Conforme pasa el tiempo resulta más sorprendente darnos cuenta del extremadamente bajo nivel de capacidad mental de la gran mayoría de los integrantes de la oposición y me atrevería a incluir ahí a casi todos los miembros de la derecha, porque debe haber algunas excepciones.
La reflexión aplica para todos los sectores de la sociedad, empezando por los oligarcas traficantes de influencias autodenominados como empresarios, en la parte alta de la pirámide de la estulticia, seguidos por los dueños, editores y lectores de notas en los medios de propaganda, continuando con los farsantes alquilados que fueron elevados al grado de intelectuales y terminando con los aspiracionistas que se sienten miembros de la sociedad civil, a quienes les encanta sentirse gringos en el exilio, aunque en realidad son gringos de tercera, que llevan más de 3 años haciendo corajes continuos porque sus pronósticos nomás no suceden, pero mientras, el golpe de realidad los está colocando en una situación de crisis psicótica colectiva que los vuelve violentos.
Es difícil entender como lograron mantenerse en el poder tantos años con esos cerebros tan limitados, que a través de robarse el dinero de todos los demás, pudieron armar una red de control bastante sofisticada si tomamos en cuenta su nivel mental. Lo lograron alquilando a una multitud de personas con bastante menos capacidad que ellos, que les acercaron los negocios desde el gobierno y que llamaban pomposamente políticos, cuando en realidad eran raterillos o criminales de poca monta, que al igual que sus patrones no conocen los escrúpulos ni la vergüenza.
Los ya encumbrados oligarcas necesitaban peleles manipulables con muy poca inteligencia y una codicia limitada a sus pequeñas dimensiones, que ellos pudieran satisfacer pagándoles sobornos controlados, sin necesidad de repartirles ganancias, como lo tuvieron que hacer al principio con Salinas que fue el arquitecto del modelo.
También aprovecharon mano de obra barata y desprovista de límites morales para difundir sus boletines, creando medios de propaganda holgazanes que solo se dedicaron a publicar las notas que les ordenaban y a no preguntar más, a estos les llamaron medios de información, intelectuales y periodistas.
Así le lavaron el cerebro a un segmento de la sociedad que manipularon a su antojo, haciéndolos creer que un café de Starbucks y una tarjeta de crédito con saldo limitado, te hacen importante y superior a los demás.
Con estos equipos de personas ignorantes pero codiciosas, gobernaron más de 30 años, hasta que llegó el 2018 y se toparon con una sociedad cansada de ser saqueada, maltratada, engañada, en la que el nivel promedio bajo de coeficiente intelectual es muy superior al de todos ellos, que se puso en movimiento para quitarlos del gobierno junto con los privilegios que nunca deberían haber tenido.
Estos grupos de personas que se decían empresarios, pero que solo eran traficantes de influencias, ahora se encuentran en un escenario donde el gobierno no les regala negocios teniendo que competir con empresarios de verdad; así también los que se decían medios informativos, periodistas e intelectuales, que en realidad eran medios de propaganda, merolicos y farsantes, ahora tienen que enfrentarse a medios que si informan, con personas inteligentes que comunican, con intelectuales de verdad; los que se decían políticos pero que en realidad eran raterillos que entregaban buenos negocios a los oligarcas a cambio de unos cacahuates, ahora tienen que competir con personas que están haciendo política de verdad, apoyados por los ciudadanos.
En este nuevo contexto, donde la simulación ya no tiene cabida y los intereses verdaderos de las personas salen a la luz, la derecha está muy mal equipada para competir con el montón de vagos, tramposos, farsantes y buenos para nada, que tienen en sus filas. A eso se debe su desesperación desbordándola, pero no estamos dispuestos a regresar al pasado.
Como dijo el poeta italiano Giacomo Lombardi: “Las personas solo son ridículas cuando quieren parecer lo que no son”.