EL FANTASMA DEL ‘GOLPE BLANDO’ CONTRA AMLO

En los medios convencionales mexicanos se hace escarnio de lo que algunos politólogos han denominado Golpe Blando, dicen que es “teoría de la conspiración”, y que “criticar al poder es deber de los analistas”.

El politólogo norteamericano Gene Sharp, define al Golpe Blando como el intento de las élites de derrocar gobiernos legítimos y se caracteriza por la presencia de algunas de las cinco acciones siguientes contra los gobiernos: Debilitamiento, Deslegitimación, Calentamiento de las Calles, Combinación de Diversas Formas de Lucha, Fractura institucional. En el caso mexicano se cumplen prácticamente todas. Veamos…

Debilitamiento. La “crítica al poder” que abunda en los medios convencionales lo conocemos como “nado sincronizado”, de pronto en las mesas de análisis toman al mismo tiempo un tema, los comentarios críticos van en el mismo sentido, y algunos emplean los mismos conceptos e incluso hasta las mismas palabras. Por ejemplo: “La construcción de una refinería es una mala idea. No le va a alcanzar el dinero al presidente”.

Inclúyase aquí a las “mesas de análisis” donde domina la presencia de los “analistas críticos” sin contraparte, e inclúyase también las “fake news” difundidas en las redes contra el gobierno y el presidente para debilitarlo.

Deslegitimación. Éstas son algunas etiquetas favoritas de la oposición para deslegitimar al gobierno: “No hay diferencia con los anteriores. Son lo mismo”, “El presidente no sabe”, “Concentra demasiado poder. Es mesiánico”, “Es autoritario, piensa reelegirse”, “No tiene un diagnóstico”, “Sus políticas ¡son ocurrencias y caprichos!”, “¿cuándo va a caer un corrupto?”, “¡no respeta la presunción de inocencia de los corruptos! ¡Es una venganza!”, “No hay medicamentos”, “deja a los niños sin guardería”, “está contra los empresarios”, “No hay separación del poder político y el poder económico”. Este tipo de conceptos son diseminados en distintos medios convencionales día y noche para minar la legitimidad del presidente.

Calentamiento de las calles. Este primero de septiembre, la oposición realizó su cuarta marcha en los nueve meses del gobierno del presidente Obrador, a razón de una marcha cada 2.3 meses, además de la revuelta de la Policía Federal. La marcha en contra de los feminicidios es justa y necesaria, pero llama la atención que no la haya organizaron en el Estado de México, por ejemplo, y que en otros gobiernos no hayan roto un sólo vidrio.

Fractura institucional. El Poder Judicial ha otorgado amparos a cuanto personaje corrupto se lo solicita; mientras los opinadores al mismo tiempo suplican a la ciudadanía defender los “contrapesos institucionales” y denuncian la existencia de un “pacto de impunidad” porque ningún corrupto ha sido juzgado. Y aplauden los amparos, incluso, contra los proyectos más importantes de infraestructura del gobierno federal. Por otro lado, los organismos “autónomos” (INE, CNDH, etc.) y de la “sociedad civil” se aprestan a enfrentar el “autoritarismo” del gobierno.

La concatenación y combinación de los factores aquí enumerados se proponen crear un clima inestable con operaciones de guerra psicológica para derribar al gobierno, se trata de minar y revertir el vasto apoyo con que cuenta el presidente, y tomar medidas golpistas en el momento oportuno, sin resistencia. Por supuesto que existen expresiones de inconformidad legítimas que nada tienen que ver con el protogolpismo de la derecha, cuyas demandas son ajenas a medios corporativos, personajes, organizaciones y partidos.

“Tenemos el gobierno, pero no el poder”, ha dicho el presidente AMLO. Y es cierto, nadie duda que el López Obrador enfrenta la herencia de una estructura institucional, política y económica reaccionaria que se niega a perder sus privilegios. Sólo la organización política y masiva de la sociedad como hasta ahora, puede conjurar el golpismo canalla de la reacción. “Sin ustedes, no son nadie, o casi nadie”, esta frase que dijo AMLO en la toma de posesión el pasado 1 de diciembre habrá de tenerla presente durante todo el sexenio.