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Fondo Monetario Internacional, poderoso enemigo del pueblo
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Fondo Monetario Internacional, poderoso enemigo del pueblo

La instrucción de esta entidad fue terminante en Ecuador. Abandonar al pueblo a su suerte, aplicando una política despiadada de retiro de subsidios a energéticos, reducción de salarios, aumento en tarifas de servicios y plena participación de capitales privados nacionales y extranjeros, en todas las áreas productivas del país.
A cambio, el gobierno del débil presidente Lenin Moreno, recibe un préstamo de parte del Fondo Monetario, que aumentará el monto de la deuda pública en la pequeña nación.
Como vemos, la receta del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, es una: otorgar créditos a países en problemas financieros, bajo condiciones que implican privatizaciones, aumento de recaudación, vía impuestos, sin importar el daño social y un abandono casi total, a los programas de bienestar ciudadano.
Para los organismos internacionales, el grueso de la población en cualquier país, tiene poca importancia. Las condiciones para la subsistencia de los grupos vulnerables, deben ser mínimas y solo para evitar manifestaciones de descontento o violencia, cuando el límite de resistencia de los ciudadanos, ha sido rebasado por medidas demasiado severas.
Los organismos internacionales señalados, proponen acciones de gobierno que concentren la riqueza en pocas manos. Preferentemente si estas manos son de quienes manejan los grandes capitales mundiales.
Eso fue lo que sucedió en los últimos días en Ecuador. Las medidas dictadas por el Fondo Monetario, e implementadas por Lenin Moreno, cruzaron la línea que el pueblo ecuatoriano estaba dispuesto a admitir y se generó una situación de inestabilidad, represión y violencia, que dejó como saldo siete personas muertas y cientos de arrestados y desaparecidos durante los días de enfrentamiento.
Haciendo un balance inicial del conflicto, podemos ver a quienes ganan y a los que pierden después de estos hechos que tuvieron cobertura mundial, a pesar de la violenta censura a medios, por parte del gobierno ecuatoriano.
En primer lugar, pierde mucho en credibilidad el Fondo Monetario Internacional. La imagen de este organismo, de por sí mala ante la opinión popular, se mancha un poco más, al quedar de manifiesto que la idea de aplicar está política de ajuste, contraria a los interese de las clases desfavorecidas, es de su autoría.
Pierde Lenin Moreno bastante, al demostrar su disposición clara hacia la violencia, para solventar una crisis social, que se manejó en todo momento de manera pacífica. La violencia causa, vino de un gobierno represor y la respuesta con violencia, que en determinados momentos observaron algunos grupos reprimidos, se justifica ante la falta de tacto y oficio político del gobierno.
Una manifestación pacífica multitudinaria, no se controla con el uso de la fuerza.
Lenin Moreno tiene que echar reversa al final y se exhibe como incompetente ante el Fondo Monetario y los poderes económicos nacionales y extranjeros, que operaron para la implementación de la fallida reforma. Se mantiene en el poder, pero no hay seguridad de que pueda gobernar en adelante, según los deseos de quienes hoy lo controlan desde el extranjero.
Este escenario se ha repetido muchas veces en diferentes países del mundo. Es una de las herramientas preferidas por quienes son dueños de los grandes capitales.
Ofrecen préstamos millonarios a países pobres o emergentes, a cambio de la aplicación de políticas públicas que les permitan realizar jugosos negocios en esas naciones, o especular con los contratos y concesiones que les otorga el gobierno.
La ayuda a la nación es un engaño. En realidad endeudan al país. Se llevan una buena parte del producto interno bruto anual por concepto de intereses de deuda y por si fuera poco, absorben los mejores negocios que pueden desarrollarse en el país.
Aquí en México, el presidente López Obrador, advirtió al pueblo y a los organismos internacionales señalados, que las recetas que en el pasado llegaban del extranjero para definir la política nacional, ya no operan en tiempos de la Cuarta Transformación.
México no requiere contratar más deuda pública para reorientar su economía. No más política salvaje, que atente contra la economía familiar y signifique un deterioro en la calidad de vida de millones de ciudadanos.
Esta definición nacionalista que se basa en los recursos el país para alcanzar el desarrollo deseado, contrasta con la visión neoliberal que identificaba a los gobiernos de la derecha. Las reglas de participación para capital público y privado, nacional e internacional, las fija el actual gobierno, de acuerdo a las necesidades reales del país. La Cuarta Transformación no acepta imposiciones del exterior.
Con todo, el Fondo Monetario Internacional diagnosticó hace unos días una baja en el índice de desarrollo de nuestro país para el próximo año, si el gobierno no sigue las siguiente medidas: aceptar una mayor inversión privada en Pemex y otras áreas económicas, incrementar el impuesto al valor agregado (IVA) al dieciséis por ciento, gravar los productos que actualmente se encuentran exentos de ese impuesto (alimentos y medicinas).
También pretenden que los apoyos sociales sean “focalizados” a sectores sociales vulnerables y no como ocurre ahora, al total de la población nacional.
Muchas de estas “recomendaciones” vienen disfrazadas, como alternativas para el crecimiento, pero en realidad se trata de políticas duras en contra del grueso de la población nacional y a favor de quienes controlan los capitales nacionales y extranjeros.
La misma receta que ha llevado a la miseria a muchos países, se replica una y otra vez en distintas naciones, a las que con el anzuelo del “crédito millonario” convencen de que es la única vía adecuada para salir adelante.
Aquí en México vamos saliendo de un periodo neoliberal, caracterizado por aplicar este tipo de políticas foráneas. Los gobiernos de entonces, hacían una función gerencial que tenía como único fin, el aplicar las medidas económicas que se definían en el extranjero.
Ellos no gobernaban. Eran simples marionetas en manos de los grandes capitales.
En Ecuador, después de días de violencia, se deroga el decreto inmoral, promulgado por Lenin Moreno. Lo que venga después de esto, es aún impredecible. Los empleados más humildes y sobre todo, los pueblos indígenas que sostuvieron la protesta, hoy están de fiesta, pero deben considerar que la victoria de ayer no resuelve el problema en forma definitiva. Viene un nuevo decreto, sobre el cual deberán estar muy pendientes.
En México, sin violencia alguna y siguiendo únicamente la vía electoral, estamos viviendo un cambio similar al que experimenta hoy Ecuador.
Nada queremos saber del Banco Mundial, ni del Fondo Monetario Internacional. Los intereses por la enorme deuda generada durante los gobiernos neoliberales, se seguirán pagando puntualmente. Pero la Cuarta Transformación rechaza cualquier nuevo crédito. No hace falta.
Y no teniendo necesidad de los recursos que ofrecen estos organismos, tampoco interesan las recetas económicas que pretenden vendernos como “las más adecuadas para el país”.
Los pueblos latinoamericanos están demostrando que se puede salir adelante, sin necesidad de vender la soberanía y el futuro de las naciones.
Al menos, quienes menos tienen en México y Ecuador, así lo consideran en este momento histórico.

Malthus Gamba

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