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La caída de Juan Guaidó y el nuevo auge de las izquierdas en América Latina
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La caída de Juan Guaidó y el nuevo auge de las izquierdas en América Latina

Textos y Contextos

Por: Miguel Alejandro Rivera

Diarios como The New York Times aseguraron que, en su momento, era el “mayor desafío” para el gobierno de Nicolás Maduro; miles de manifestantes y la oposición venezolana lo celebraron como el “presidente encargado legítimo” en enero de 2019, ignorando la votación que el presidente bolivariano había ganado el mayo anterior, con el 67% de los sufragios a favor.

La comunidad internacional se posicionó: Estados Unidos, gobernado entonces por Donald Trump, apoyó al opositor venezolano, como lo hicieron casi todos los miembros de la Organización de Estados Americanos, excepto México, Uruguay, Bolivia y Nicaragua… estos últimos no se equivocaron.

Hubo conciertos masivos; en la frontera de Colombia se celebró el Venezuela Aid Live, evento “en beneficio” de los ciudadanos de la nación bolivariana, donde se coreaba el nombre de un personaje creado por el imperialismo estadunidense empecinado en mantener sus doctrinas vigentes en el que, se esfuerzan, siga siendo su patio trasero: América Latina.

Hablamos de Juan Guaidó, a quien los partidos Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo le han frenado su presidencia en las postrimerías del 2022, en busca de una nueva estrategia.

Y es que es innegable que, pese al apoyo de la Unión Europea y otros actores preponderantes del concierto internacional, el proyecto Guaidó fue un fracaso que, más allá de amainar el gobierno de Nicolás Maduro, exacerbó la debilidad de la oposición venezolana, incluso con el apoyo de los Estados Unidos en la era Trump.

Además, en este periodo de “presidencia” que encabezó Guaidó, también se desarrollaron extraños episodios como el de la Operación Gedeón, una misión orquestada por exmilitares de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que en mayo de 2020 buscaba capturar a Nicolás Maduro y la cual también fracasó. Con sus debidas proporciones, aunque son temor al paralelismo, fue una especie de Bahía de Cochinos para la revolución bolivariana, donde el imperialismo quedó muy mal ante el mundo.

Peor se vino la debacle para Estados Unidos cuando ya en 2022, en el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania, el presidente Joe Biden pidió petróleo a Venezuela a cambio de reducir las sanciones que tiene contra el país sudamericano, dado que debió frenar las importaciones de petróleo ruso a su nación para apoyar a los ucranianos. Pero, cuando debió hacer las negociaciones, ¿a quién buscó la Casa Blanca? A Maduro, no al presidente “legitimo” que había impuesto, Juan Guaidó.

Hoy, la administración de Maduro no sólo se ve fortalecida por la caída de Guaidó, si no también por las fuerzas que lo rodean: Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil, y Gustavo Petro, en Colombia, serán claves este 2023 para la región, más aún cuando el presidente colombiano fue en días pasados a Caracas para seguir con los planes de reapertura en la frontera de ambos países, luego de los conflictos que su nación y Venezuela sufrieron en la era de Iván Duque (2018-2022).

El injerencismo de los Estados Unidos ha venido decayendo en los últimos años; por ejemplo, recordemos el fracaso que significó para la derecha boliviana el golpe a Evo Morales en 2019, cuando se impuso como presidenta a Jeanine Áñez, hoy presa en su país, el cual, luego de elecciones generales, terminó eligiendo nuevamente no sólo a la izquierda, sino también a uno de los más importantes ideólogos de Morales: Luis Arce Catacora.

Estos ejemplos, más las victorias de Gabriel Boric, en Chile; el regreso de Lula, en Brasil; la primera victoria de la izquierda, en Colombia e incluso el crecimiento de gubernaturas de Morena, en México, muestran una creciente ola progresista en el continente, mientras la derecha se reagrupa, cambia de estrategias una y otra vez, y, en síntesis, se ve superada por la organización social. El ejemplo mexicano es cómo el conservadurismo muta una y otra vez en Va por México, Futuro 21, Unid@s, FRENAA y demás iniciativas, algunas en las cuáles Claudio X. González es el mismo organizador, sin lograr dar forma a un objetivo claro ni obtener el apoyo social necesario para destacar.

El reto para la izquierda será aprovechar este impulso del que goza y demostrar que no sólo puede actuar en cada uno de los países que gobierna, sino en un colectivo que coloque a América Latina como una región que compita contra EU, la Unión Europea e incluso contra China e India, un gigante, no dormido, más bien cauteloso. Asimismo, luego de la emergencia sanitaria por el covid-19, es una excelente oportunidad de que la región destaque ante el caos económico y social, como puntera en turismo, exportaciones y derechos sociales.

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