Héctor Valdez y su denuncia contra la impunidad en Quintana Roo
Que valor el del periodista Héctor Valdez, para señalar en la conferencia matutina del día de hoy, la situación alarmante que vive la población del municipio de Tulum, en Quintana Roo.
Y digo valor, porque al parecer, la delincuencia organizada tiene pleno control de varios municipios en ese Estado, donde la distinción entre malhechores y policías se hace imposible. Hay un vacío de autoridad que ha permitido que las calles de Tulum en este caso, sean territorio sin ley, a pesar de tratarse de una zona turística de primer orden.
El valor en ocasiones viene asociado al miedo y el caso de Héctor, reúne las dos características. Denuncia hechos preocupantes para el gobierno federal y al mismo tiempo, solicita plenas garantías para el ejercicio de su profesión y la seguridad de su persona.
Como lo narró esta mañana, son reiteradas las ocasiones en que las amenazas y hechos de violencia han lastimado su labor informativa y su integridad física.
El jefe de la policía de Tulum, es acusado por Valdez de ser protector de la delincuencia que opera en la zona. El periodista habló de la complicidad existente ente autoridades municipales, estatales y del mando único que debieran procurar protección y seguridad a los ciudadanos.
López Obrador instruyó a Alejandro Encinas para que, en forma inmediata, se brinden las medidas de protección al periodista citado. De igual forma, ratificó el compromiso de su administración, para que la violencia en el país sea desterrada definitivamente. Se trabaja diario en ello y en el corto y mediano plazo, será apreciable para todos, el cambio hacia la paz que deseamos.
¿Qué han pedido los grupos conservadores al presidente, cuando se presentan este tipo de situaciones de violencia? Mano dura. Recuperar la estrategia de combate frontal contra el crimen organizado.
A la clase conservadora no le gusta nada que la estrategia del gobierno esté centrada en atender las causas de este grave problema. La vida de la gente no es relevante. Pueden seguir muriendo delincuentes, policías, soldados, marinos y ciudadanos, en un conflicto donde hasta la fecha, no ha habido ganadores. Mucha sangre, mucho muerto y desaparecido, pero en realidad, hoy estamos en el mismo punto donde se inició la guerra.
Nadie se puede proclamar ganador, cuando el país está sembrado de cadáveres.
Por eso la importancia de atacar las causas que provocan esta situación. Atender educación, trabajo, apoyos a los más humildes, sueldos menos precarios. De ahí parte el cambio: del bienestar de los ciudadanos, que no tienen por qué acudir a actividades ilícitas para salir adelante.
Los conservadores prefieren las medidas inmediatas, que han demostrado no funcionar al momento de ser puestas en práctica. Ellos lo saben bien. Usaron este mecanismo por años y sus logros fueron decepcionantes.
El día de hoy, un periodista fifí, que publica a diario en su página, colabora en El Financiero y trabaja también en noticieros Televisa, señala que la estrategia de seguridad del presidente, terminará mal, estando destinada al final, a establecer una paz acordada entre gobierno y narcotraficantes, como se vivió en tiempos del viejo PRI.
Le molesta que el presidente apueste a la readaptación social de las bases del crimen organizado. Para él, es preferible encarar con energía a estos jóvenes integrantes de los grandes carteles. Recluirlos en prisión o eliminarlos en operativos militares, donde la mayoría de las veces, muere todo lo que se mueve.
La visión conservadora ha sido por sexenios monolítica al atender el problema de seguridad. Guerra, guerra y más guerra.
Afortunadamente, con el cambio de gobierno que impulsamos los mexicanos en las pasadas elecciones, el panorama para el país cambia y se ven posibilidades de una pacificación nacional, dentro de poco tiempo.
Lo que está sucediendo en este momento, es herencia de la mala administración pública que vivimos durante el neoliberalismo. Los carteles criminales que operan actualmente, se formaron y crecieron bajo el amparo de gobiernos prianistas de todos los niveles.
Recordemos que, para llegar a la Cuarta Transformación, en la que trabajan permanentemente gobierno y sociedad civil, tenemos que pasar por un periodo de Transición, donde a pesar del trabajo desarrollado, persisten aún vicios y zonas oscuras en buena parte del territorio nacional.
La penetración del crimen organizado fue tan profunda, gracias a las autoridades corruptas que nos gobernaron por décadas, que resulta imposible resolver el problema de la noche a la mañana.
El problema de Tulum, planteado hoy en la mañanera por Héctor Valdez, es un botón de muestra sobre la terrible situación de violencia y desamparo que vive la sociedad mexicana, en cientos de municipios del país. No hay Estado de Derecho y la criminalidad aparece, en ocasiones uniformada y en otras con el aspecto propio de la delincuencia.
La Guardia Nacional comienza a operar en las zonas más conflictivas del país. Los programas sociales empiezan a permear en una sociedad que ve aliviada su situación de pobreza, gracias a estos beneficios. La Reforma Educativa que deroga al anterior producto del neoliberalismo, fue promulgada en esta semana.
Hay muchos indicadores que dan fe de que el gobierno del cambio está, como lo dijo el presidente hoy, trabajando a diario para que la recuperación de nuestro país, se dé en la forma más rápida posible.
Tengamos presente que los periodos de transición, generalmente son cortos, cuando existe voluntad para el cambio. A Vicente Fox y al PAN, les dimos seis años y ni así pudieron concretar mejoras visibles para los mexicanos. Nunca tuvieron voluntad para hacerlo.
Que bueno que se denuncian y visibilizan este tipo de hechos en las conferencias mañaneras. Tienen cobertura nacional los reclamos y sirven para visibilizar las zonas de conflicto que requieren atención inmediata.
Bien por Héctor Valdez y su valor personal y bien por los compromisos para el cambio total, que reiteró hoy el presidente de México.
Malthus Gamba