Desde hace unos días estamos observando una escalada en el nivel de desesperación de la derecha, que se manifiesta a través de mensajes violentos, con amenazas y deseos atentatorios contra la vida del presidente de México.
Sin embargo, no tiene lógica pensar que estos sentimientos hayan sido despertados espontáneamente a nivel colectivo, como si fuera una epidemia de agresión que surgió de la nada.
Y como lo que no suena lógico suena metálico, se puede inferir que responden a una estrategia diseñada por quienes de verdad están perdiendo los espacios de poder mal habido y de negocios corruptos que consideraban suyos para la eternidad.
Pero como todas las estrategias que estos desposeídos de la corrupción han diseñado en los últimos 4 años, ésta también tiene origen en una desubicación absoluta en tiempo y espacio de parte de los que las han configurado, de los que las han financiado y de los zopencos que han sido atrapados por ellas, que terminan retorciéndose en el piso mientras echan espuma por la boca.
Estos sujetos no han podido entender que la transformación en marcha, está fundamentada en la voluntad y en la convicción de muchos millones de ciudadanos que la apoyamos. No es denostando, insultando y deseándole lo peor al presidente como van a detenerla; de hecho y para su desgracia, hoy ya no la van a detener con nada y más les valdría intentar ajustarse para comenzar a trabajar en armonía con la nueva realidad, aunque sólo sea para proteger su propia salud mental.
Tienen mucha suerte de que sea el presidente López Obrador quien encabece el proceso, con un despliegue atípico de tolerancia en relación con las necedades y excesos de estos sujetos. Si en su lugar estuviera cualquier otro, no habrían podido actuar como lo han hecho hasta hoy, ni expresar sus incoherencias abusivas con la libertad que han tenido.
Recordemos el discurso de Felipe Calderón refriéndose al tema, cuando dijo que a los violentos hay que responderles con violencia. Hoy todos estos agresores verbales y mediáticos habrían sido ya debidamente reprimidos y en el mejor de los casos solo estarían golpeados o encerrados en prisión, si no es que tendrían que ser buscados en alguna fosa clandestina, como era la costumbre del gobierno de este borrachín enfermo.
Los oligarcas resistentes abanderados por el nini Claudio X, los textoservidores alquilados que escriben o aparecen en medios de propaganda, los editores de panfletos como Milenio, Reforma o El Universal, entre otros, tienen la oportunidad de comenzar a modificar su comportamiento disfuncional para irse adaptando a la nueva realidad en la que vivimos, o pueden optar por irse a vivir a otra parte, antes de que este gobierno termine y todos los que están cansados de tolerarlos, dejen de tener freno con el discurso pacifista que promueve el presidente.
Lo más increíble es que estos nuevos guerrilleros de terciopelo, piensen que esgrimiendo un discurso patético de violencia fifí, pueden intimidar a millones de mexicanos que luchamos durante décadas contra gobiernos represores, corriendo riesgos verdaderos en nuestra integridad física. Esta transformación va a continuar sin importar hasta donde llegue su atormentada psicosis discursiva. Hoy su espectáculo psicótico se ha tornado hasta aburrido.
Como decía el filósofo francés Voltaire: “El secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo”.