Hasta hace unas semanas el berrinche de la oposición y de todos sus voceros se concentró en la desaparición de los 109 fideicomisos del gobierno, que habían sido diseñados y estructurados como mecanismo de opacidad, para poder disponer del dinero del erario sin supervisión alguna y en beneficio de grupos privilegiados.
De parte de los gobernadores beligerantes, el asunto llegó hasta la suprema corte, donde ha sido rechazado por improcedente, pero en la defensa de estos mecanismos de saqueo, hicieron su mejor esfuerzo.
Como el trabajo de transformación no se detiene y está aplicándose en todos los rincones en los que se encuentran enquistados los órganos que favorecían el saqueo, la corrupción y la opacidad, conforme se logra desactivar los que son más onerosos para las finanzas públicas, les va tocando a otros grupos de instituciones que fueron formadas con este propósito; primero están siendo blanco de debate público, para después pasar a ser transformados por el Poder Ejecutivo.
Y así, de tiempo en tiempo, el berrinche de la oposición y de sus medios de información, va transitando con una sincronía hasta divertida de un tema al que sigue. Ya pasaron los fideicomisos; ahora les toca llorar por los órganos autónomos que se están volviendo inútiles o inoperantes, porque la nueva estructura de funcionamiento del gobierno ya no los requiere.
Ahora el centro del escándalo se encuentra en la posible desaparición del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información o INAI, cuyas acciones principales se concentraron en reservar asuntos importantes como ocultos al público en general, completamente en contra de lo que su mismo nombre indica.
Un instituto que tiene 26 direcciones con sueldos de hasta 300 mil pesos mensuales, que cuesta alrededor de 1000 millones de pesos anuales del dinero público y que de acuerdo con el nuevo modelo conceptual del gobierno, se puede sustituir mediante la obligación de las autoridades a transparentar cualquier información en un término de 72 horas y además, se puede coordinar desde la Secretaría de la Función Pública.
La oposición aprovecha cualquier tema para externar su berrinche en contra de la transformación, porque cada acción emprendida para fortalecer este nuevo modelo conceptual, aleja más las oportunidades que tendrían de regresar al pasado de privilegios que los cobijaba.
Lo que todos los demás debemos tener claro, es que dentro del nuevo modelo de gobierno hay organismos creados en el pasado, como el INAI, con la función de simular una realidad alternativa para el público en general, que ya no es necesaria, porque ya no hay nada que ocultar. Son entidades obsoletas e inoperantes, que antes servían para fortalecer a unas instituciones diseñadas para el saqueo, que poco a poco van dejando de existir.
Si las instituciones del pasado se van modificando gradualmente en instituciones incluyentes para beneficio de todos, como está ocurriendo, toda la parafernalia creada alrededor para proteger el funcionamiento de saqueo para el que estaban diseñadas, deja de ser útil y el gasto que representan puede ser reorientado para los propósitos de las nuevas instituciones que es el beneficio de la mayoría, como salud, educación, seguridad y bienestar.
Por supuesto, los que eran beneficiarios directos del modelo conceptual del pasado, están muy angustiados al ver desmoronarse el mundo de privilegios en el que vivían, mientras ven desaparecer las estructuras que lo soportaban. Es normal; tienen miedo.
Como dijo el poeta mexicano Octavio Paz: “Las masas humanas más peligrosas, son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…. del miedo al cambio”.