Caso Cienfuegos; en un espíritu corrompido no cabe el honor
El jueves por la noche el canciller mexicano Marcelo Ebrard, difundió un mensaje por twitter en el que dio a conocer que el embajador estadounidense en nuestro país, Christopher Landau le comunicó, que la DEA agencia antidrogas de Estados Unidos, detuvo al exsecretario de la defensa de México, Salvador Cienfuegos, en el aeropuerto de Los Ángeles.
La denuncia formal en la que se le acusa de haber conspirado en la fabricación y distribución internacional de heroína, cocaína, metanfetaminas y marihuana, está fechada el 14 de agosto de 2019 y presentada en la Corte del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York.
En esa denuncia se señala a Cienfuegos como acusado de los delitos y se establece que era conocido con dos apodos, el del “padrino” y el de “Zepeda” que es su segundo apellido. También se dice que las investigaciones de la “Operación Padrino”, por uno de sus alias, se ha llevado a cabo por la DEA desde los años de 2005 y 2007, cuando este sujeto era Comandante de la Zona Militar 9 con sede en Acapulco Guerrero, en los sexenios de Fox y Calderón.
Se presume que existía una colusión entre Cienfuegos y el cartel Beltrán Leyva, quienes en esa época controlaban la fabricación y trasiego de drogas en los Estados de Guerrero y Morelos, dos años antes de que fuera ejecutado Arturo Beltrán Leyva en la ciudad de Cuernavaca.
Después de haber sido comandante de la Zona Militar 9, el “padrino” fue nombrado por Calderón como Oficial Mayor de la Secretaría de la Defensa para finalmente convertirse en el Secretario de la Defensa Nacional durante el mandato de Peña Nieto.
En este último período nefasto de la historia de México, con Peña Nieto en la presidencia, Lozoya en Pemex, Osorio Chong en Gobernación, Murillo Karam en la Procuraduría de la República y el “padrino” en la SEDENA, se hizo todo lo posible por ocultar la terrible participación del ejército en la masacre de Tlatlaya y en la desaparición forzada de los jóvenes de Ayotzinapa, entre otros crímenes de lesa humanidad.
El país se convirtió en un #narcoestado durante los últimos 12 años y en una inmensa olla de corrupción, saqueo y masacres a lo largo y ancho del territorio nacional, en todos los niveles del gobierno y de la actividad pública, con un pacto de silencio entre cómplices que protegía sistemáticamente la impunidad en la comisión de todo tipo de delitos.
Ese pacto se rompió con la llegada de la 4ª transformación, una vez que el nuevo presidente eligió libremente a su Secretario de la Defensa, sin la influencia de quien ocupaba ese cargo en el sexenio anterior, como había sido siempre. Ahí terminó la hermandad en la SEDENA, que se distribuía los cargos y aseguraba que el que llegaba, le cuidara las espaldas al que se iba.
Sin la protección que implicaba este mecanismo de mafia oficial, hemos estado presenciando la detención de un funcionario de primer nivel tras otro, en México y en Estados Unidos, que son llamados a cuentas por la justicia, con estricto apego a la ley y sin que los que ahora están en el gobierno hagan algo para impedirlo.
No hay un precedente que pueda compararse con la detención de un miembro del ejército de ese nivel jerárquico en nuestra historia moderna, lo cual revela claramente la profundidad que había alcanzado la podredumbre en la vida pública de México, que puso en tela de juicio hasta el honor militar.
Como dijo el historiador Tácito del antiguo imperio romano: “En un espíritu corrompido no cabe el honor”.