María Amparo Casar y la defensa de la inmoralidad
Por: Rafael Redondo
@redondo_rafa
El escándalo desatado por el cobro indebido de pensión por muerte laboral del esposo de María Amparo Casar Pérez a Pemex que, según documentos presentados por Contralínea, el dictamen dice claramente, “acto suicida” como causa de muerte; y por tanto, al no tratarse de muerte laboral, no merecía, ni cobro del seguro de vida, ni pensión vitalicia por defunción, pero que la señora, sí cobró y todo indica, gracias al tráfico de influencias, se magnificó, al decirse ella, luchadora contra la corrupción, desde la asociación civil Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, de Claudio X González, y porque además, en todas sus apariciones en medios de comunicación, ostentándose como analista política, aunque en realidad, por lo menos durante este sexenio, se ha dedicado a hacer proselitismo, llaman la atención sus declaraciones recurrentes de rechazo hacia las pensiones impulsadas por este gobierno, a través de sus programas sociales, cuando ella, ha recibido una pensión vitalicia desde el erario mexicano, por 123, 000 pesos mensuales, y ello, desde 2004. El pobre es pobre, ¿porque no tiene un marido en Pemex? O, ¿Cómo sería aquí la premisa, según la defensora de México?
La reacción obvia por parte de ella fue la victimización, acusando un ataque desde el Estado, y apoyada por un desplegado, firmado por otros “intelectuales”, quienes también, se dedican en realidad, a hacer proselitismo, no un trabajo serio.
Entre los 250 abajofirmantes, están personajes poseedores de una “enorme” honorabilidad, como Lorenzo Córdova, José Woldenberg, atrapado en los 80’s, Luis Carlos Ugalde, José Ramón Cossío, el magistrado maravilla, Aguilar Camín, ese a quien su refinamiento e intelecto sobresaliente, lo ha llevado a mentarle la madre al presidente. Finísima persona. Enrique Krauze, Ángeles Mastretta, esposa de Camín, el señor go negative, Jorge Castañeda; Francisco Martín Moreno, el que iba a quemar a los morenistas en el Zócalo, ese mismo. Roger Bartra, Jesús Silva-Herzog, el que asegura, México atraviesa por un terrible periodo de autoritarismo; por eso, él sigue diciéndolo reiteradamente en los medios y sin que nadie le calle la boca. Vivimos un autoritarismo excesivamente laxo y peculiar, señor Silva-Herzog. Sergio Aguayo, el que asegura desde hace años, vivimos muy cerca de la dictadura. Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Maria Elena Morera y Diego Fernández de Ceballos. Todos, defendiendo la honorabilidad de Casar, cuando los documentos evidencian claramente la irregularidad; y todos ellos, perdón, ya no tienen credibilidad. Ninguno. Pareciera un acto de “protejámonos los unos a los otros”, igual que la haría un grupo de mafiosos.
El nivel de soberbia de esta gente es tal que, ruegan por un México a su medida. Habría que recordarles que, ni México es suyo, y ellos no son los únicos habitantes del país. Su “deslumbrante” intelecto les impide ver los niveles de aprobación del presidente, y los niveles de preferencia que tiene Claudia Sheinbaum, lo que pone en evidencia que, las mayorías en México rechazan el modelo de México que ellos quieren; pero no lo entienden. Se trata de un vulgar grupo de niños mimados, sobrevalorados, haciendo berrinche porque perdieron presencia y privilegios. Además, carentes de la más mínima ética, puesto que están defendiendo un acto, a todas luces, inmoral e hipócrita.
Ellos argumentan que, la información la dio el director de Pemex, en la conferencia presidencial conocida como Mañanera. Por tanto, es, una vez más, un golpe desde el Estado “autoritario”. El concepto Autoritario, ya se volvió su mantra. Qué bueno que ninguno de ellos vivió en España, siendo contemporáneo de Franco, para que terminaran, de una vez por todas, entendiendo el concepto “Autoritarismo”. Solamente se les olvida que, el director de Pemex es responsable del dinero de la empresa, ¿Quién más podría hacer la denuncia de un supuesto acto de corrupción, contra el erario y contra Pemex? ¿Ellos, quienes poseen una agudeza intelectual fuera de serie y una calidad moral inconmensurable? Si no lo dice el director de Pemex, en el contexto de un corte de caja sexenal de Pemex, y esto es importante, ¿Quién debería hacerlo, según su sabiduría únicamente comparable a la del Sabio Salomón?
Por ser su conocida, y solo por eso, María Amparo Casar, ya es honorable. Están minimizando el acto ilícito. Pero son, según ellos, la crème de la crème de la inteligencia mexicana. El modelo del buen mexicano.
Realmente, todos estos personajes no han dimensionado el enorme poder que tiene el presidente, y la nula necesidad que tiene de desatar un ataque contra María Amparo Casar, puesto que, María Amparo Casar en el espectro político nacional, es nadie.
Estos personajes, lo único que están haciendo, es el ridículo, porque, de entrada, su voz ya no tiene valor, y por responsabilidad únicamente suya, ni del presidente, ni de nadie más.
Lo que es digno de mencionar en ellos, es un modelo de pensamiento que, caracteriza a la derecha mexicana: la doble moral del trepador social, cuya única meta en la vida, es el poder y el dinero, y para alcanzarlo, se vale de todo: mentir, hacerse pasar por intelectual solo para escupir sus bilis y deshacerse de sus fobias, encubrirse los unos a los otros, victimizarse, fingirse periodistas, pasar sobre quien sea, pisotear lo que sea necesario, incluso, su propia dignidad. Todas, características evidentes en la candidata Xóchitl Gálvez, a quién, además, defienden.
Si yo me autodenominara analista político o social de la realidad nacional, sinceramente, empezaría por cuestionarme la salud mental Xóchitl Gálvez, quien también pertenece y reacciona de acuerdo con esta dinámica del trepador social: “Yo lo puedo todo. Mi razonamiento es totalmente matemático (claro, no se nos olvida su 80+30+20= 100). Yo, me aprendí de memoria el nombre de los cinco continentes con todo y capitales, porque tengo una memoria prodigiosa; pero, no se acordaba del título del libro que, supuestamente, ella escribió. Yo, soy la más Xingona del mundo mundial, y me regocijo enfundada en mi elegancia como la de Francia”. Aunque la realidad diga justamente lo contrario. Todo en ella es yo, yo, yo, yo. La exaltación del individualismo más repugnante.
A los prodigios del racionalismo mexicano, casi casi, iluminados y por eso, intocables, los abajofirmantes, tampoco les parece merecedor de artículos o de análisis la cantidad de dinero que ha desperdiciado Xóchitl Gálvez en la campaña de desprestigio dirigida desde Estados Unidos con aquello de relacionar al presidente con el narco, precisamente al inicio de la campaña, luego, convertida en otra enorme cantidad de dinero despilfarrada en bots y trolls en redes sociales. Los intentos de intervención de Estados Unidos en una elección mexicana, eso, para los cerebros más sofisticados del país, es peccata minuta. Así de irracionales son, los que se creen más racionales. Y por ello, su candidata está estancada no solo en las encuestas, sino en las burlas que, sobre su persona y dichos, están presentes todos los días en las redes, y gracias a su evidente incapacidad para ostentar el puesto de candidata presidencial. Si yo fuera alguno de esos abajofirmantes, tendría más que claro, lo equivocado de mis premisas, todas pisoteadas en el lodo.
Tengo conocidos que dicen van a votar por el PAN, porque en ese partido están los güeros y los guapos. Además de ser un comentario bastante estúpido y clasista, nos revela una vez más, el funcionamiento del trepador social. Como acotación, uno de los prodigios de este sexenio, fue identificar en nuestro entorno cercano a este tipo de gente, para echarlos fuera de nuestras vidas. Por lo menos yo, ya me deshice de varios trepadores sociales.
Nuestros logros en la vida deberían ser proporcionales, a nuestras habilidades reales.
No todos somos buenos para todo. Esa es la falacia más fétida en el discurso del trepador social. Yo, no puedo cantar y bailar, si mis habilidades en el manejo del ritmo son nulas. Yo, no podré defender mi honorabilidad, si he vivido 20 años tomando ilícitamente, dinero ajeno.
El trepador social cree que, se pueden brincar las trancas, sin que haya consecuencias; pero, lo más grave, acaban con sus habilidades reales, las cuales quizá, les facilitarían el razonamiento matemático, el placer por el riesgo que posee un empresario honorable, la habilidad para la música. La imaginación y el análisis características del buen escritor, la atracción por la imagen del pintor o el cineasta. La fascinación por el descubrimiento del científico, el placer por proteger a una familia, etcétera. Es decir, todos tenemos habilidades diferentes, y nuestra misión en la vida debería ser, hacerlas florecer, sin esperar un interés ajeno a ello: poder, dinero o un reconocimiento social. Si el dinero, poder o reconocimiento social suceden, llegarán por añadidura; pero, basta con sentirnos satisfechos de hacer aquello para lo que realmente somos hábiles y, mientras tengamos la capacidad monetaria un poco más arriba de la necesaria, deberíamos sentirnos plenos. Claro, esto ocurriría, en caso de poseer un código de valores saludable.
El trepador social, busca poder, dinero y reconocimiento. Solo eso. Y en el camino, se traiciona a sí mismo, obligándose a hacer de todo, desde pisotear su dignidad, hasta injusticias, actos ilícitos e incluso, violentos. El trepador social está presente en todos los sectores sociales; sin embargo, se decanta en el sector medio alto. Es este sector el que, impone su escala de valores bastante retorcida, la cual se disemina a través de los medios de comunicación, en la publicidad, la industria de la música, las telenovelas, en programas noticioso o de opinión, en los que, los abajofirmantes, son las estrellas, provocando que, muchos jóvenes, buscando dinero y poder, rompan todos los límites morales y legales, con tal de alcanzar su meta. El trepador social, es producto y víctima del capitalismo rampante. El trepador social anterior al capitalismo tenía como aspiración, pertenecer a alguna aristocracia; pero, en ambos momentos, el trepador social se dedica a hacer el ridículo, como lo exhibió Molière en “Las Preciosas Ridículas”.
Esta escala de valores es la que abanderan los abajofirmantes al defender a una más de su gremio, al defender a todas luces, la inmortalidad. Ellos, sí pueden vomitar su veneno contra los demás; pero, a ellos nadie los puede tocar, porque se creen seres sagrados. Ellos, pueden hacer análisis distorsionando la realidad, para, traicionando toda ética, incriminar y desprestigiar a quien sea; pero, a los suyos, se les respeta. Ellos, pueden hacer uso del poder de los medios de comunicación y de la academia, para sembrar la infamia en otros; pero, por favor, contra ellos, que ningún otro poder se atreva a alterar su realidad, ya de por sí, bastante alterada.
Los abajofirmantes hoy, difunden y estimulan, igual que siempre, la corrupción, la vileza, una escala de valores bastante pobre, pero mojigata. La doble moral, la hipocresía.
Para su mala suerte, su pobreza intelectual y moral, una y otra vez, solamente los exhibe. Y tan son poco inteligentes que, no se han dado cuenta.