Los “proles” de Paulina Peña, la “perrada” de Brozo: y el clasismo que los une
El apartheid social: de Paulina Peña a Víctor Trujillo
@AlamBeav
El presidente Andrés Manuel López Obrador siempre ha sostenido que el “pueblo no es tonto, tontos son los que piensan que el pueblo es tonto”, también a mencionado que “el pueblo es bueno y sabio”. Las anteriores declaraciones no les han parecido correctas a un grupo de personas que consideran inferiores a aquellos ciudadanos que carecen de un titulo universitario; que no han salido de las universidades de élite o de instituciones extranjeras.
Para ellos, estas personas no son ni “buenas”, ni “sabias”; son solamente “borregos” que se han dejado embaucar por las promesas de un mejor mañana, movidos por la envidia y el rencor, resultado de no ser capaces de progresar en el sistema económico neoliberal, como en su tiempo lo señaló la hija del entonces candidato Enrique Peña Nieto, que consideró que los que se burlaban de la ignorancia intelectual de su padre al no poder mencionar tres libros, eran unos “pendejos, que forman parte de la prole y sólo critican a quien envidian”.
Los señalamientos de Paulina Peña son muestra clara de la forma tan corta de visualizar a aquellas personas, a las que les ha sido imposible tener acceso a una educación de calidad, ya sea desde el nivel básico al superior; que no han podido ingresar a escuelas de gran renombre y obviamente de gran costo; en este mundo tan lejano para ellos, les hace creer que estas personas no tienen el derecho a ejercer su opinión y mucho menos a decidir por su propio futuro.
Han desatado su ira, cuando a estas personas se les ha convocado a decidir en este gobierno, por proyectos de gran importancia para el país: la cancelación del aeropuerto en Texcoco; la construcción del tren Maya y de las refinerías; la derogación de la reforma educativa, etc.
El apartheid intelectual va acompañado de -según estos grupos- la posición económica en que se encuentran estas personas, tal se ha podido ver en las ultimas marchas “fifis” contra el gobierno de López Obrador, en el que algunos de sus asistentes han señalado que los seguidores del presidente tienen un “cerebro pequeñito”.
Los señalamientos contra el presidente giran en el mismo sentido, cuando lo han acusado de no ser un hombre preparado, que fue educado en la UNAM y no en Harvard o Yale; proveniente de un pequeño pueblo del sureste mexicano y no de las grandes urbes; carente de estilo, pues no acostumbra a vestir trajes de diseñador; que prefiere asistir a las fondas que se encuentra en su camino y no en un restaurant de alta alcurnia… como lo mencionó Carlos Monsiváis, les desagrada por “naco”.
Desde la campaña presidencial de 2006, estos grupos han visto a López Obrador como un peligro para el país, lo han acusado sin pruebas de ser parte de una izquierda socialista o comunista; allegada al chavismo y enemiga de la alta sociedad. Desde esos tiempos intelectuales egresados del ITAM, como Denise Dresser, se han dedicado a tachar de ignorante a AMLO y junto con él a todos sus seguidores.
Le han remarcado sus errores, pero han ignorado sus aciertos; las redes sociales las han utilizado para indignarse de sus zapatos sucios y hacen mofa del pueblo “bueno” y “sabio”, ese mismo pueblo que en las pasadas elecciones les han permitido ocupar diversos e importantes cargos de elección popular a sus dirigentes político.En los pasados días Víctor Trujillo en su papel del payaso “Brozo”, arremetió con todo contra López Obrador y sus seguidores, a quienes menciona como “la perrada”, que son una masa de “corrientes e ignorantes”, a los que se les puede vender cualquier cosa.
Trujillo asegura -sin pruebas-, que las conferencias del presidente son arregladas, un show mediático estructurado para manipular a los ciudadanos; paradójicamente en 2004, el mítico “Canal 6 de Julio”, presentó su documental “Telecomplot: de videoescándalos, ética para payasos y un decretazo”, donde señala la participación de Brozo para llevar a cabo un show estructurado entre Televisa y el PAN, para descarrilar la campaña de López Obrador.
Lo anterior pinta de cuerpo completo a un Víctor Trujillo, que se ha prestado a un show mediático en favor de los grandes intereses políticos-empresariales, y al mismo tiempo, a un hombre clasista que denuesta a una sociedad que ha decidido dar un giro al sistema que los ha llevado a esa terrible separación económica y social.