Aunque no existen condiciones en México actualmente, para que prospere un Golpe de Estado, no debe descartarse del todo esa posibilidad.
La sociedad civil debe estar atenta a los pasos que va dando la derecha mexicana. Sobre todo, de aquella que ha dado muestras de ser violenta en sus acciones.
Desestimar una intención que en realidad sí está presente en la mentalidad conservadora, sería peligroso. Para México y para la democracia.
La mejor manera de anticipar un posible Golpe de Estado, es no caer en la confianza.
Defender la democracia es un trabajo de todos los días. Es lo que la Cuarta Transformación nos ofrece: democracia participativa.
Estemos atentos entonces y denunciemos cualquier inicio de acción violenta en contra de un gobierno legítimamente constituido.
Recordemos que la Cuarta transformación, somos todos.
Malthus Gamba