@AlamBeav
La aparición del coronavirus con origen en Wuhan, China, han llevado a mostrar el rostro más discriminante, racista y xenofóbico de la sociedad, quienes consideran que la culpa de la pandemia es por la cultura de los chinos de comer todo tipo de animales, sin conocer el contexto histórico que orillo a esta sociedad a alimentarse de cualquier tipo de animal para sobrevivir.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, nombro a esta enfermedad como el “virus chino”, mientras que en Londres se daba a conocer que un joven de Singapur, fue brutalmente golpeado al tiempo que le gritaban: “No queremos tu coronavirus en nuestro país”.
Mientras que en México se ha informado el taque con cloro y discriminación a personal de salud, lo mismo que a personas que han contraído el virus, al mismo tiempo que en Morelos, pobladores amenazaron con incendiar el hospital general si este se utilizaba para atender a pacientes de Covid-19.
El miedo y la ignorancia orilla a las personas ha actuar de está forma, la aparición de una enfermedad desconocida provoca actos de discriminación, que se transforman en agresiones contra las personas portadoras del virus.
A finales de los años 70 una enfermedad azotaba fuertemente a un sector de la población, principalmente a hombres homosexuales y sexoservidoras. El también llamado “cáncer rosa” trajo consigo una psicosis mundial y actos de discriminación que se fundamentaban en la ignorancia a la enfermedad.
El primer nombre con el que se le conoció a la enfermedad fue el de Gay-related immune deficiency (GRID), traducido como inmunodeficiencia asociada a la homosexualidad, lo cual llevó a estigmatizar aún más a las personas con dicha preferencia sexual.
Fue hasta 1982 que la enfermedad fue bautizada oficialmente como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), y que, se conoció también que la forma de transmitirse era a través de los fluidos, principalmente a través de las relaciones sexuales, esto tranquilizó un poco a la sociedad, pero la discriminación continuó hasta nuestros días.
La ensayista norteamericana, Susan Sontag, quien sufriría de cáncer, reflexionó sobre la discriminación y el miedo que producen la enfermedad, escribiendo su celebre ensayo: “La enfermedad como metáfora”, en el que señala que el cáncer es una enfermedad muy seria, pero sólo eso y no una maldición, un castigo, una vergüenza o una sentencia segura de muerte.
Sontag observó que la gente experimentaba una repulsión irracional por las personas portadoras de alguna enfermedad, al tiempo que los culpaban por “haberse enfermado”. Es así que el SIDA es la enfermedad idónea para culpar a sus portadores, principalmente por su forma de transmitirse: la vía sexual.
Entonces, el tener SIDA equivale a pertenecer a una comunidad “desviada” o a la drogadicción ilegal, generando odio hacía este sector, al que los fatalistas consideran que la enfermedad los matará.
Y es que, la ignorancia es un mal aún latente en la sociedad, que ignora que un virus, en este caso el de la Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), puede alojarse en cualquier cuerpo, pues éste no discrimina por motivos de raza, preferencia, edad o estatus económico, por lo que cualquier persona puede ser portadora del mismo.