En Veracruz, Yunes dejó una autoridad a “modo”
No creo que alguien en México, estando en su sano juicio, no muestre indignación por el atentado que se verificó al interior de un bar, ubicado en el municipio de Coatzacoalcos, Veracruz.
Más de veinte fallecidos que nada tenían que ver con el negocio de compra de bebidas alcohólicas, que al parecer fue el motivo para que integrantes del crimen organizado, atacaran de manera tan salvaje el lugar.
El bar adquiría sus productos por vías distintas a las que maneja uno de los grupos delincuenciales en el municipio, según se dice.
La violencia extrema parece estar desatada en Veracruz y algunos otros puntos focalizados del país. Michoacán sufre del mismo mal, pero ahí los medios de comunicación conservadores no hacen demasiado ruido al respecto. Consignan los hechos, pero no piden la salida inmediata del gobernador Silvano Aureoles, como sí lo están haciendo en el caso de Cuitláhuac García.
¿Cómo entender lo que verdaderamente está sucediendo en Veracruz?
Rafael Barajas, @fisgónmonero, hace un cartón el día de hoy, donde aparece un trovador veracruzano entonando unas coplas que dan fe de la visión que la sociedad de ese estado, tiene sobre el problema.
Para un buen número de ciudadanos radicados en esa entidad, esta situación viene de mucho atrás. Desde los tiempos de Fidel Herrera e incluso, desde el gobierno de Miguel Alemán Velasco. Se agudiza la situación de violencia e inseguridad, durante el mandato del tristemente célebre Javier Duarte y culmina con el paso por esa gubernatura de Miguel Angel Yunes.
Antes de abandonar Yunes el poder, queda nombrado como fiscal general del estado, Jorge Winckler Ortíz. Es una cuña que deja Yunes como protección a futuras investigaciones hacia su persona y también para preparar el terreno rumbo a la recuperación de la gubernatura, en el siguiente proceso electoral.
El actual gobernado en Veracruz, se ha distinguido durante toda su trayectoria, por ser un político honesto, que llega al sitio que ocupa hoy en día, por méritos propios y en base a un trabajo de mucha calidad, dentro de las filas de Morena.
Ha declarado que la corrupción en Veracruz, se acaba, tal y como lo ha planteado el presidente de la república.
Esto como es natural, ha incomodado a la clase conservadora del estado e incluso a quienes tienen interés en crearle dificultades a la Cuarta Transformación, en todo el territorio nacional.
Winckler obedece a esos intereses. No hay entendimiento posible entre gobernador y fiscal, porque ambos responden a ideas e inclinaciones diferentes.
El fiscal, entorpece en todo lo posible, la marcha del nuevo gobierno y el titular del ejecutivo estatal no puede sacudirse a este agente que opera en su contra, porque constitucionalmente la figura del fiscal es inamovible.
Quienes están pagando por esta forma absurda y perversa al conformar nuevas instituciones, son desafortunadamente los ciudadanos.
Ellos pedían un fiscal autónomo, pero nunca propusieron candados para que el mismo gobernador, de quien querían que el fiscal se independizara, no fuera quien determinara al titular en el cargo. De eso se aprovechó Yunes y dejó a un reconocido incondicional hacia su persona.
El cartón del Fisgón registra toda esta historia y concluye las rimas que canta el trovador de esta manera: “que pare la matazón. Que no reine el criminal. Pero antes, por precaución, que investiguen al fiscal”.
Hay una intención clara por parte de la fiscalía, para deteriorar la imagen del gobernador, a costa de lo que sea. Aún habiendo fallecidos de por medio.
La prensa conservadora se ensaña en estos momentos con la figura de Cuitláhuac García, pasando deliberadamente por alto que la procuración de justicia corresponde totalmente, por ser un organismo independiente, a la fiscalía encabezada por Jorge Winckler.
Hay expedientes relacionados con la delincuencia organizada, que duermen el sueño de los justos en la fiscalía estatal. La procuración de justicia no mejora, por el tortuguismo demostrado por la dependencia, en el armado de los expedientes que deben presentarse ante el poder judicial. Hay un deliberado intento de crear la idea generalizada de que Veracruz es una tierra sin gobierno.
Y en este plan desestabilizador, la prensa conservadora intenta jugar un papel de difusión relevante.
Todos los ataques se dirigen al gobernador. El fiscal, pocas veces es señalado.
El crimen en el bar de Coatzacoalcos, ha obligado a la Fiscalía General de la República, a atraer el caso para hacer las investigaciones que corresponden al mismo y otras relacionadas con posibles faltas en lo que respecta a la procuración de justicia.
Los veracruzanos, así como el resto de los habitantes del país, merecen vivir en una situación de reconstrucción y recuperación de valores y derechos, tal y como lo estamos haciendo millones de mexicanos.
No puede admitirse que un personaje, por siniestro y oscuro que sea, detenga el avance del país, por situaciones que tienen que ver más con intereses económicos y políticos, que con el cumplimiento de la responsabilidad que tiene en encargo.
Es conocida la versión de que existen intereses reaccionarios, para crear un clima de inestabilidad en todo el país. Rumores, acciones, omisiones y cualquier otro recurso que pueda manchar al gobierno de la Cuarta Transformación, se usan, sin reparar en las consecuencias que puedan desencadenar estos actos.
La meta es alcanzar un triunfo parcial en las elecciones del 2021 y después, siguiendo la misma estrategia, recuperar el poder en las próximas elecciones presidenciales.
No olvidemos que Veracruz tiene uno de los padrones electorales más importantes en el país y que por lo mismo, se trabaja desde ya, para asegurar el voto de los ciudadanos.
Unos los hacen construyendo y creando un futuro sano para los veracruzanos. Otros, destruyendo lo que encuentran a su paso, para culpar del desastre al gobierno en turno.
Esperemos que las investigaciones de la Fiscalía General de la República y la madurez cívica de los veracruzanos, encuentren pronto la solución a este problema, que pasa necesariamente por el fiscal general en Veracruz.
Malthus Gamba