“Le muerden la mano al que les quitó el bozal” Gustavo A. Madero
Esa frase fue recordada el día de hoy, por el presidente de la república, al señalar lo que, históricamente, ha sido la prensa conservadora.
Después de la caída Porfirio Díaz, los reaccionarios de entonces montaron una campaña feroz, en contra del gobierno maderista y de los ideales de cambio que representaba.
Chayoteros ha habido en todos los tiempos y los de aquel entonces, no diferían mucho de los actuales.
La frase tiene que ver con la falta de valores que distingue a esta clase de periodistas. Se venden fácil al poder político y cuando éste cae, voltean la cara hacia el poder económico. La regla de oro para ellos es encontrar siempre un patrón adinerado, que cubra por los servicios que prestan sus plumas, siempre bien dispuestas a la venta.
Esa prensa es culpable de la desinformación que se vende como noticia, al sector de la sociedad que tiene la mala fortuna de seguir sus análisis, o creer en la realidad que ellos fabrican, de acuerdo a los intereses de quienes pagan por esas tareas.
A Gustavo A. Madero lo torturan y asesinan los soldados de Mondragón y Huerta, en la Ciudadela. Pero antes, la prensa conservadora se había ensañado con él, por el hecho de defender los mismos valores democráticos de su hermano Francisco I. Madero.
No obstante la plena libertad de prensa que se vivió durante el corto gobierno maderista, el periodismo conservador, acostumbrado por décadas a seguir la voz del amo, se alió a la causa de los traidores, apoyando a Victoriano Huerta en su traición al gobierno nacido de la primera etapa revolucionaria.
Buena parte de culpa en el fracaso de este intento democrático, la tuvo la prensa reaccionaria de aquel entonces.
¿Por qué se refirió hoy López Obrador a este triste momento histórico?
Porque existen similitudes temporales que deben ser explicadas, para que los ciudadanos saquen sus conclusiones individuales.
“Un pueblo que no conoce su pasado, está condenado a repetirlo”. Esa frase fue dicha por el presidente, a propósito de esta remembranza.
Sabemos todos que actualmente, existe una prensa conservadora, incondicional a los intereses neoliberales, chayotera por convicción y adicta al dinero, que opera para desacreditar al gobierno de la Cuarta Transformación.
Son los mismos periodistas y medios de comunicación que aparecen en la lista de los más favorecidos con el pago de publicidad oficial, durante el periodo neoliberal.
Pocos han entendido que la libertad de expresión, está garantizada a todos los medios y periodistas. Al parecer no les interesa mucho la libertad. Se sienten mejor cuando tienen al amo detrás de ellos, diciendo y pagando por lo que se debe decir y escribir.
El interés público los tiene sin cuidado. Son los beneficios personales lo que cuidan y buscan acrecentar, sirviendo fielmente a los poderes reaccionarios que les pagan.
Si López Obrador habla con frecuencia de este tipo de prensa, es porque ese periodismo, habla del presidente a todas horas del día.
Para ellos, ninguna política pública funciona. La actividad del gobierno es calificada como fracaso y los pronósticos para el futuro son de catástrofe.
La información oficial muestra que la realidad es otra. Estamos viviendo una etapa de transición, de intenso trabajo y mucho cambio, pero hasta el momento, no se han presentado situaciones difíciles, que puedan ser consideradas graves.
Estas dos visiones de país, están enfrentadas en este momento. Son irreconciliables, pues responden a intereses distintos. Para el gobierno de la Cuarta Transformación, el único interés, está en el bienestar del pueblo. Para la clase conservadora y sus comentócratas, lo que importa son los intereses del pequeño grupo que manejo por décadas la política nacional.
¿Qué le queda a la sociedad, atrapada en este juego de dos fuerzas en pugna?
Elegir de qué lado de la Historia quiere estar. Pensar, razonar e informarse verdaderamente, de lo que sucede en México, para participar activamente en la construcción del sistema de gobierno que funcionará en las próximas décadas.
En ese sentido, la apuesta que los medios de comunicación alternos, libres del control del poder político y económico, realizan actualmente, es fundamental.
Las redes sociales han tomado la bandera de la democracia que la prensa conservadora se niega a defender.
La información real sobre el acontecer diario, se encuentra circulando es estos medios.
El compromiso con la verdad es la única regla.
Sabemos que el periodismo chayotero no va a cambiar. Son especímenes viejos, acostumbrados al buen vivir y a trabajar a sueldo de los grandes poderes económicos.
Ahí nunca se encontrará la verdad. Venden la etiqueta que crearon durante el neoliberalismo, cuando engañaban al pueblo, diciendo que eran representantes de la prensa libre. Jamás trabajaron en libertad.
El bozal y la cadena son distintivos de este tipo de periodistas.
Los ciudadanos tienen el derecho a recibir información real. Si los medios tradicionales están impedidos a relatar con verdad, los acontecimientos diarios, entonces las alternativas en redes sociales, son las puertas de entrada a nuestra realidad.
Para muchos, el que el presidente califique a la prensa, es un agravio a la libertad de expresión. Los conservadores están de acuerdo en que los periodistas a su servicio, califiquen e incluso insulten al presidente, de manera permanente. Pero si el titular del ejecutivo responde a estos comentócratas, señalando su falta de rigor profesional, entonces se trata de un atentado a sus garantías.
Dos varas distintas, para medir una misma conferencia.
Vivimos tiempos nuevos y el periodismo conservador carece de credibilidad y es repudiado por un amplio sector social. No son dignos de confianza.
El presente y el futuro pertenecen a los medios de comunicación alternos.
Son ellos los que defienden las libertades democráticas y no permiten que la única verdad que se cuenta, sea la que interesa a los conservadores.
Ojalá y cada día, más ciudadanos se acostumbren a tomar la información de estas plataformas, manejadas por ciudadanos y profesionales del periodismo, que lo único que persiguen, es la verdad. Nunca un pago.
Malthus Gamba