Con 590 municipios, de los que 418 son gobernados por usos y costumbres, Oaxaca siempre ha sido un estado rico y el 90% de los oaxaqueños siempre han sido pobres. Como dice el precandidato de la izquierda a la gubernatura de ese estado, Benjamín Robles, en Oaxaca se lo robaron todo. Es uno de los estados de la República que más dinero ha recibido históricamente de los gobiernos federales y nunca hemos sabido a dónde ha ido a parar.
Así como es un estado muy rico también es el más complejo del país. Ahí viven 19 grupos étnicos distintos en 8 regiones, que hablan 16 lenguas diferentes y cuya división política y cultural se distribuye en la cuarta parte de los 2,471 municipios que existen en la República.
Según Robles, diputado federal reelegido por ese estado y exsenador de la República, ninguno de los gobiernos anteriores de las últimas décadas, ha hecho nada por la gente de Oaxaca, solo se han dedicado a robarse el dinero y a reprimir a los habitantes. Incluso el gobierno actual de Alejandro Murat, que simula coincidir con los principios de la 4ª Transformación y elogia al presidente de la República cada que tiene una oportunidad, sigue intentando endeudar al Estado, en lugar de ajustar a su gobierno a los lineamientos de austeridad republicana que aplica el gobierno federal y que por cierto, fueron llevados a cabo por primera vez en el gobierno de un oaxaqueño; el presidente Benito Juárez, pero ese ejemplo no ha motivado a los gobernantes de Oaxaca que hacen todo lo contrario.
Durante décadas la economía del estado no creció, incluso disminuyó de tamaño por el saqueo de todos estos sátrapas corruptos; sin embargo, en estos últimos 3 años el milagro comenzó a manifestarse y en este año el Producto Interno Bruto de Oaxaca ha aumentado en más de 4%.
Contrario a las medallas que pudiera intentar colgarse el gobierno de esa entidad, localmente no se ha hecho nada para lograrlo; han sido los programas del gobierno federal, que impulsando el desarrollo de todo el sureste, han conseguido lo que nunca antes y todavía no empieza lo bueno.
Hoy Oaxaca tiene la oportunidad de oro para disparar su desarrollo social y sacar de la pobreza a la enorme mayoría de sus habitantes, con los grandes proyectos de infraestructura que está llevando a cabo la 4ª Transformación, entre los que se incluye el desarrollo del istmo de Tehuantepec con el tren interoceánico, el gasoducto transístmico, los parques industriales que se instalarán a su alrededor, la modernización del puerto de Salina Cruz y la construcción de la planta de licuefacción en esa población.
Pero las inversiones que lleguen a esa área para hacer negocios no van a servirles de nada a los habitantes del estado, si el año que viene vuelve a llegar un gobernador oportunista. Lo único que van a lograr es que los nuevos funcionarios se hagan más ricos que los anteriores, porque van a tener más dinero disponible para robárselo.
Y no sólo existe ese peligro. También pueden llegar gobernantes bien intencionados que no conozcan el estado a fondo, que estén respaldados por intereses oligárquicos o incluso por el crimen organizado, para secuestrar las nuevas fuentes de riqueza que va a ofrecer Oaxaca con estos proyectos.
Como dice el diputado Robles, quien probablemente sea el oaxaqueño que mejor conoce Oaxaca después de haber recorrido todos sus municipios; la primera vez acompañando al presidente López Obrador y las demás por su cuenta, “Se necesita un gobierno que logre vincular la entrada de las inversiones con la economía social de las comunidades, por medio de acciones certeras y firmes, para que la mayoría de los habitantes del estado dejen de ser explotados con descaro e impunidad”.
Como dijo el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy: “Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos”.