ADIÓS AL VORAZ “MERCADO” NEOLIBERAL
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
Cuando el Neoliberalismo salió al mundo a depredar, sus impulsores ya habían escogido a su “punta de lanza”: un personaje dúctil, de poca sesera, pero con memoria y habilidad para guiones escritos por otras mentes y repetidos mientras sonreía a cámara y se desplazaba por cualquier escenario con ademanes estudiados. Se llamaba RONALD WILSON REAGAN.
Ultraconservador, Reagan no tuvo -en ningún momento de su mediocre carrera en cine- la misma fama que JOHN WAYNE, otro furibundo anticomunista, pero su docilidad bastó para que los barones del dinero decidieran arroparlo y servirse de él, cosa que no le incomodaba en lo mínimo. Por eso lo proyectaron como Gobernador de California, donde le cuidaron imagen y proceder para que fuera reelecto, mientras le preparaban el Gran Salto a la Casa Blanca. Toda semejanza con el inepto Vicente Fox es evidente.
En el otro extremo del conocimiento estaba Milton Friedman, profesor de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, gran defensor y propulsor del Libre Mercado, quien iba formando generaciones que después conformarían la “aldea global” y le ganarían el Premio Nobel en 1976, años antes de que Reagan, sólo con su sonrisa hollywoodense y su copete engominado, ganara la Presidencia de Estados Unidos, derrotando las aspiraciones reelectorales de Jimmy Carter.
A partir de 1980 Reagan plantó la Globalidad Económica calificada de “Reaganomics” (como si él la hubiera creado) para diseminar el Neoliberalismo tan ansiado por los magnates. De la mano de Friedman y sus Chicago Boys, Reagan impuso el “mercado” como único dios de vida y milagros en todo el planeta.
El expansionismo voraz se basó en la oferta monetaria y en el teórico juego de oferta-demanda como único condicionante del llamado MERCADO, origen, guía y finalidad de la existencia humana. Aunque en estricto sentido un Mercado es más que el lugar, el conglomerado usuario y consumidor de Bienes y Servicios, en la ideología neoliberal EL MERCADO son los capitostes que imponen proceder y precio de cualquier intercambio en el planeta. Son los dueños de capitales e industrias más lucrativas (como la bélica y la farmacéutica), alrededor de las cuales proliferaron otras casi tan lucrativas, aunque menos influyentes. Lo único que los hermana es LA VORACIDAD insaciable que comparten, como auténticas hienas.
Las “fuerzas del mercado” decidían todo, se sintonizaban y acordaban sus movimientos en exclusivas cenas o reuniones en campos de golf, repartían preseas y reconocimientos (además de dinero) a quienes difundían y promovían la misma visión. De esos conciertos y acuerdos salían constantes directrices para sus “Think Tanks” que convocaban estudiosos e intelectos para diseñar y preparar Políticas de Gobierno que Washington y Londres dispersaban luego por todo el mundo, mediante foros, cumbres y reuniones con invitación exclusiva. Recibir una invitación a esos eventos era para muchos jefes de estado y gobierno, como un ansiado beso de la Diosa Fortuna. El elitismo en todo su esplendor.
La fuerza económica que apoyaba a Reagan, más que su sonrisa plástica, lo hizo atractivo para la entonces Primera Ministra conservadora de Gran Bretaña, MARGARET THATCHER, con quien formó mancuerna para imponer las teorías economicistas de la élite mundial, que se filtraron por todo el mundo, inclusive en el monolítico bloque soviético, lo que ocasionó el derrumbe y fragmentación de la antes poderosa y temible Unión Soviética de la Guerra Fría.
En ese panorama, los grandes depredadores (bancos, fondos de inversión y grandes corporativos) se unieron como manada neoliberal para imponer la Autorregulación tan lucrativa, para hacer y deshacer a su antojo, con su credo de Ganar Mucho-Gastar Poco, dejando a usuarios y consumidores a su libre arbitrio voraz, mientras los gobiernos que debían regular su actividad en protección de sus ciudadanos, abdicaban de su responsabilidad para congraciarse con los líderes mundiales y ser admirados en la corriente mediática financiada o propiedad de grandes capitales. Todos se hacían uno.
En México, el mejor ejemplo de todo lo anterior es CARLOS SALINAS DE GORTARI, prototipo del Voraz Depredador Neoliberal, Privatizador de Bienes Públicos como si fueran suyos, asiduo asistente a cónclaves neoliberales en busca de apoyos para su ambicionada dirigencia de la Organización Mundial de Comercio (que no se le hizo). No sólo asfixió a empresas públicas para malbaratarlas a favor de amigos y cómplices, y dejó expuestos a la voracidad neoliberal a los mexicanos que no lo eligieron, sino que suprimió por obsoleta e inservible la búsqueda de LA PROSPERIDAD Y BIENESTAR CON JUSTICIA SOCIAL PARA TODOS LOS MEXICANOS. Permeó toda la vida pública y política de México y se esparció en otros ámbitos de Latinoamérica. Fue Jauja durante 36 nefastos años.
Hasta que para cerrar las fauces neoliberales con la 4T, llegó ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, cuyo vuelo apenas comienza. Esperen que remonte con el tiempo y los resultados que obtiene a la vista de todos. Ya se verán más.