Se les acabó el negocio de los fideicomisos: Una figura de opacidad neoliberal
La noticia cayó como bomba para todos los nostálgicos del régimen neoliberal.
Por decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación el día dos de abril del año en curso, se giran instrucciones a las dependencias públicas del gobierno federal, así como a los tribunales agrarios, “para que a partir de la fecha de publicación del decreto, den por terminados todos los fideicomisos públicos sin estructura orgánica, mandatos o análogos de carácter federal, en los que funjan como unidades responsables o mandantes”.
En buen latín, la medida tiene como impacto relevante, el impedir que por medio de decretos o acuerdos anteriores, se siga manejando la figura del fideicomiso, en donde están comprometidos recursos del pueblo.
Los fideicomisos, durante el periodo neoliberal, fueron instrumentos para el manejo de recursos financieros en áreas especiales de la administración pública.
Ese dinero es difícil de auditar, ya que su manejo se hace a través de contratos y convenios especiales, con reglas particulares para cada caso.
La base del fideicomiso es la confianza entre quienes suscriben el contrato. Pero dentro del mundo neoliberal, donde prácticamente todos los funcionarios eran indignos de confianza, se convirtieron en instrumentos para el desvío de recursos y para la corrupción.
El total en pesos, que amparaban estos contratos dentro de la administración pública, asciende a la suma de doscientos cincuenta mil millones de pesos. Debemos aclarar que solo se elimina la figura del fideicomiso, en aquellos convenios que no requieren una reforma constitucional para invalidarlos.
¿Qué se va a hacer con este dinero?
En la conferencia mañanera de hoy, el presidente López Obrador, señaló que existen cuatro actividades prioritarias, dentro de la estrategia de Cuarta Transformación, a los que se dará impulso con estos recursos administrados en adelante por la Secretaría de Hacienda.
En primer término, se harán liquidaciones sobre deuda pública.
En segundo lugar, se fortalecerá la estrategia de salud, para atender la emergencia sanitaria, originada por la presencia del Covid-19.
La tercera aplicación financiera, tiene que ver con los programas sociales que procuran bienestar a la población.
En último término, se inyectarán recursos a la actividad económica en el país, para que en el corto plazo, salgamos de la crisis provocada por la actual epidemia y por la baja en el precio del barril de petróleo.
Esta medida administrativa es sana. El dinero público será manejado y auditado por quienes tienen a su cargo la función de administrar y supervisar el gasto que ejerce el gobierno.
Los negocios ocultos, las prácticas delictivas, comunes a los gobiernos de corte neoliberal, quedan suprimidas.
Hoy fuimos testigos de cómo los pequeños grupos conservadores de siempre y sus serviles voceros en los medios tradicionales de comunicación, ponían el grito en el cielo.
Hablan sobre la mejor forma en que puede tener liquidez el gobierno del presidente López Obrador y naturalmente, recomiendan las líneas de liquidez que pone a disposición el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Es decir, recomiendan contratar más deuda. Hipotecar aún más el futuro del país, antes que de recurrir a la eliminación de los fideicomisos.
Por otra parte, señalan que el gobierno de la Cuarta Transformación, no ha sido todo lo claro que quieren, sobre el destino que tendrán en adelante, estos recursos millonarios.
Lo que no dicen en este momento, es que durante el pasado neoliberal, el manejo de los millonarios recursos que hoy sí les preocupan, nunca fue claro. Esos gobiernos jamás dieron cuenta de la forma en que se gastaba el dinero.
La Secretaría de la Función Pública, anunció el día de hoy, que ya se toman medidas para revisar todos estos fideicomisos y determinar el objeto y destino de los recursos públicos. Está dependencia estará apoyando para que se cumpla correctamente lo que establece el decreto presidencial y se extinga definitivamente esa figura jurídica.
Los fideicomisos creados durante el neoliberalismo, fueron una especie de caja chica y en ocasiones, banco grande, por medio de los cuales se disponía de recursos públicos, sin necesidad de dar mayores explicaciones.
Por eso la molestia conservadora.
En primer lugar, saben que se va a investigar la forma en que operó cada uno de estos fideicomisos y se auditará el destino del dinero que pasó por sus manos.
Esto puede traer con secuencias políticas, administrativas y penales, a quienes fueron responsables de los mismos.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que los neoliberales que hoy se encuentran en total derrota, no pierden la esperanza de recuperar el poder. Si no en el mediano plazo, en uno o dos sexenios, tal vez. Mantienen la ilusión de volver a gobernar.
Ver cómo va desapareciendo toda la estructura de corrupción que construyeron, debe dolerles bastante.
Cuando lleguen de nueva cuenta al poder, no habrá mecanismos disponibles para el enriquecimiento de los políticos que representen los intereses de la clase fifí.
Es un hecho que México cambia para bien. La Cuarta Transformación intenta hacer rendir al máximo cada peso que aporta el pueblo.
Las enormes fugas de capital que fueron fuente de riqueza para los gobiernos neoliberales, se van sellando en forma permanente.
La lloradera conservadora fue grande el día de hoy.
Las redes sociales se convirtieron en su paño de lágrimas. Margarita Zavala, su esposo y los grupos panistas y perredistas, no podían aceptar que aplicara de inmediato el decreto presidencial.
Pero como dice el refrán: “palo dado, ni Dios lo quita”
Tendrán que asumir que en adelante, el fin de la corrupción es una realidad que no podrán ignorar.
Con el fin de los fideicomisos, se cierra una de las puertas principales que daba acceso a los negocios turbios y al desvío de grandes capitales, en beneficio de los privilegiados de siempre.
Malthus Gamba