No podíamos pensar que fuera fácil llevar a cabo una transformación de la vida pública, que implique desterrar la corrupción de un sistema en el que prácticamente todo funcionaba lubricado por ella.
A casi 3 años de haber iniciado este proceso, estamos empezando a darnos cuenta de los niveles tan profundos a los que llegó este problema, porque se están destapando los mecanismos por medio de los que opera. Junto con la exposición pública de estos mecanismos, también quedan exhibidos los operadores del sistema corrupto, que parecen no saber hacer las cosas de otra manera, a pesar incluso de poner en riesgo su propia libertad.
De esta manera hoy vemos todos los días como se suman más candidatos, funcionarios y empresarios, a la fila de denunciados por distintos delitos que antes no se consideraban graves, pero que hoy ameritan cárcel para quienes los cometa.
Así también, hoy conocemos el historial de jueces corruptos que se dedicaron siempre a vender fallos en contra o a favor de quienes podrían comprarlos y vemos como lo siguen haciendo a pesar del escrutinio público.
En medio de un proceso electoral muy importante, porque representa que la transformación se avance o no desde el gobierno federal hacia los gobiernos de los Estados, los que antes controlaban el juego y quienes hoy hacen cualquier cosa para recuperar el control del congreso federal, intentando no perder el que aún tienen en la mayoría de las entidades federativas, parecerían haberse vuelto locos y actúan violando abiertamente la ley.
Vemos autoridades como las del INE y el TRIFE emitiendo resoluciones y fallos incongruentes con las reglas, haciendo gala de su cinismo sin reparar en que su actuación va a tener consecuencias, porque aunque ellos sigan sin creerlo, la voluntad ciudadana ahora sí cuenta y decide.
Observamos candidatos viajando al extranjero para acusar al gobierno mexicano con autoridades de organismos internacionales de moral relajada, porque no se convierte en cómplice de las ilegalidades en las que incurren estos abanderados partidistas.
Nos hemos enterado del financiamiento que el gobierno de los Estados Unidos entrega a organizaciones opositoras del gobierno en pleno proceso electoral, mientras estas lo utilizan para intentar desestabilizarlo.
Leemos y escuchamos medios y opinadores despojados de privilegios y chayotes, intentando distorsionar la realidad, dándose vuelo con la publicación constante de noticias falsas, tergiversadas o fuera de contexto.
Somos testigos de incontables actos violentos desarrollados en el marco de la escena electoral, con delincuente asesinando y secuestrando candidatos, golpeando activistas, lanzando ácido a contrincantes y perpetrando toda clase de agresiones.
No podíamos esperar que el camino fuera fácil, pero los extremos que nos presenta la realidad cotidiana, nos dan una buena idea de quienes nos han gobernado durante tantos años y de lo que son capaces de hacer.
Este es un proceso necesario para que la transformación sea más profunda. Nos permite conocer la magnitud del problema y comenzar a limpiar la casa hasta en los rincones más apartados para poder avanzar en la construcción de una sociedad sana y funcional. Nuestra mejor herramienta para hacerlo es el voto masivo este 6 de junio a favor de continuar la 4ª transformación de la vida pública de México.
Como dijo el filósofo alemán Immanuel Kant: “La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia la debilidad del fuerte”.