Opinión de José Coronel
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, ha comenzado un cambio en el paradigma de la democracia en el país. Este cambio lo debemos entender como un proceso de consolidación de una visión distinta a la que imperaba en el ejercicio del poder. Al ser un proceso, ciudadanos e instituciones vamos aprendiendo (o reaprendiendo) la estética de la democracia, y con esto (en el ideal) el fortalecimiento de nuestra cultura política.
Este proceso se da en un contexto de digitalización de los procesos políticos, donde sus actores empiezan a utilizar nuevas estrategias para disputar el espacio político.
Si bien, por un lado, podemos tener espacios de organización como se dio en el #YoSoy132 o en el #OccupyWallStreet, donde el uso político de las plataformas permitió articular y distribuir información, existen otros donde se busca una manipulación deliberada de la percepción.
En este escenario, la oposición en México no ha podido consolidar una plataforma política que pueda sustentarse con argumentos para combatir al proyecto de la 4T. Se han especializado principalmente en tres estrategias mediáticas que van de la mano con el objetivo de radicalizar la percepción de AMLO y sus políticas de gobierno: creación de fake news, la exageración de acciones o actitudes, y la polarización hacia la figura de AMLO.
Todas estas estrategias están conducidas a radicalizar la visión sobre la 4T de “buenos contra malos”. La democracia es más que eso. Una democracia no puede plantear al otro como enemigo; una democracia requiere pluralidad. ¿Qué pasa cuando la oposición se concentra en un personaje y no en la construcción de una plataforma política? Pues reducimos cualquier posibilidad de reivindicación y competencia democrática que pueda tener una oposición que concentra sus esfuerzos en el ataque al presidente. Tenemos una oposición que fundamenta su plataforma política en el hashtag.
Cualquier oposición y articulación de la derecha, izquierda, o de cualquier otra plataforma electoral que no comparta la posición de AMLO o Morena, es bienvenida. Sin embargo, esta pluralidad debe estar orientada por principios democráticos y no desde una posición puramente golpista. En la pluralidad de la democracia se puede aceptar todo menos la intolerancia.
La importancia de combatir con información y argumentos este tipo de estrategias de la oposición es, principalmente, consolidar el ejercicio de derechos de las y los mexicanos.
La radicalización de los discursos en plataformas sociodigitales y en el espacio público son indicadores importantes del surgimiento de visiones de ultraderecha, que ven en la oposición a un enemigo, al punto que el conflicto supera cualquier posibilidad de generar acuerdos.