Los conservadores, gallinas sin cabeza
Hace unas horas, en la cuenta de Twitter del usuario que usa el nombre de Tumbaburross, de marcada inclinación reaccionaria, apareció en siguiente mensaje que define a la perfección el momento político que vive la derecha mexicana:
“Que oposición tan endeble somos, no veo a nadie llevándose las ganancias políticas de tantos errores y tropiezos que López tiene día a día. Hoy día no existe una sola persona en la oposición que pueda derrotar al Peje. Al chile está DLV el futuro de México”.
Es demoledora esta opinión, pero al mismo tiempo nos da una idea de las graves dificultades que enfrenta el conservadurismo, en su intento por recuperar algo del espacio político perdido, en las próximas elecciones del 2021.
Los distintos grupos de la derecha, no han podido consolidad un frente común. Sus divisiones y visiones internas, impiden que los intereses particulares se dejen al margen, para asumir una actitud de solidaridad que permita organizar una fuerza única que pueda enfrentar a la impresionante fortaleza de Morena.
Uno puede ver a diario como Claudio X González, Gustavo de Hoyos Walther y la Coparmex, intentan debilitar al gobierno de la Cuarta Transformación, con actitudes y procedimientos, a veces legales y en ocasiones infantiles (como el reciente berrinche de Claudio, anunciando que Kimberly Clark México, no invertirá en el país, porque detestan al presidente), para que el neoliberalismo recupere el poder.
Son golpes y más golpes, con los que no han logrado mayor cosa. El aeropuerto de Texcoco se canceló y el de Santa Lucía ya se construye.
Pero ¿y si su estrategia de amparos hubiera funcionado? ¿Quién iba a capitalizar el logro?
No hay quien pueda hacerlo. Los conservadores están en este momento tan interesados en desprestigiar al gobierno de López Obrador, que se olvidan de que forzosamente, necesitan de una cabeza visible que aproveche los momentos de triunfo que pueda tener el trabajo intenso que realizan contra el gobierno del cambio.
Somos testigos de cómo los comentócratas “chayoteros”, al estilo de Riva Palacio, Risco, Pascal Beltrán, Sarmiento, Hiriart y muchos otros, hacen el esfuerzo por presentar en sus columnas escenarios de catástrofe, que tienen que ver con las políticas de cambio, que impulsa la Cuarta Transformación. No ven nada positivo en ellas.
Son pertinaces y a diario escriben señalando errores imaginarios que pretenden hacer pasar por verdades contundentes.
Ese esfuerzo sostenido, se pierde y no produce dividendos, por la sencilla razón de que no existen las cabezas políticas que puedan usar ese impulso, a favor de la causa neoliberal.
Hemos visto los intentos de Felipe Calderón, para constituirse en el personaje político importante del movimiento conservador. Pero un político tan severamente señalado por sus vínculos con la corrupción, la delincuencia y la impunidad, difícilmente atrae el favor de los ciudadanos.
Vicente Fox está peor. Los estragos de la edad son visibles y esas fotografías del evento del PAN, donde aparece con el pantalón mojado, debido a la evidente incontinencia que sufre, lo dejan muy mal parado. Aparte su manera de tuitear, tan deficiente, plagada de errores ortográficos y con pésimo estilo para hacer contacto con el ciudadano común, impiden que se le tome en serio.
Marko Cortés es una figura débil, sin carisma, con un discurso viejo, carente de propuesta y vida propia. Repite los argumentos del pasado y utiliza las viejas armas que no pudieron detener a López Obrador en la elección anterior.
Y si vemos al personaje propuesto por los empresarios, afines a Claudio X González, la situación se vuelve patética. Gustavo de Hoyos Walther, tiene el porte de un empleado de funeraria. Mal encarado, prepotente, sin gracia alguna. Su único mérito es la fidelidad a Claudio X González Guajardo.
Cuando vemos la manera en que el conservadurismo ha trabajado el tema del operativo en Culiacán, donde al final queda libre el hijo del “Chapo” Guzmán, se tiene la impresión de que han apostado mucho a este evento. Lo ven como la posibilidad de asestar un golpe contundente al presidente y a varios de los integrantes del gabinete de seguridad.
Se lanzaron con todo, al grado de que Marko Cortés declaró al periódico Milenio que, si él hubiera sido el responsable del operativo, se hubiera atrincherado en Culiacán, a la espera de refuerzos. Un ataque al presidente, que no se detiene ante el ridículo extremo, que nace de la peor de las declaraciones.
Pero hacen su intento, tanto medios, como políticos conservadores.
Solo que al final, todo lo que puede ser logrado, se va por el enorme agujero que tiene la canasta en que colocan sus pobres logros.
No hay cabeza visible que pueda acrecentar su prestigio político y su posición estratégica, para competir con posibilidades, en el 2021.
La oposición está en la misma situación que la gallina degollada que se mata en algunos lugares, cortándole su cabeza. El cuerpo camina aún sin rumbo por unos segundos. No entiende lo que sucede y se mueva agotando sus últimas fuerzas.
Los conservadores dejaron pasar la oportunidad de impulsar rostros nuevos, que fueran novedad para los ciudadanos. De la clase policía neoliberal, el futuro votante no quiere saber nada. Detesta todo lo asociado a la corrupción y detesta también a quienes son responsables de la violencia y miseria que vive nuestro país.
Pretender hacer nueva política con perfiles como los de Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón, Fernando Belaunzán , Gabriel Quadri, José Narro, Marko Cortés y Gustavo de Hoyos, es apostar al fracaso seguro.
En las elecciones intermedias del 2021, necesitarán caras nuevas, que manejen propuestas distintas a las que hoy son repudiadas.
No habrá futuro para ellos, mientras sus rostros no cambien y unan sus fuerzas para crear un bloque sólido.
Tiene razón Tumbaburros al señalar lo decepcionado que se siente un conservador, al darse cuenta de la realidad que vive la derecha mexicana.
La Cuarta Transformación va caminando bien. El proyecto de cambio se consolida día a día.
Pero incluso podría cometer errores evidentes en el diseño de su política nacional, sin que hubiera una fuerza conservadora, capaz de aprovechar esas fallas.
Los neoliberales caminan sin cabeza y como les sucede a las gallinas en situación parecida, terminarán por morir en la elección que viene.
La Cuarta Transformación los dejó mortalmente heridos en el pasado proceso electoral.
Malthus Gamba