Indudablemente el asunto más polémico de los últimos días, ha sido la inesperada renuncia de Santiago Nieto como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, por entender que las circunstancias que rodeaban el evento de su boda, podrían servir como combustible para que los enemigos de la 4ª Transformación intentaran incendiar la imagen del Presidente.
El hecho fue sorpresivo e impactante por tratarse de un funcionario que contaba con el nivel de aceptación y popularidad más alto después del que tiene el propio presidente y porque desde el inicio del sexenio ha sido una pieza clave en el combate efectivo contra la corrupción, que es el argumento principal del gobierno federal.
Santiago Nieto se distinguió por convertir un departamento de Hacienda, cuya función principal era la de extorsionar empresarios, en una verdadera unidad de inteligencia que investigó con eficiencia los delitos financieros, actuando con diligencia para denunciarlos y perseguirlos.
Detectó delitos e irregularidades en el manejo de fondos, bloqueó miles de cuentas al crimen organizado dedicado al narcotráfico, a la trata de personas, al secuestro y a delitos de cuello blanco; incautó miles de millones de pesos a todos estos delincuentes, abrió investigaciones contra políticos corruptos y sus cómplices, gestionó su acorralamiento con las autoridades mexicanas y extranjeras, en general, realizó una labor extraordinaria que no se había visto antes en nuestro país, para comenzar a limpiar la podredumbre que había sumido al sistema de gobierno en una decadencia absoluta.
Sin embargo, en un entorno de intensa polémica desatada por quienes son afectados en sus intereses, utilizando a políticos corruptos y sin escrúpulos de la oposición, a medios de información alquilados por unos pesos, a opinólogos que trabajan como textoservidores y a ejércitos de troles y bots que no cuestan tanto pero que hacen mucho ruido, un funcionario tan expuesto como lo era Santiago Nieto debe ser extremadamente cuidadoso con la forma en la que actúa y con la imagen que produce su actuación, para no convertirse en el caballo de Troya que pueda socavar la imagen de todo un gobierno esforzado en transformar al país.
Y en esto Santiago Nieto tuvo un resbalón de grandes dimensiones. Su relación con la que hoy es su esposa, lo colocó en un terreno de arenas movedizas, principalmente por el entorno en el que ella se desempeña. Consejera del INE, un instituto electoral plagado de corrupción y de hipocresía, que ha demostrado ir en contra de la mística con la que se desempeña el gobierno federal, que además es exesposa de un panista al que la misma Unidad a cargo de Santiago Nieto investiga por corrupción, cohecho y traición a la patria, implica por sí misma un conflicto de intereses que no es cosa menor.
Esta situación de conflicto se hizo más evidente después de la boda de la pareja, a la que asistieron varios políticos a quienes la Unidad de Inteligencia Financiera se encuentra investigando también por corrupción, cohecho y traición a la patria, sin contar al propietario de un periódico sin escrúpulo alguno, dedicado a denostar permanentemente al gobierno actual, que se ha manifestado en los hechos como enemigo del presidente, quien llevaba 7 sobrecitos con 5 mil dólares en efectivo cada uno y que las autoridades de Guatemala confiscaron.
En este escenario la capacidad de maniobra del Director de la UIF se iba a reducir sustancialmente y ya no iba a poder continuar cumpliendo con su función en forma eficiente, a menos que estuviera dispuesto a encerrar primero al exesposo de su pareja y a los invitados de su boda que estaban siendo investigados en ese momento por instrucciones del propio Santiago Nieto, lo que seguramente le hubiera acarreado grandes problemas en el ámbito personal. En pocas palabras su actuación, cualquiera que esta fuera, iba a ser vigorosamente cuestionada y colocaría al presidente en una posición que por lo menos, sería muy incómoda.
Su decisión de renunciar fue oportuna y afortunada, para dejar la estafeta con alguien que no estuviera parado en terreno pantanoso, como Pablo Gómez, un luchador social incorruptible y enemigo acérrimo de los ladrones.
Como dijo el poeta latino Horacio: “Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”.