Redes han roto para siempre el monopolio del debate
Roto para siempre el monopolio del debate
En estricto sentido la 4T es una época en tránsito. Más de una vez López Obrador ha señalado que la puerta que se abrió el 1 de julio, con mayor claridad el 1 de diciembre, ha dado lugar a un período de incertidumbre y experimentación. Lo viejo aún no termina de fenecer, ha sostenido, y lo nuevo aún no formaliza su parto. La 4T es aún un proyecto en marcha. Un deseo de muchos. Una posibilidad futura.
En una frase perfecta Antonio Gramsci conceptualizó los desfalcos de una transición. El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro, escribe Gramsci, surgen los monstruos. Frase genial, como su obra. Pensaba Gramsci en el fascismo. No fue el único interesado en las dimensiones borrascosas.
El crítico estadounidense Leslie Fiedler se hizo de una idea curiosa sobre la literatura de fantasmas, vampiros y monstruos. Tuvo su auge, sostiene el crítico, entre el declive de la religión y el ascenso del psicoanálisis. Entre finales del siglo XIX y principios del XX. Agotada la ontología religiosa y aquellos tres pisos del infierno, el cielo y el purgatorio, y sin todavía las verosímiles explicaciones del deseo y sus síntomas, edificadas en el escritorio de Sigmund Freud, se alzó la literatura fantástica. Muertos que vuelven, sujetos oblicuos que le chupan la sangre a otros. Humanoides sádicos y atractivos.
En su estudio contemporáneo sobre la nostalgia por el pasado en los países ex comunistas, Rainer María Matos se ha detenido en la noción de limbo. La cultura de Occidente, escribe, retomó el concepto de limbo como un espacio borroso entre dos elementos, que no es parte ni de uno ni de otro, que está a medias, en espera de una definición. En el limbo se sintieron innumerables personas que vivieron la caída del comunismo, sin poder descifrar del todo el ascenso de un mundo extraño (Limbos rojizos. La nostalgia por el socialismo en Rusia y el mundo poscomunista, México, El Colegio de México, 2018).
Por otro lado, un reconocido youtuber en la mañanera preguntó si la 4T reclutaría a Alfredo Jalife. ¿De dónde salió este deseo? Hombre de edad, Jalife. Politólogo, estratega escurridizo, judío, cosmopolita burgués pero no fifí. En días pasados la cuenta de Jalife en Twitter fue cancelada. Había hablado Jalife en voz alta que la red del pajarito está llevando acabo una campaña contra él. Una compañía, Twitter, afirma Jalife, que tiene su propia agenda política, caracterizada en México por los actos de censura a simpatizantes o defensores de la 4T
Hecha la pregunta del youtuber, no tardó en aparecer una carta firmada por personalidades de dudosa calidad, los humanoides oblicuos que aún no desaparecen en las épocas en tránsito, e instaron a López Obrador a no contratar a Jalife. En aquella misiva aludieron al “lenguaje de odio” que promueve Jalife y otras linduras.
Entre otros especímenes mediáticos del ancien regimen, fue firmada por Enrique Krauze y Carlos Loret de Mola, el dúo ditirámbico Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda, Joaquín López Doriga, María Amparo Casar y José Woldenberg. Todos estos firmantes se enfrentan a un nuevo escenario: carecen de crédito. Son, todos ellos, sujetos en bancarrota. Muertos vivientes que podrían nutrir los enredos de la nueva literatura fantástica.
La respuesta a la carta la dio un usuario de Twitter. La cuenta @AltStardust promovió el #MenosKrauzeyMasJalife. Desde luego. Krauze es el cabecilla de un grupo que conspira, documentado en los reportajes sobre la llamada Operación Berlín. Krauze, además, ha sido el loro mañoso de la libre empresa, pero sus empresas se han beneficiado siempre de jugosos contratos con la venia de gobiernos del PRI y del PAN. Jalife es un millonario que escribe y cuyos vaticinios geopolíticos son de interés público. El #MenosKrauzeyMasJalife logró instalarse como tema importante del día en la red. Twitter respondió con la cancelación de la cuenta del usuario, asociado al nombre Poliburó de Tepetengo. Quien no tardó en reaparecer con otra cuenta días después.
De gran relevancia para los canales de la comunicación digital en los tiempos de la 4T, fue la entrevista entre Alfredo Jalife y los youtubers de izquierda. Diálogo, tecnología, un bando claro a favor de la 4T. Uno y otros han sufrido los ataques más mezquinos. A la manera de una hipótesis: si son objetos de censura y descalificación, es porque están pisando la verdad, dolorosa e incomoda. La entrevista se colocó de manera vertiginosa en el tema número 1 de discusión en Twitter México en el medio día del jueves pasado. Más de 30 mil espectadores veíamos o escuchábamos la entrevista. Twitter reaccionó promoviendo la noticia que Peña Nieto se divorciaba finalmente de la Gaviota, ¿a quién diablos le interesa eso?, y hubo varios intentos de romper la conexión, al grado tal que Jalife decidió volver a conectarse sólo por medio de la voz.
La conversación entre Jalife y los youtubers de izquierda duró más de una hora, rota una vez por extrañas fallas de conexión. Es imposible agotar aquí los rumbos que tomó su interlocución. Lo cierto es que esta entrevista ha evidenciado con más fuerza el resquebrajamiento de la antigua comunicación mediática. Antiguo monopolio de unas cuentas empresas, la prensa fifí, que hoy están en quiebra financiera. Un modelo rancio de comunicación, insuficiente, unidireccional, vestigio vivo de un pasado insostenible. Noticieros Televisa, Tv Azteca, Reforma, El Universal y Milenio no han entendido, o empiezan a entenderlo demasiado tarde, que la comunicación es digital, múltiple y de ida y vuelta.
Gran reto para la 4T de conseguir la conectividad total. Sin embargo, ¿podrán resistir los youtubers de izquierda los nuevos más sofisticados embates de censura? ¿Qué próximas revelaciones hará Jalife instado por los cuestionamientos de aquellos? ¿Ocupará algún cargo en la 4T? Interrogaciones aún abiertas. Los escenarios impredecibles que acompañan a la 4T.
Fernando Beltrán-Nieves