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El día que el PAN dejó de representar a la derecha y terminó siendo un mal chiste
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El día que el PAN dejó de representar a la derecha y terminó siendo un mal chiste

Uno entiende que, en la política, a veces se gana y a veces debe aceptarse la derrota.

Así funciona la democracia, cuando verdaderamente se cree y se trabaja en ella.

Pero no siempre se puede ver que la derrota del momento, se asuma con dignidad y se inicie de inmediato el trabajo de reconstrucción que implican este tipo de eventos.

En México, hemos sido testigos de como un trabajo constante, realizado después de no una, sino varias derrotas, llevan a la presidencia del país a Andrés Manuel López Obrador.

Constancia, trabajo y dedicación, parece ser la receta que está a la vista de todos y que ha dado frutos después de dos intentos fallidos.

Sin abandonar jamás sus principios personales y su compromiso social, Andrés Manuel llega y cumple hasta el día de hoy, la agenda que le conocíamos desde hace varios años.

Me parece que esa es una de las cualidades del presidente. La gente, el pueblo sabe que hoy gobierna un político sin dobleces, fiel a la palabra empeñada y seguro del proyecto que anunció siempre. No hay sorpresas, ni caminos torcidos, por el simple hecho de encontrarse al frente del país y ser quien determina el rumbo del mismo. López Obrador se distingue por ser un personaje cien por ciento honesto, confiable y auténtico.

¿Qué pasa en tanto con la derecha neoliberal?

El PRI, más colmilludo, más mesurado que otros partidos, lame sus resientes heridas, pensando en los mecanismos que puedan servirle en el mediano y largo plazo, para recomponer un poco su imagen y aspirar a ocupar posiciones políticas importantes. Aunque muy lastimado, mantiene una posición inteligente y el tiempo dirá que tanto puede corregir el rumbo. Sin embargo, parece que le apuesta al trabajo.

El otro partido neoliberal, perdedor en las pasadas elecciones, es el PAN. Y aquí podemos decir todo, menos que su actuar en este momento, sea inteligente.

Fracturado desde antes de iniciar el proceso electoral 2018, este partido no solo perdió espacios políticos tras la aplastante derrota a manos de Morena. Perdió también la brújula, la dignidad y el patriotismo.

El partido azul, ha solicitado en dos ocasiones, la intervención de instancias internacionales, para resolver asuntos políticos que son de la absoluta competencia del pueblo mexicano.

El día hoy presentó en la OEA un documento donde alega que el Congreso, de mayoría morenista y el presidente de México, están trabajando para la reelección de López Obrador en unas muy lejanas elecciones. Esto de por sí, es una interpretación mentirosa.

Se quejan también de acoso a la prensa y persecución gubernamental a Enrique Krauze. Comparan a México con Bolivia y Venezuela, solicitando por último a Luis Almagro, intervenir “para que se mantenga la estabilidad” en el país.

Si algo importante hemos recuperado los mexicanos en este inicio de gobierno de López Obrador, es precisamente la libertad de expresión. En el México actual, a nadie se persigue por su manera de actuar o de pensar.

De esta estrategia, poco o nada cosechará el PAN. Si algo detesta el pueblo mexicano, es la injerencia extranjera. No aceptamos, ni aceptaremos recomendaciones de instancias internacionales, por muy respetables que sean, o se crean.

La derrota electoral, sumió al PAN en una espiral descendente, en la que se debate sin encontrar mecanismos sólidos que le permitan detener la caída.

Hacer política fura de México, solicitar la intervención de extranjeros para que el triunfo que no ganó en las urnas, le sea dado mediante maniobras carentes de ética y respeto al país, nunca será la vía correcta para un partido político.

El PAN apoyó hace poco el golpe de estado en Venezuela, promovido por Juan Guaidó. La OEA y el gobierno norteamericano, jugaron papeles centrales en este episodio.

¿Pensará el PAN que la manera más adecuada para recuperar el poder es ésa? ¿Buscar aliados en el exterior, para desarrollar una situación de inestabilidad dentro de nuestro país?

Esas actitudes son propias de los partidos fascistas. No cuenta la gente, ni cuenta para nada el país. Lo único válido para estos sectores de derecha extrema, son sus intereses de clase o grupo.

Afortunadamente, en México, no tenemos demasiada preocupación por lo que haga o deje de hacer la derecha extrema. Con más del 80% de aprobación nacional, el gobierno de López Obrador marcha fuerte y nada ha podido detenerlo hasta el día de hoy.

Si el PAN quiere cavar su tumba sin ayuda alguna, está en su derecho. Si desea hacer el ridículo dentro y fuera del país, muy su gusto. En México se vive un cambio total, donde las libertades de todo tipo están garantizadas.

Tan es así, que, en pleno uso de esa libertad, el partido azul puede moverse a sus anchas, sin temer represalias o acusación alguna.

 Pero eso sí, la burla popular y la pérdida de la poca credibilidad que le quedaba, puede darlas desde hoy por descontadas. La soberanía nacional no es cosa de juego.

 

Malthus Gamba
@MalthusGamba

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