Rafael Redondo
@redondo_rafa
Atreverse a explorar caminos desconocidos trae consigo críticas de quienes prefieren la comodidad de una zona de confort; pero agua estancada se pudre.
A ello se enfrenta AMLO en muchos rubros pero hoy quiero hablar sobre la solicitud de disculpa a España por los abusos cometidos durante la conquista.
Hacer una solicitud de este tipo intenta romper con la mentalidad colonial indiscutiblemente presente en nuestro país. Que quien cometió esos actos de aniquilación cultural reconozca que van en contra del más mínimo respeto que todo ser humano merece provocaría un cambio en nuestra psique y muchas de nuestras conductas cotidianas cargadas de violencia y racismo comenzarían a tener una carga moral negativa.
Ayer leí un artículo sobre la posible participación de Yalitza Aparicio en el papel protagónico de una versión de Pocahontas y los comentarios de muchos lectores eran atroces: “No podrá con el papel, no es actriz, parece “sirvienta”, la nominaron al Óscar casi por lástima, es una india”; así, con todas sus letras.
Esta chica está poniendo el nombre de México en alto, ha demostrado un temple y una inteligencia indiscutible. A mí me sorprende ver su seguridad al desplazarse en un mundo totalmente ajeno a ella hasta hace poco tiempo; eso sólo es producto de habilidades peculiares. Sin embargo, un sector de mexicanos le cuestionan todo; he escuchado gente mexicana que odia a Dior desde que Yalitza apareció como su imagen.
Estos comentarios son la evidencia de que para un sector de la población una mujer de una etnia original de México no merece el lugar que tiene sólo por su origen y su color de piel.
Cuando leo o escucho la cantaleta de que AMLO divide al país mi conclusión es que esa gente no ha reflexionado sobre nuestra historia o no ha visitado el Zócalo de la Ciudad de México donde un templo católico europeo se ostenta gallardo pisoteando un templo mexica enterrado, humillado, despedazado. Nuestro país carga con una división de origen: conquistador vs conquistado, triunfador vs derrotado, europeo vs indio, blanco vs moreno.
En México a diferencia de Estados Unidos, no se aniquiló a todos los nativos de estas tierras, los confinaron en reservas. Existió un proceso de mestizaje y para “resolver” este proceso surgió una organización de la sociedad colonial llamada “de castas” donde el escalafón era proporcional al tono de piel; más oscura tu piel, menos privilegios.
Este sistema no lo hemos superado, por eso existen los Peñas, los Videgarays y compañía a quienes no les produce ningún conflicto moral disponer a su antojo de los recursos de un país pues en su mentalidad colonial, anacrónica y retorcida se lo merecen; ellos se consideran al margen de un pueblo al que consideran inferior, porque son más “blanquitos”, porque han ido a estudiar al extranjero (la palabra “extranjero” es el aval colonial de adquisición de prestigio, de pertenecer a un grupo privilegiado).
Por eso existen los Woldenbergs, las Dressers, los Martín Morenos y la lista de “pensadores” que ya muchos conocemos, quienes odian que se les critique porque ellos son los únicos que tienen derecho a pensar en el país pues según su mente torcida, ellos por las mismas razones anteriores (el tono de piel, su aval de haber pisado una escuela en el extranjero, por tener un apellido no común y por medio masticar otro idioma) están por encima del resto de la población a quienes consideran pobladores de un país de idiotas. Por eso seguimos elogiando actores y actrices rubios como nuestros modelos aspiracionales, por eso el guapo de la familia es el menos moreno.
Bajo esa mentalidad colonial retrógrada, anacrónica y dañina, Yalitza Aparicio no merece trabajar en la meca del cine ni ser imagen de una de las marcas de moda más importantes del mundo; dentro de esta mentalidad ella merece estar limpiando una casa.
Esta mentalidad que a unos privilegia y a otros los hace vivir en la frustración intentando a toda costa enterrar sus orígenes indios o mestizos debajo de caros atuendos de marca, de tarjetas de crédito de tiendas que creen los sacan de su nivel dentro del sistema de castas, de ocultar al miembro más moreno de la familia y dejarse seducir por el clasismo rancio del programa de Martha Debayle; por esa mentalidad colonial en México muchos y muchas viven esclavos del peróxido.
Un reconocimiento por parte de España provocaría en nuestra psique una transición afortunada; entender que cualquier acto de conquista es un atentado a los más básicos derechos humanos y es moralmente condenable, es una vía para cerrar la herida y quitarnos de la cabeza que el origen étnico no lo decidimos ninguno de nosotros pues nadie sabe qué sucede antes de que lleguemos al mundo y no conozco a nadie que haya recibido un catálogo para elegir nacer escandinavo o chino; para de una vez por todas entender que el color de piel no define a la persona, la definen sus acciones. Para quienes aún no entienden el por qué Yalitza es muy solicitada: se ha convertido en un estandarte a nivel mundial del rechazo a mentalidades coloniales, de siglos de opresión a comunidades sólo por su etnia.
El rol más importante de esta chica no está en la ficción sino en la realidad; en los derechos indiscutibles de grupos olvidados, pisoteados, negados quienes hoy tienen la oportunidad de por lo menos hacerse visibles.
No señores, la solicitud a España no es demagogia y no es AMLO quien divide, él sólo se ha atrevido a tocar un tema fantasmal, a poner el ojo en la basura que tenemos escondida debajo de la alfombra y de la que ningún líder había hablado. Esa basura que cuestiona las capacidades a una mujer morena pero no cuestiona que Paulina Rubio grabe discos y no cante porque ella luce un dorado falso, tan falso como la evasión cotidiana de nuestra realidad mestiza.
Ya es tiempo de reconocernos como país mestizo y por eso rico; que muchos de nuestros valores no llegaron de España, son endémicos. Que nuestra creatividad, nuestro gusto por el color, nuestros hábitos de higiene, nuestro arte el de verdad, nuestra sensibilidad, nuestra fe genuina, etc son endémicos no son ningún regalo de Europa.
Es necesario que transitemos de anhelar los pelos güeros hacia la construcción de una verdadera identidad donde caben rubios y morenos y así construir una nación pluricultural gracias a los pueblos originales y a la herencia española. Ese es el único camino para convertirnos en la nación fuerte y sólida que ya nos merecemos.