Postigo
Por José García Sánchez @Josangasa3
Independientemente de la cantidad de asistentes, los defensores del INE, afiliados a la derecha, aferrados a la inmovilidad social, insisten en llamar a la manifestación del 13 de noviembre una movilización social organizada. Habrá que revisar la historia y hacerse un análisis de la vista.
A pesar de lo caduco que puede resultar la palabra conservadores, son precisamente aquellos que se instalan en la inmovilidad, quienes persisten en llamarse conservadores, no han cambiado, porque ellos defienden el estancamiento histórico, ya sea por temor al cambio o porque éste no les conviene.
La visión tergiversada de la marcha del odio realizada hace casi un mes, no sólo falta a la verdad, sino que contradice la historia. Los conservadores nunca se han organizado socialmente, están separados del grueso de la población y sus fragmentadas individualidades les impiden organizarse en sociedad. Son proclives a reunirse y defender, como sucede con la mafia, a la familia. De ahí no pasan. Es decir, no traspasan las fronteras de sus consanguíneos o de sus intereses personales para organizarse.
Afirmar que una movilización social en la calle fue una manifestación organizada, es un contrasentido. No lo fue. Las diversas causas para asistir a la marcha lo muestran con claridad. Algunos no sabían la razón de su presencia en las calles. Como zombis de pronto se vieron en medio de la calle sin saber qué hacer.
Los conservadores, son inmovilizadores de la historia, como quieran llamarle, tienen en su ADN la carencia de organización social. No la conocen. Ignoran cómo hacerle para ser advertidos por poderes que no son los de ellos.
Así, la falta de organización no puede ser uno de los adjetivos que debieran otorgarse a la marcha de la amargura del 13 de noviembre, recordemos, por ejemplo, las expresiones sociales del Partido Conservador, cuyas huestes lucharon en la guerra de Reforma, y fuera derrotado en 1861, hace 161 años, su objetivo era restablecer el Segundo Imperio Mexicano, con Maximiliano, con cuya muerte se disuelve ese partido.
La historia caracteriza a ese partido como un partido desarticulado, “nunca estuvo organizado como un partido político, con jefaturas establecidas, órganos de representación, membresía inscrita, etcétera. Fue un grupo de personas que representaban los intereses y las ideas de un sector del pueblo mexicano, muy especialmente, de la Iglesia Católica. Este hecho nos hace ver que el Partido Conservador nunca pudo ser disuelto, porque nunca fue constituido, y que mientras vivieran los hombres que habían encabezado o apoyado la reacción contra el Estado liberal, mientras existiera la Iglesia católica en México, difícilmente, desaparecería ese grupo de mexicanos conservadores, al cual se llamó, en la lucha política, Partido Conservador”.
Ante esta situación, cómo dejar de decirles conservadores si en realidad son una mancha amorfa en la sociedad que tiene a la iglesia como pretexto y patrocinador desde hace casi dos siglos. Por lo regular los conservadores son poseedores de ideas viejas, personas que se resisten a las transformaciones y para quienes todo tiempo pasado fue mejor.
La derecha ha sido históricamente integrada por intereses, representan un núcleo de población muy definido que son la iglesia, el empresariado, los lacayos incondicionales, las fuerzas oscuras que impiden la democracia, etc. Esos intereses, diversos, pero no dispersos, les impide organizarse a partir de la igualdad de circunstancias. Cada uno quiere ser mejor que el otro y es incapaz de otorgarle liderazgo al de junto; es decir, cada uno se cree superior al otro –aun dentro de su mismo grupo social–, que le impide ceder espacios, y no sólo obstaculiza la organización de su clase social, sino que se muestra como una suma de individualidades que termina por mostrar todo menos organización.
La organización surge de los orígenes comunes, incluyendo nuestras raíces culturales, y tiene como objetivo reivindicaciones humanas esenciales. Ahí está la organización social que en otros sectores de la población intentan infructuosamente de crear.
Cuando los conservadores comentan que el gobierno se asustó al ver movilización organizada de la derecha, sólo puede advertirse una publicidad falsa a un producto chatarra.
El conservadurismo en México ha sido derrotado en la mayor parte de los casos. Su auge no fue en la época de la Colonia, o en el efímero mandato de Maximiliano, ni durante los mandatos de Santa Anna o Porfirio Díaz, sino de 1946 a 2018.