Por: Alam Bernal @AlamBeav
En 2013 la critica e historiadora de arte mexicano, Raquel Tibol señaló que “Andrés Manuel López Obrador es el último auténtico patriota que tiene México”.
Cinco años después Tibol no pudo ver como aquel hombre que durante años lucho para alcanzar la presidencia, lo había logrado.
La negativa de la élite en el poder o cómo el mismo López Obrador llama “la mafia en el poder”, entendían desde principios de siglo, que lo que el tabasqueño significaba un peligro para el Status Quo.
En 2004 durante el proceso de desafuero, López Obrador dijo frente a los diputados que él no se le juzgaba por violar la ley, sino por su manera de pensar y de actuar, y por lo que podía presentar junto con otros mexicanos para el futuro de nuestra patria.
Y es que, durante su campaña electoral de 2018, el líder y fundador de Morena se lanzo contra uno de los más grandes males de México: la corrupción.
Algunos pensaron que se trataba de mera demagogia, pero con su llegada aquellos “intocables” comenzaron a caer.
El inicio de la justicia comenzó con la llamada “boda maldita”, en donde los integrantes de esa mafia se congregaban alrededor del abogado de esa mafia, Juan Collado.
Bastaron unos meses y como en una pieza de ajedrez el protector de este poderoso grupo cayó en prisión. Y fue así, que ese entramado de complicidades comenzó a ser desbaratado.
Y aunque, algunos de sus integrantes habían ocupado importantes puestos en diferentes instituciones, lograron ser doblegados.
Aquella “boda maldita” significó el comienzo del fin de aquel grupo de empresarios y políticos que se enriquecieron durante el periodo neoliberal, especialmente durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Conforme se aproximan las elecciones intermedias, este grupo busca retornar al poder. Se quitaron las mascaras y demostraron que el PRI y el PAN, siempre fueron uno mismo.
A este grupo se le sumo lo que en algún momento parecía representar un cambio, el PRD; partido en el que cientos de sus militantes fueron asesinados por el régimen priista.
Y es que, precisamente el ejemplo de lo que sucedió con el partido del sol azteca, debe de ser una advertencia para Morena.
La apertura a personajes que formaron parte de la mafia en el poder, es muestra de la equivocación de la dirigencia. La separación entre las bases y el proyecto de Regeneración Nacional, debe ir acompañado de la congruencia.
De nada servirá tener el poder por el poder, si no se tienen principios para apoyar el cambio de régimen.
La prueba de ello fue la postulación de la periodista Lily Téllez al Senado, quien como lobo engaño a los corderos y al final termino traicionando al proyecto de cambio.
Las elecciones intermedias significan también la oportunidad para que las bases demuestren su inconformidad con una dirigencia que se va alejando.
Ya lo decía López Obrador durante su cierre de campaña de 2018, es una transformación de raíz; esto significa un cambio total en la forma de hacer política, terminando los viejos vicios y con los viejos “artistas de manos ligeras y palabras vanas”, como los describió Stefan Zweig.
Y es que, quizás si este cambio fracasa pasaran muchas décadas para que otro López Obrador pueda surgir.