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Guillermo Lasso: cuando la derecha sí puede disolver congresos
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Guillermo Lasso: cuando la derecha sí puede disolver congresos

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Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Guillermo Lasso es un político de derecha que está vinculado al sector financiero de Ecuador. Fue presidente del Banco de Guayaquil, uno de los más grandes del país sudamericano; en 2012, Lasso renunció a dicho puesto para dedicarse de lleno a la política. A través del Partido Social Cristiano, asumió la presidencia de su país el 24 de mayo de 2021.

A Lasso se le acusa en su país de presuntos delitos contra la administración pública y supuesto peculado o malversación de fondos. Ante el posible juicio político que se le venía encima, el presidente decidió disolver el Congreso ecuatoriano. A Lasso, que es de derecha, su estrategia le fluyó de maravilla.

“He escogido gobernar seis meses en el purgatorio en lugar de dos años en el infierno”, aseguró el mandatario, que va a llamar a elecciones anticipadas, en las cuales, claro, él estará en la boleta.

La facultad ejercida por Lasso es conocida como disolución anticipada de los poderes legislativos, aunque popularmente se la llama muerte cruzada porque implica que, tanto los congresistas como el presidente terminen sus funciones con antelación.

Con los índices de aprobación de Lasso en descenso, en algunos casos, asegura The New York Times, por debajo del 20 por ciento, tendrá que gobernar por decreto hasta que se celebren nuevas elecciones. La Constitución le otorga a la autoridad electoral nacional siete días para establecer la fecha de la votación presidencial y legislativa. El presidente y la Asamblea Nacional que resulten elegidos gobernarían hasta el final del mandato original, 2025.

En este contexto, la Corte Constitucional de Ecuador rechazó las demandas presentadas contra la disolución del Congreso, mientras debatía su destitución por las acusaciones de corrupción… La oligarquía se apoyó sin problemas.

En contraste, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), expresó a través de un comunicado: “Advertimos que se abstenga de emitir medidas que vayan a afectar los derechos humanos, los bolsillos del pueblo ecuatoriano y temas sensibles que pueden convulsionar el país”.

Al sur de Ecuador está Perú, un país en el que el expresidente Pedro Castillo, de izquierda, campesino, venido de la clase humilde, también disolvió el Congreso, con el juicio internacional inmediato sobre sus hombres. “Categóricamente rechazamos cualquier acto contrario a la Constitución de Perú, rechazamos cualquier acto que socave la democracia en Perú”, expresó en su momento el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Ahora, sobre Lasso, el mismo órgano de los Estados Unidos dice: “Nuestra relación bilateral con el Gobierno de Ecuador y con el pueblo ecuatoriano permanece fuerte (…) Estamos al tanto de esta decisión de disolver la Asamblea Legislativa. Apoyamos las instituciones y los procesos democráticos de Ecuador y respetamos la voluntad de la ciudadanía”. Es decir, según Estados Unidos, la voluntad de la ciudadanía, que votó por asambleístas, no sólo por el presidente, es adivinada por Lasso y, con su baja popularidad, decidió gobernar solo.

Pedro Castillo está en la cárcel, y en los medios masivos se le hizo un juicio paralelo para minimizar aún más su movimiento y su persona, pese a que en las calles de Perú había muestras de apoyo al exprofesor campesino, las cuales el gobierno de la presidenta Dina Boluarte reprimió hasta con lujo de violencia. Lasso… Lasso está vinculado al sector financiero de Ecuador, tiene el apoyo de los Estados Unidos… Lasso es de derecha.

Las disoluciones de congresos de forma arbitraria y a complacencia de los líderes irrumpen de forma negativa en el desarrollo de los sistemas gubernamentales que se aceptaron en América Latina: las democracias, en cualquiera de sus variables. Los pesos y contrapesos son necesarios en los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales de las naciones. Hay casos donde el presidente tiene más soltura porque cuenta con carro completo enas cámaras legislativas, y otros donde batalla más porque no le fue bien a su partido en las elecciones.

Lo que no se debe permitir es lo arbitrario del juicio a los políticos, dependiendo de su posición política. Para las potencias sigue la Guerra Fría, y si es de izquierda habrá que aniquilarlo a la menor provocación, lo mismo pasó en Bolivia, aunque su sociedad logró devolver el poder a la Movimiento al Socialismo; veremos qué sucede en Ecuador, esperando que, en caso de haber protestas, no exista la represión sistemática que en ese país se ha tenido contra los pueblos indígenas y sus bases sociales más desprotegidas.

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