Cómo se incuba el embrión de una derrota
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
Después de 20 años desde la matanza estudiantil de Tlatelolco urdida por el Estado Mayor Presidencial, el hegemónico PRI tuvo en 1988 la primera fractura, anticipo ignorado del derrumbe que ocurriría estrepitosamente 30 años más tarde, en 2018, con el sello de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
La férrea dictadura priísta, pese a sus constantes capas de maquillaje democrático que se ponía cada sexenio, IGNORÓ EL SENTIR POPULAR y las heridas abiertas en el 68 y las represiones del 71, que seguían supurando cuando el gobierno de Miguel de la Madrid NO SUPO REACCIONAR oportuna ni debidamente ante el terremoto de 1985. Ante el pasmo oficial, la ciudadanía actuó de inmediato auto-organizándose en brigadas para remover escombros y rescatar mujeres, niños y hombres que yacían bajo toneladas de cemento y varillas que les cayeron encima.
Cuando en la residencia oficial de Los Pinos apenas se reunían los funcionarios para ver qué hacer, el pueblo urgido por la tragedia ya estaba rescatando bebés y mamás en el derrumbado Hospital General de la colonia Doctores del DF, igual que a hombres y mujeres que se preparaban para ir a trabajar en Tlatelolco. Cubiertos de polvo y con manos ampolladas se volvieron HÉROES sin proponérselo ni buscarlo, sólo les importaba rescatar gente, con lo que tuvieran a la mano, y festejaban ruidosamente como HAZAÑA TRIUNFAL (que lo era) cada salida a la luz de alguna víctima.
Pese a este marcado contraste entre Pueblo y Gobierno, y lanzado por De la Madrid a la candidatura presidencial para cubrir su retirada, Carlos Salinas de Gortari enfrentó con un resquebrajado PRI a un naciente FRENTE DEMOCRÁTICO NACIONAL, creado por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que comenzó a crecer cuando un magnánimo ING. HEBERTO CASTILLO renunció públicamente a su candidatura en favor del Frente, que ganaba popularidad.
Cuando Cuauhtémoc Cárdenas se presentó en La Laguna (confluencia de Durango y Coahuila sobre el río Nazas) y los campesinos en masa espontánea evocaron con gratitud al GENERAL LÁZARO CÁRDENAS DEL RÍO que tanto los benefició, De la Madrid, Salinas y los jerarcas priístas se preocuparon, especialmente cuando el Sindicato Petrolero encabezado por Joaquín Hernández Galicia (La Quina) decidió apoyar al FDN desde su cuartel en Ciudad Madero, Tamaulipas, donde era un auténtico y poderoso cacique.
La alarma de Salinas por el apoyo petrolero a Cárdenas, con los enormes recursos que significaban tal refuerzo de La Quina, hizo que Raúl, el hermano mayor “incómodo”, buscara ayuda del poderoso capo norteño Juan García Ábrego, jefe del Cártel del Golfo, para contrarrestar al cacique petrolero. Ya en el poder usurpado, Salinas se cobraría como afrenta la decisión de La Quina, tal como lo hizo.
Aunque no hay evidencia documental ni autoridad interesada en recabarla, fue comidilla pública el arreglo de Raúl Salinas con García Ábrego, a deducir por el auge que registró el Cártel del Golfo durante todo el sexenio salinista,
No obstante, el PRI aumentaba sus grietas y fisuras con la “sana distancia” que impuso Ernesto Zedillo, en preparación de una pretendida “democratización”, que se frustró por la llegada de la proclamada ALTERNANCIA, que dijo encabezar Vicente Fox con las hordas neopanistas (llamadas Los Bárbaros del Norte), unidas a los neocristeros del Bajío encuadrados en la organización secreta ultraderechista El Yunque, a la que le puso reflector el periodista Álvaro Delgado en la revista Proceso, cuando la dirigía Julio Scherer García (QEPD).
Lejos de alternar el poder, Vicente Fox se amafió con el PRI y sus malas mañas, aconsejado por el nuevo “santón” PANista DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS, poderoso desde su traición al MAQUÍO CLOUTHIER para justificar la usurpación de Salinas de Gortari, quien lo colmó de influencias y prebendas. Fue entonces que nació el PRIAN, como símbolo de la corrupción desmedida, manejada desde Los Pinos.
Previo al frenesí de corruptelas y derroches de los “alternantes” panistas, nadie en las élites del PRI se percató –o no dieron la debida importancia– del sostenido ascenso del nuevo Jefe de Gobierno del DF, que encabezó una marcha de petroleros desde Tabasco, para plantarse en el Zócalo capitalino a pesar de los intentos de Salinas por desmovilizarlo. Sólo hasta que la ambición de Marthita Sahagún por heredar la Presidencia de su anodino marido y continuar la desmedida corrupción de sus hijos, se topó con la importancia que había adquirido el tabasqueño al frente del gobierno capitalino, panistas y priístas se dieron cuenta de la magnitud de su torpeza al ignorar a un político de la talla de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Sin que se dieran cuenta, AMLO se les metió en el imaginario colectivo hasta volverse una poderosa realidad que iba extendiendo su influencia entre la gente, en contraste con la que perdía el PRIAN. Andrés Manuel ya estaba en el pueblo y éste parecía quererlo. Ni el displicente menosprecio y tibio apoyo del “hijo del General”, como santón de la izquierda escenográfica del PRD, donde militaba AMLO, lograba empañar su creciente popularidad. Entonces pretendieron disminuirlo difundiendo que “no sabía inglés”, “hablaba muy lento, sin mucha coherencia”, “vestía mal y se comía las ‘eses’ que transformaba en ‘jotas’” y cuanto absurdo se les ocurría (como siguen haciendo hasta la fecha).
Hubo muchos ataques insistentes a los que parecía inmune López Obrador. Panistas y priístas, convertidos ya en amasiato simbiótico (de mutuo beneficio), armaron conjuras siempre negadas y desmentidas, aunque luego probadas y comprobadas. LA REALIDAD AHÍ ESTABA SIN QUERERLA VER. Sumaron a sus maniobras a los poderosos empresarios y medios de comunicación que desde el salinato lograron enormes favoritismos, muy por ENCIMA DE LAS CARENCIAS CRECIENTES DEL PUEBLO. Las Prosperidad que la Constitución establecía para todos, sólo se daba a una élite codiciosa e insaciable.
Nada le importó al PRIAN hacer que los órganos supuestamente “ciudadanos” ignorasen francas violaciones a la Constitución y legislación electoral y proclamaran triunfador a un evidente perdedor, y derrotaran al preferido de la gente. DOS VECES LO HICIERON. Pero como LA TERCERA ES LA VENCIDA, según el dicho popular, EL PUEBLO IMPUSO SU DECISIÓN y Andrés Manuel, supuesto “derrotado” en dos ocasiones previas, ARROLLÓ Y REVOLCÓ a sus ciegos detractores y logró una MAYORÍA CONTUNDENTE de MORENA LEGISLATIVA.
Sin embargo, con mayor soberbia y torpeza a cuestas, tanto PAN como PRI buscan en el aire la explicación de sus fracasos continuos y se aferran a su IGNORANCIA Y DESPRECIO POR EL PUEBLO, sin ver que ése es el caldo de cultivo donde germina y se sigue expandiendo el embrión de su derrota.