La poca credibilidad de las calificadoras
¿Alguna vez jugaste a los pronósticos deportivos, apostando a la quiniela ganadora?
Entonces debes saber que algo parecido hacen las compañías calificadoras.
¿Has estado reportado en el buró de crédito y no puedes salir, a pesar de haber cubierto tu adeudo?
Pues entonces conoces también la manera en que, en muchos casos, trabajan las casas calificadoras.
Esto viene a cuento por la baja en la nota crediticia que dieron estas agencias a la deuda soberana del país y a la que corresponde a Pemex y CFE.
La finalidad de las agencias calificadoras, es esencialmente procurarse toda la información disponible, para proporcionar al mercado de inversionistas los datos necesarios sobre la confiabilidad de una empresa, un gobierno, o una emisión financiera. Ellos señalan cuales son las capacidades de pago o cumplimiento de compromisos de los posibles receptores de crédito. Sobre esto, los inversionistas deciden si aceptan colocar su dinero en esos proyectos, o no corren el riesgo, si la calificación es baja.
Las calificadoras serían en teoría, un instrumento invaluable, en la toma de decisiones para quienes involucran su capital en el desarrollo de una empresa, un país o un proyecto que requiere capital, con el compromiso de pago a futuro.
Esto sería cierto en un mundo ideal, pero la realidad nos dice que las agencias calificadoras no actúan de esa manera.
Estas estructuras fueron creadas como instrumentos de mercado. Es decir, su interés ha estado siempre a favor de los grandes capitales financieros. No son organismos que se interesen por el desarrollo de un país, o el beneficio social de una nueva empresa. Su única finalidad es advertir sobre el nivel de riesgo que los dueños del dinero, afrontan al invertir su capital en una nueva empresa financiera.
La calidad del trabajo de las agencias calificadoras es bastante cuestionable. Han enfrentado serios problemas en el pasado, por mal informar al mercado financiero sobre el verdadero nivel de riesgo de determinadas empresas. Casas que ellos calificaban como sólidas financieramente, resultaron ser cascarones sin solvencia económica, que dejaron en la calle no solo a empresarios, sino a gente común que había invertido su dinero en proyectos que en realidad nunca tuvieron futuro. La calificación otorgada por estas agencias, era ficticia. No había capacidad de pago y nunca lo reportaron.
El caso más sonado se dio en la Unión Americana en el año 2008, durante la crisis financiera, primeramente, local y posteriormente mundial, que llevó a la quiebra a muchas empresas y dejó en la calle a miles de familias. Una investigación del senado norteamericano, concluyó que dos agencias calificadoras, Moody’s Corporation y Standard and Poor’s, ayudaron a los bancos de ese país a crear niveles altos de confianza, sobre bonos de alto riesgo. Esto es, ocultaron información sobre el verdadero estado de estas inversiones, a cambio de grandes comisiones pagadas por los bancos.
Desde ese gran problema, que originó, no solo una crisis económica en el país del norte, sino que significó un desastre económico a escala mundial, e incluso una crisis alimentaria global, la credibilidad de las agencias calificadores, fue a la baja.
No hay plena confianza en sus diagnósticos.
Estas agencias estarán siempre al servicio de los grandes capitales inversores y por lo mismo, sus calificaciones favorecerán a proyectos y estrategias que garanticen la ganancia segura a los dueños del dinero.
En el caso de Petróleos Mexicanos y la CFE, se ha visto como a lo largo del periodo neoliberal, las casas calificadoras ignoraron la corrupción y el debilitamiento que presentaban las empresas. La calificación al Pemex neoliberal y a la CFE fueron siempre altas. Las empresas perdían capacidad de pago y esto no lo veían las agencias.
La razón está en que, a los dueños de los grandes capitales, les interesaba la quiebra de las paraestatales, para invertir en el sector energético del país. Las agencias calificadoras fueron usadas como instrumento para favorecer la quiebra de estas empresas nacionales.
Hoy, que el saneamiento de Pemex y CFE, son un compromiso de primer orden para el gobierno del cambio, las calificadoras reducen sus notas crediticias, aduciendo una baja certidumbre sobre la recuperación de dichas empresas.
Se elimina corrupción, huachicoleo y vicios añejos que limitaban la producción de estas dos empresas. Se les dan recursos suficientes para retomar el rumbo. Se garantiza el pago de compromisos a todos sus acreedores y aún así, la nota de las agencias es a la baja.
Hay un claro interés por presionar al gobierno de la Cuarta Transformación, para que revierta el interés del Estado por Pemex y por la Comisión federal de Electricidad. Quieren que se deje morir a las dos paraestatales y que los grandes capitales lucren con los recursos energéticos de los mexicanos.
Como se ha dicho, las calificadoras pueden dar notas buenas, a proyectos y entidades que en realidad significan riesgo. Lo han hecho en el pasado y es comprobable.
Por eso señalamos que actúan como los pronósticos deportivos. Usted compra su quiniela ganadora y no por ello tiene la seguridad de obtener el premio. Existe el riesgo de que los datos considerados, no sean correctos, o que al dueño del negocio no le interese que gane alguien en especial, sino únicamente vender la quiniela para beneficio propio.
Pemex y CFE, en el caso mexicano, están saliendo de una crisis financiera, gracias a las nuevas políticas implementadas por el gobierno de la Cuarta Transformación. Las refinerías existentes, producirán más en el corto plazo. La nueva que se construye en Tabasco, dará fortaleza y seguridad energética al país, en el mediano plazo.
No obstante todo el trabajo desarrollado, las agencias calificadoras no sacan del “buró de crédito a las paraestatales”. Hay intereses de otro orden, para que la calificación negativa presione al gobierno del país. Incluso, han bajado la nota sobre deuda soberana, alegando un panorama incierto sobre las políticas públicas de la nueva administración. Durante el neoliberalismo, estas agencias se mostraban muy a gusto con la forma de gobernar de los tecnócratas.
Con todo, hoy se puede apreciar que las notas de estas agencias, no son determinantes para el desarrollo del país. El peso se ha mantenido fuerte. No hay devaluación. La bolsa de valores no ha presentado sobresaltos. La inversión extranjera sigue llegando. Y como señaló hoy el presidente de México, existen grandes inversores interesados en restructurar la deuda de Pemex, a pesar de lo que digan las agencias calificadoras.
El México de la Cuarta Transformación, no es el mismo que el neoliberal. Acostumbrados a endeudar al país, los conservadores de ayer, daban mucha importancia a la nota crediticia. El gobierno de López Obrador no tiene intención de contratar nueva deuda, ni tampoco está imposibilitado para cubrir sus compromisos financieros.
La baja nota otorgada recientemente a Pemex y hoy a la CFE, así como la que corresponde a la deuda soberana de nuestro país, ya no tienen el mismo peso que le daban los neoliberales hace apenas un año.
Tenemos un país con rumbo y eso los inversores lo advierten, a pesar de lo que opinen estas agencias.
Malthus Gamba