El peor momento del periodismo tradicional: El pueblo ya no les cree
Si uno se detiene un poco y mira la forma en que el periodismo tradicional se comporta en tiempos de la Cuarta Transformación, se dará cuenta de que la prensa conservadora pasa por el peor momento de su historia y de que los exponentes que la representan son en realidad, de segunda clase.
Jamás se había dado en nuestro país una situación como la vivida en el presente, donde la mayoría de los medios de comunicación conocidos, carecen de credibilidad social.
Los tiempos en que Jacobo Zabludovky era la voz indiscutible en cuanto a información se refiere y su noticiero 24 Horas, el vehículo que daba cuenta de la realidad nacional a todo el país, se fueron para no volver.
Acostumbrados a ser críticos de todo, no saben cómo comportarse ante un nuevo escenario nacional, donde también ellos son criticados.
Los medios masivos de comunicación y mucha de la pequeña prensa nacional, recibieron por décadas beneficios de los gobiernos en turno. Para nadie es secreto que la publicidad que pagaba el neoliberalismo de manera pródiga, tenía como propósito, el inclinar la opinión del periodismo, a favor del partido político y de aquellos personajes que constituían el aparato de administración pública.
Buena parte de la prensa nacional, era “chayotera”. Vivían bien y no demostraban escrúpulo alguno, cuando la realidad del país se alteraba o deformada en sus notas habituales.
La sociedad no tenía otra manera de acercarse a los acontecimientos diarios. Estaba obligada a creer incondicionalmente en la palabra de Jacobo y demás informadores oficiosos.
La frase: “lo dijo Jacobo anoche” era terminante. Cualquier noticia adquiría el carácter de verdad, una vez salida de los labios del sacerdote supremo de Televisa.
Hoy las cosas son totalmente distintas.
Ni Televisa, ni Azteca TV, son propietarias de una verdad incuestionable. Es más, la credibilidad en estos medios ha caído estrepitosamente.
Y si uno mira con detenimiento, puede observar de que ni por asomo, existen periodistas con la capacidad de Zabludovsky, que con todos los defectos que usted quiera, atraía la atención de los espectadores.
Loret de Mola, sale de Televisa por la baja audiencia que registran sus programas. Lo mismo les sucedió a López Dóriga, Adela Micha, Brozo y otros.
La gente no se informa con ellos. Perdieron la confianza de una sociedad que entendió al fin, que le mentían.
Estos personajes de reputación manchada, se refugian hoy en día en la radio, donde su cobertura informativa es menor. También incursionan en redes sociales, donde a pesar la enorme cantidad de bots que tienen contratados, reciben palizas constantes, por su falta de objetividad informativa.
Al parecer, los periodistas conservadores están muy acostumbrados a servir a un amo. La libertad de prensa es un concepto que no entienden. Fueron incondicionales de los gobiernos neoliberales y al perder éstos el poder, buscaron el cobijo de los dueños de los grandes capitales y las fuerzas políticas derrotas.
Hoy son defensores férreos de la reacción y sus plumas destilan a diario la desinformación que pretenden seguir ofreciendo como verdad.
Pero sucede que su calidad periodística es considerada mala, por parte de los ciudadanos. Los espejitos y cuentas que pretenden vender como oro fino, son despreciados.
Toda acción del gobierno de la Cuarta Transformación, es calificada de errónea.
No importa sin son juiciosas las decisiones, o si traen consigo beneficios a la sociedad. Les pagan por hablar mal del presidente y de toda iniciativa de gobierno.
Cuando no hay situaciones relevantes para criticar, los conservadores echan mano de cualquier hecho menor, susceptible de ser explotado.
Es como si trabajaran a destajo y si no producen su cuota habitual, el salario no llega.
El día de hoy amaneció tranquilo, noticiosamente hablando. No había temas nacionales de relevancia para criticar.
Pero como “el hambre es canija” y chayotero que no trabaja, al parecer no cobra, los comentócratas de la derecha se dieron a la tarea de desvirtuar el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana.
Una crítica tendenciosa y superficial, como suele suceder con la mayoría de notas que nos ofrecen.
Raymundo Riva Palacio en El Financiero y en el portal Eje Central (“dicen los que saben” que es de su entera propiedad, aunque él lo niega), nos habla de la pésima decisión presidencial al organizar un desfile conmemorativo, en un día no feriado. Ese es el argumento que utiliza para cumplir con su cuota diaria de golpeteo al presidente y a la Cuarta Transformación.
Pascal Beltrán del Río, manifiesta su molestia contra el presidente por el costo de un desfile que había sido abandonado por los gobiernos neoliberales. ¿Cuánto costó esta conmemoración?
Ambos periodistas reaccionarios, hablan de “un capricho del presidente”, restando cualquier valor histórico al evento.
Lo que los hace caer en el ridículo, es la obstinación en señalar que las acciones del presidente y de su gobierno, conducen al país a una catástrofe inminente.
Para ellos no existe Cuarta Transformación. Los cambios que se están dando ininterrumpidamente, son una suerte de espejismo creado por López Obrador y sus operadores políticos.
La realidad que nos pintan, está en la estabilidad, seguridad y bienestar que disfrutábamos todos los mexicanos, durante el periodo neoliberal.
A partir de la llegada de la Cuarta Transformación al poder, todo es caos y tragedia.
Los mexicanos podemos entender que para eso se venden estos periodistas y por eso les pagan. Es un trabajo muy similar al que realizan los bots en redes sociales. Ahí también se paga por descalificar a quienes no desean el regreso de los conservadores al gobierno. La mayoría de las granjas de bots, son controladas por los distintos grupos reaccionarios en el país.
¿Cuál será el futuro de este tipo de periodismo?
Sin hacerle al adivino, tal y como acostumbra Raymundo Riva Palacio y otros comentócratas idénticos a él, la crisis de este tipo de informadores se agudizará en el corto plazo.
Con el proyecto de amplia cobertura a Internet en todo el país, la preferencia informativa que tienen las redes sociales actualmente, se incrementará en forma significativa.
La gente se alejará cada día más del periodista mentiroso y de todo lo que huela a engaño y falsedad.
Quizá estamos asistiendo a la fase terminal de una prensa que no pudo entender a tiempo el cambio histórico que estamos viviendo y que por lo mismo, intentó hasta el fin mantener una conducta personal y un compromiso profesional, de muy mala, o nula calidad.
Habría que ir pensando en un servicio fúnebre, para este tipo de periodismo y periodistas.
Están viviendo los tiempos que anteceden a la extinción.
Malthus Gamba