La nostalgia permanente que demuestra la derecha por la desaparición del FONDEN, un fideicomiso cuya existencia era, se suponía, para enfrentar las consecuencias de los desastres naturales, pero que en realidad sólo servía para que los gobiernos estatales se robaran el dinero, es otra de las manifestaciones evocadoras de un pasado de saqueo institucionalizado que ya se fue.
Hoy los desastres naturales reciben la atención directa e inmediata del gobierno federal, particularmente del presidente de la República, destinándoles el presupuesto que sea necesario, sin cortapisas ni regateos.
Así lo vimos en los casos de Nayarit con los huracanes de hace 2 años, en Villahermosa con la inundación ocasionada por el desfogue de las presas y lo estamos viendo en Oaxaca con el desastre que causó el huracán Agatha.
Antes cuando había un evento que ocasionara la pérdida de viviendas y bienes a la población, los gobiernos estatales declaraban una situación de emergencia, el FONDEN les entregaba dinero supuestamente para atenderla y desaparecía como por arte de magia, dejando a los afectados abandonados con su pérdida. En el mejor de los casos les daban una despensa y desaparecían.
Solo hay que recordar la decidida intervención de Peña Nieto en los desastres ocasionados por el terremoto en este mismo estado de Oaxaca, donde fue para sacarse la foto aparentando ayudar a remover escombros, para terminar diciéndole a los damnificados que la solución era que organizaran tandas entre ellos para reconstruir sus casas; esto con todo y FONDEN.
Desde el inicio de este gobierno, la presencia de los funcionarios federales en los lugares donde se presenta el desastre para evaluar los daños, e incluso del mismo presidente de la República, es casi inmediata. Se realiza un censo de los daños y de las personas damnificadas, se les proporciona ágilmente el dinero necesario, en entregas directas, para reconstruir sus viviendas, así como un paquete de enseres domésticos a fin de que puedan comenzar a recuperar su patrimonio.
Así sucedió en Nayarit y en Villahermosa, donde incluso el gobierno compró enseres domésticos que excedieron las capacidades inmediatas de entrega por parte de todos los proveedores nacionales. Antes ¿Cuándo se había visto algo así?
Hoy en Oaxaca, con el paso del huracán Agatha, que afectó a 19,362 viviendas en distintos grados de destrucción, la respuesta del gobierno federal fue inmediata. Se realizó el censo y se les están entregando 30 mil pesos para reparaciones a quienes no sufrieron pérdida total; 60 mil a los que si la tuvieron y a todos les entregarán un paquete de enseres domésticos integrado por un refrigerador, una estufa, un colchón, un ventilador, una licuadora y un juego de sartenes, lo que suma un total de 6,513 millones de pesos, sin FONDEN.
Además se reconstruyen ya los caminos afectados y la infraestructura necesaria que fue devastada por el huracán. Todo esto sin que intervenga ningún mecanismo oscuro e inútil como el FONDEN, sino con la participación directa de las fuerzas armadas que se van a asegurar de que todo llegue donde tiene que llegar.
Así es que mientras los miembros de la derecha trasnochada y sus monigotes repetidores de mantras, aprovechan cualquier llovizna para posicionar tendencias cada vez más diluidas en las redes sociales con la palabra FONDEN, en una invocación casi religiosa para que regresen los mecanismos de corrupción a la vida pública, los damnificados de los desastres reciben apoyo inmediato y efectivo de un gobierno cuya preocupación dejó de ser robarse el dinero, para enfocarse en conseguir el bienestar de los que lo necesitan más.
Como dijo el filósofo venezolano Andrés Bello: “Sólo la unidad del pueblo y la solidaridad de sus dirigentes, garantizan la grandeza de las naciones”.