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DE TIN MARÍN, YA ME JODÍ
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DE TIN MARÍN, YA ME JODÍ

Achichincles de “moronga azul. “Segundones”.
Esos fueron los calificativos que certeramente colocó el presidente López Obrador, a dos integrantes de la prensa rancia, que hoy viven del odio declarado a un presidente que les cortó la vía de recursos económicos, cancelando el millonario pago de “chayote”.

Carlos Marín y Joaquín López Dóriga, pertenecen al grupo selecto que fue invitado a visitar el búnker construido por Genaro García Luna, con el fin de “apantallar” a la sociedad mexicana, mostrando un centro de mando y logística, a la altura de los mejores en el mundo.

Joaquín y Marín, ahora sí que jugando al “de do pingüé”, fueron “chamaqueados” por un García Luna corrupto, que pagaba fuertes cantidades económicas a la prensa chayotera, para que publicaran y aplaudieran todas las acciones que emprendía la Secretaría de Seguridad Pública, sin hacer preguntas incómodas, ni realizar trabajos de investigación que pusieran en aprietos a un secretario de seguridad ligado a la delincuencia organizada.

Hoy sabemos que el circuito de cámaras y pantallas que fue aplaudido por estos dos decadentes periodistas y por otros iguales a ellos como Raymundo Riva Palacio, nunca transmitió en tiempo real. A los periodistas deslumbrados con la modernidad del centro de operaciones “de mentiritas”, se les proyectaban videos que correspondían a escenas previamente grabadas y que ellos creían ver en tiempo real.

¿Qué podía importarles eso a Carlos Marín y a Joaquín López Dóriga?

Nada. Ellos recibían su parte del pastel de manera religiosa y cumplían con la parte del trato acordado, generando notas de reconocimiento al trabajo de Genaro García Luna.

Esa forma de hacer periodismo, ya forma parte de la trayectoria de estos dos desacreditados comunicadores.

Pero su presente no mejora nada. Carlos Marín se ha empeñado en una defensa de Genaro García Luna, igual de ridícula a la que hacen Ciro Gómez Leyva y Felipe Calderón, intentando tapar el sol con un dedo.

García Luna fue declarado culpable por un jurado en la Unión Americana. Está a la espera de la sentencia que fijará el juez en junio de este año y que mínimamente será de 20 años de prisión, al ser encontrado culpable de los cinco cargos que enfrentó en su juicio.

Joaquín López Dóriga escupe bilis al micrófono, cada vez que sale a colación este tema y culpa de sus errores personales y profesionales, al presidente López Obrador. “Campaña sucia” en su contra, llama a la acción de destapar la coladera donde se acumulaba la suciedad que se fue generando en el área de seguridad pública, desde el gobierno de Vicente Fox y que detonó en violencia extrema durante el sexenio de Felipe Calderón.

Ese periodismo decadente, lo vemos en todas partes.

Hoy en El Universal, aparece una nota mentirosa escrita por uno de los desinformadores mejor pagados en México y en la Unión Americana. Jorge Ramos.

Este personaje que se ostenta como mexicano preocupado por su país, aunque viva en Estados Unidos desde hace mucho y se dedique a defender permanentemente los intereses norteamericanos en cada una de sus columnas, escribe que es una mentira que los niveles de inseguridad en Estados Unidos, sean más altos a los que se registran en México.

Ramos presenta cifras manipuladas a conveniencia, para respaldar sus dichos, pero para nada toca a los cárteles de las drogas en suelo norteamericano, que se dedican a la distribución y venta de estupefacientes.

Es decir, México es inseguro porque existe una delincuencia organizada dedicada a introducir droga a Estados Unidos. Pero pasando nuestra frontera norte, la droga, según la óptica de Jorge Ramos y de la prensa y los políticos norteamericanos, se distribuye milagrosamente entre el grueso núcleo de consumidores que la esperan ansiosamente, a lo largo y ancho del territorio de ese país.

Ningún poderoso cártel interviene en esa actividad y por esa razón, Estados Unidos puede ser considerado país seguro. Un milagro más del capitalismo.

Según el periodista mexicano Oscar Balderas, los grupos supremacistas norteamericanos Hermandad Aria, Grupo Ario de Oklahoma y Círculo Ario, son los responsables de la distribución de droga en Estados Unidos. Son parte fundamental de la poderosa maquinaria que se responsabiliza de que la droga llegue al gran mercado de consumidores en ese país.

Y de esas organizaciones nada dice Jorge Ramos.

Tampoco habla de la Asociación Nacional del Rifle, que es la más interesada en que la venta de armas a los cárteles de la delincuencia organizada en México, siga prosperando como negocio rentable. Sin armamento, los grupos de la delincuencia en nuestro país, quedarían reducidos a nada.

Cada que se rasca un poco el cascarón podrido de la oposición, aparece el lloradero de los afectados. Hablan de “persecución política” en su contra. De autoritarismo y de abuso de poder por parte del presidente en la conferencia mañanera.

Aún con la coladera abierta y quedando a la vista la suciedad que se dio durante el neoliberalismo, niegan que sea verdad lo que el pueblo de México ve con claridad.
El conservadurismo apesta. La oposición se estuvo pudriendo por espacio de 36 años y ninguna parte del árbol contaminado se salvó.

El juego de “Joaquín, Marín de Do Pingüe”, donde la verdad se evita, pretendiendo suplantarla con una mentira que ya no puede ser aceptada por la sociedad mexicana, es el estertor de una oposición sin presente ni futuro.

Una oposición que es representada por personajes como García Luna, Felipe Calderón, Marko Cortés, Claudio X González y “achichincles” como López Dóriga, Carlos Marín, Jorge Ramos, Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva. Por intelectuales como Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín y Héctor de Mauleón.

Defender la corrupción para que retorne al poder en 2024, tiene el efecto bumerán que beneficia al Movimiento de Transformación.

La oposición se autoinmola en un ritual ridículo en donde se piensa que esa defensa en favor de lo corrupto, puede posibilitar un retorno al pasado.

Esa ruta está cerrada y no lo entienden. El pueblo de México en amplia mayoría nada quiere saber de neoliberalismo. La gente no les va a dar su voto.

Por eso, el juego de los “achichincles” que reza “De tin Marín, de do pingüe”, debería terminar con algo así como “ya me chingu3”

Malthus Gamba

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