Visitar a los enfermos… “El Compadre” (Segunda parte)
Visitar a los enfermos.
Tristemente, mi compadre fue a dar al hospital. Apenas la semana pasada les contaba de él, y ahora se pone fatal de la vesícula. Quisiera imaginar que no se deba a una combinación de mal humor por seguir y creer las cosas que dicen los periodistas del viejo régimen más excesos en el consumo de bebidas alcohólicas, pero, de todas formas, no recomiendo ninguna de las dos. Ambas pueden ser bastante nocivas.
Mi hijo tuvo a bien depositarme a la entrada del hospital gubernamental en el que lo atendieron y disculparse saliendo a todo gas porque no es muy fan de mi compadre. El resultado fue que ya se acercaban enfermeros armados con camilla, tanque de oxígeno y demás implementos de urgencia, cuando les expliqué que yo solo iba a visitar a un enfermo. Un poco dudosos, pero resignados, me ayudaron a pasar todo el trámite de entrada.
Ya sentado a un lado de la cama de mi compadre, tras los primeros saludos y obtener el reporte de su estado de salud post operatorio, comenzó con la consabida letanía.
-Ve el horror en el que nos tiene tu Mesías-
Paciente, dejé que continuara.
-Faltan medicinas, la gente se está muriendo y él robándose el dinero- Dijo, mientras yo comencé mis ejercicios de respiración yoga.
-¿Te ha faltado alguna medicina?-
-No, no. Por suerte todo salió bien. Pero hay mucha gente que no tiene esa suerte y están cayendo como moscas, me han dicho-
-Alguien te dijo-
-Sí, y ya lo había oído en el radio-
-Oye, y ¿a ese alguien, se lo había dicho alguien, que alguien le había dicho?-
-¡Exacto! ¿A ti también te lo dijo alguien?
En este punto me encontré calculando las posibilidades de alcanzar la salida del hospital antes de que alguien notara que lo había estrangulado. Pero presintiendo que no eran muchas, regresé con renovados bríos a mi rutina de respiración yoga. Inhala profundo amor, exhala toda la tensión.
En algún momento noté que continuaba hablando.
-…porque fíjate que ya no encontré a Sarmiento en su programa. Ya me contaron que el maldito Peje lo mandó correr. A ver si no lo manda matar. Tan sabio que es don Sergio ¿Tú no lo oyes?-
-Un día que cené de más lo escuché en una pesadilla apocalíptica- Dije muy serio.
-¿Qué?- Les recuerdo que mi compadre es bastante sordo, así que solo escucha lo que se diga a grito pelado. Y él grita más que nadie. Supongo que fue por eso que una enfermera que no recomiendo para el servicio diplomático, nos recordó por tercera vez que era una habitación compartida y que, o nos callamos o se termina esa y todas las visitas. Eso me sonó muy bien, y la miré con ojos de franco afecto. Desafortunadamente la promesa no era de efecto inmediato.
-¿Ves cómo te tratan aquí? Ve y agradécele a tu Macuspano-
Intenté que me aclarara si AMLO se dedicó en la vida a capacitar enfermeras, y si estas comenzaron a estar malhumoradas a partir del 1 de diciembre, pero, fuera por los analgésicos, fuera por la edad o simplemente por mi buena fortuna, pero el caso es que mi compadre se quedó dormido sin terminar de escuchar mi pregunta.
Me quedé un ratito más solo para disfrutar de ver a mi compadre sin decir barbaridades, cosa que no es frecuente. Luego bajé todos los pisos y gané la calle, no sin voltear de vez en cuando para asegurarme que nadie que sospechara que le había hecho yo algo, viniera por mí. Aliviado vi que mi hijo ya se estaba estacionando frente a mí.
©HéctorAtarrabia2019
@HectorAtarrabia