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México Libre no va, la pesadilla que se fue
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México Libre no va, la pesadilla que se fue

Se agotaron las alianzas políticas de Felipe Calderón. El poder que acumuló durante su sexenio en base a los acuerdos concertados con distintos grupos de poder en el país, se vino abajo con la llegada de la Cuarta Transformación al gobierno.

Lo peor de todo, es que Calderón no supo leer adecuadamente los tiempos políticos que vive el país. Pensó que ese poder, pagado con dinero que en algún momento fue del pueblo, se mantendría intacto, a pesar de las advertencias que le llegaban de todas partes, en el sentido de que con López Obrador, peligraba su posición personal y política.
Calderón decidió apostar al neoliberalismo que se encuentra en total retirada, no solo en México, sino en varias naciones del planeta. Pretendió defender al régimen de corrupción que ayudó a construir y enfrento al hoy presidente en un choque que tenía perdido desde el inicio.

López Obrador no se ha molestado demasiado en contestar las mentiras, los ataques y las ofensas que recibe de parte de Felipe Calderón. Ha señalado los delitos y errores cometidos durante el calderonismo, pero sin tomar medidas personales para silenciar o amedrentar al expresidente.

Esa pretendida fortaleza de Felipe Calderón ha ido mermando a lo largo de los dos primeros años de gobierno de la Cuarta Transformación.

Para varios estudiosos de la geopolítica, la captura y enjuiciamiento de Genaro García Luna, es un golpe indirecto, con dedicatoria a quien en realidad persigue la administración gobernante en los Estados Unidos. Se quiere armar una investigación contundente, con testigos colaboradores de peso, para solicitar la extradición y posterior juicio a Felipe Calderón.
Para la gran mayoría de los mexicanos y para las autoridades estadounidenses, es increíble que un secretario de seguridad pública haya actuado al margen de la Ley, en sociedad con la delincuencia organizada, sin que el presidente se diera cuenta de lo que ocurría “frente a sus narices”. Hay elementos para suponer con solidez, que durante el calderonismo, México se convirtió en los hechos en un narco-Estado. Desde la misma presidencia del país, se manejaba el negocio de las drogas, con la participación de gente de primer nivel en el gobierno.
Felipe Calderón se sentía fuerte y apostó mucho a la candidatura de Joe Biden, sabiendo que la administración Trump persigue sus delitos. Si pierde esa apuesta, hay muchas probabilidades de que sea solicitado por la justicia de aquel país, en calidad de acusado.

Calderón tampoco fue certero en lo que corresponde a la política nacional. Sus alianzas con los poderes e instituciones que en algún momento respondieron a sus deseos y mandatos, ya no le servían del mismo modo, dado que la Cuarta Transformación está a la caza de todo tipo de corrupción.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, determinó constitucional la consulta que preguntará a la ciudadanía del país, si desean o no que se enjuicie a expresidentes y demás funcionarios públicos neoliberales.

El Instituto Nacional Electoral, negó el registro como partido político a la organización México Libre, por violación al reglamento de participación. Calderón no pudo comprobar un porcentaje del financiamiento que recibió su asociación, durante la etapa de registro, pese a los esfuerzos que hicieron él y su esposa para maquillar esas suma de cualquier forma.
El día de ayer, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, le da el golpe final a México Libre. Le niegan el registro en forma definitiva. Este tribunal es de última instancia y su fallo es inapelable.

Felipe Calderón mantuvo buena parte del poder político que disfrutó durante su sexenio, en el mandato de Enrique Peña Nieto. Había acuerdos bajo la mesa, gente colocada estratégicamente, compromisos de beneficio mutuo con ciertas autoridades y grupos de poder, además de mucho dinero a repartir, que le permitieron mantener una posición de privilegio dentro de la clase política nacional.

Pero con la llegada de López Obrador a la presidencia, ese edificio de apariencia sólida, comenzó a deteriorarse a pasos acelerados, hasta dejar casi desprotegido a quien sentía ser invulnerable.

A Calderón le fallaron sus enlaces y contactos en la Suprema Corte de Justicia. Le fallaron también sus “leales” en el Instituto Nacional Electoral. Falló por último, su gente de confianza dentro del Tribunal Electoral del Poder Judicial.

El barco del calderonismo hacía agua por infinidad de grietas y el expresidente no lo notaba, o se negaba a verlo.
Hoy vemos a un Felipe Calderón colocado al mismo nivel de un Carlos Salinas de Gortari, también alejado de cualquier poder político real.
Sin influencias de peso dentro del aparato de gobierno que se está depurando, quedan al nivel de ciudadanos comunes, sin más poder que el que disfruta cualquier hijo de vecino. Eso sí: con mucho dinero en sus cuentas.

Ya no hay manera de saciar su hambre de poder. No van a regresar a la política de primer nivel.

Lo que aún no entiende Felipe Calderón es que el golpe real que sufren sus ambiciones personales, no viene desde el poder actual. Le llaga directamente del pueblo de México.
No es al presidente a quien debe reclamar por sus fracasos actuales. Los ciudadanos se cansaron de los políticos que saquearon y empobrecieron al país durante el periodo neoliberal.
Calderón es uno de los representantes de esa clase política, al que la gente muestra un desprecio particular.

Es generalizada la opinión de que desató una guerra intestina, que costó la vida de miles de personas. La gente de su gabinete se alió a la delincuencia organizada. Protegió a su familia, a sabiendas de que en varios hechos, hubo protección o participación directa de su hermana y de su esposa, para impedir la correcta aplicación de la ley.
Pocos en México desean que Calderón cuente con una plataforma partidista. Miles han peleado en todos los frentes para impedir que México Libre consiga el registro como partido político.
Ayer, con la decisión del Tribunal Electoral, el pueblo de México estuvo de fiesta. Nadie durmió hasta conocer el resultado de la votación final.
Fue un júbilo generalizado.

Hoy, los mexicanos amanecimos contentos, no obstante la desvelada de la noche anterior. Dormimos tranquilos pocas horas, teniendo claro que la pesadilla de México Libre, con el regreso de Felipe Calderón, no volverá a perturbar la tranquilidad de nuestros sueños.
“El Tigre” es el verdadero responsable de la caída definitiva de Felipe Calderón.

Es el pueblo y no el actual presidente, quien ha decidido comenzar a castigar los delitos cometidos por Felipe Calderón.
Hacia allá vamos.

Malthus Gamba

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