Como resultado de la pandemia, en el mundo alrededor de 100 millones de personas cayeron en situación de pobreza durante 2020 y se estima que esta cifra aumentó hasta 120 millones a finales de 2021. En México, gracias a los apoyos sociales gubernamentales, 23 millones de familias tuvieron acceso a por lo menos una ayuda económica del presupuesto de egresos del gobierno; sin embargo, a pesar de esto, 9 de cada 10 mexicanos vieron caer su ingreso durante estos dos años y se calcula que 3.8 millones de personas cayeron en situación de pobreza.
Cuando hablamos de la pandemia en su aspecto económico, hablamos del cierre de actividades, de crisis, disminución de ingresos y pobreza, pero existe otra cara de la moneda. Durante este fenómeno mundial que nos encerró prácticamente a todos, a una gran parte de la población del planeta la hundió en el miedo, la paranoia y la pobreza; unos pocos, los más ricos vieron crecer sus fortunas en proporciones insospechadas profundizando la desigualdad económica.
En México por ejemplo, los 13 multimillonarios más acaudalados del país, incrementaron sus fortunas en un 30% durante la pandemia, de acuerdo con un informe elaborado por la Alianza para la Lucha contra la Desigualdad y la asociación internacional Oxfam. La fortuna de estos oligarcas pasó de 110 mil millones de dólares a 143 mil millones, habiendo ganado 33 mil millones, mientras todos los demás tuvimos que volvernos muy creativos para lograr estirar un ingreso disminuido sustancialmente.
De acuerdo con este informe en nuestro país hay 15,215 personas que tienen un patrimonio mayor a 5 millones de dólares o 100 millones de pesos, como se prefiera calcular, pero que juntos acumulan 411 mil millones de dólares; es decir, más de 8 billones de pesos. De estos solo hay 655 personas que tiene más de 50 millones de dólares cada uno, o mil millones de pesos; y sólo 13 de ellos juntan una riqueza acumulada de 143 mil millones de dólares que es equivalente a la mitad de todo el dinero que gasta anualmente el gobierno federal, incluyendo el gasto en los programas sociales que benefician a 23 millones de familias.
Entre estos 13 multimillonarios mexicanos solo 5 de ellos, Carlos Slim, Germán Larrea, Alberto Bailléres, Juan Francisco Beckmann y Ricardo Salinas Pliego, suman una riqueza acumulada de 124 mil millones de dólares que, en su mayoría fue producto de las privatizaciones realizadas en el gobierno de Salinas de Gortari.
Esto ha sucedido en un país donde el salario mínimo es equivalente a 250 dólares al mes y el salario promedio de los trabajadores registrados en la economía formal, es de 650 dólares mensuales; donde la infraestructura de salud, educación y seguridad, fueron abandonadas para destinar el presupuesto a los negocios que les facilitaron a 655 personas, poder acumular fortunas de 50 millones de dólares o más, a través de contratos amañados con el gobierno en medio de la corrupción.
Las organizaciones que presentaron el informe, proponen que se les cobren impuestos adicionales a los grupos de personas que han acumulado más riqueza durante la pandemia, para invertir el dinero en reforzar los sistemas de salud de los países, lo cual entendiendo que ese sistema fue una de las víctimas de la corrupción por medio de la que se enriquecieron, no suena descabellado.
En medio de la transformación que estamos llevando a cabo en México, hoy sufrimos la resistencia de estos mismos grupos a perder los privilegios mal habidos, con los que mandaron hacer leyes a modo para enriquecerse a costa del saqueo de los demás. Como parte de esa resistencia, no hay nada más insultante que critiquen los apoyos económicos que da el gobierno a las personas menos favorecidas, mientras sus fortunas siguen creciendo a gran velocidad. Viendo esta desigualdad grotesca, no es mala idea comenzar a pensar en que se haga algo de justicia.
Como dijo Montesquieu: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.