8M ¿protesta legítima o golpe blando?
Pocos días antes del 8 de marzo de 2020, advertimos que el movimiento feminista había sido infiltrado y cooptado por lo más violento de la ultra derecha mexicana, que habían pervertido una lucha valiente y legítima, convirtiéndola en un arma política que utilizarían como ariete en el calentamiento de las calles como parte de su planeado golpe blando, inscrito claramente en la guerra híbrida.
La evidente intención era generar destrozos, vandalismo y violencia que esperaban detonara una gran insurrección en contra del gobierno de la cuarta transformación y acabar así con lo que ellos denominan un régimen dictatorial, pero el cálculo les falló desde el diagnóstico, pues se enfrentaron de esa forma a un presidente humanista que no les respondería como ellos esperaban, como ellos lo harían de ostentar el poder.
Lo que sí lograron, fue un repudio generalizado por el grueso de la población ante la destrucción de monumentos, mobiliario urbano y propiedad privada, que sin razón ni ganancia alguna, dejaron a su paso. Sí, hubo quienes defendieron e intentaron justificar estos eventos, pero ante la extrema violencia que dejó heridas inclusive a mujeres que estas personas dicen defender, no lograron penetrar la percepción de la sociedad en su favor.
Desafortunadamente hubo y sigue habiendo, personas que se autodefinen “de izquierda”, militantes y simpatizantes de Morena y la cuarta transformación que, cegadas por su propia agenda y sin capacidad para darse cuenta de que el movimiento ha sido ya desvirtuado y con una urgente necesidad de deslindarse radicalmente de las y los falsos feministas, aún tratan de defender y justificar los eventos del año pasado, ya sea enfáticamente alzando su voz y queriendo imponer sus ideas o con un vergonzoso silencio cómplice.
Quienes abogan por esta forma violenta de protesta, han dedicado todo el año a intentar introducir una falsa narrativa de persecución por sus ideas y han querido obligar a la población y al gobierno a aceptar sin discusión su agenda, como si tan solo por etiquetarla como “feminista” fuera suficiente para blindarla de toda discusión o análisis.
La extrema violencia evidenciada ampliamente el año pasado, llevó hoy al gobierno a tomar sus debidas y más que justificadas precauciones, protegiendo el Palacio Nacional de posibles actos de vandalismo y evitando con esto que, como sucedió el año pasado, las manifestantes se lastimen entre ellas.
Pero la derecha no ceja en su afán de crear un ambiente de confrontación, y la izquierda sigue cayendo en la trampa cuando ambos extremos reclaman “el muro” levantado en las inmediaciones del Palacio, calificando el evento de “histórico” y “nunca antes visto”, y olvidando o fingiendo hacerlo, que en anteriores gobiernos se amurallaba todo el centro histórico con granaderos dispuestos a ejercer la máxima violencia contra los manifestantes, o que como en 2006, amurallaron el congreso ante una supuesta amenaza de violencia por parte de quienes protestábamos contra el fraude electoral, violencia que nunca sucedió, ni en el palacio legislativo ni en ningún otro lado.
El verdadero trasfondo político golpista de quienes se oponen a la cuarta transformación y que han secuestrado el movimiento feminista, en realidad no ha dejado su intención de crear caos con la esperanza de que sea la llama que incendie al país. Su búsqueda por recuperar sus mal habidos privilegios de antaño no incluye el bienestar social, y poco les importa las terribles consecuencias que provocar una lucha fratricida tenga para la Nación, pues ellos, junto con sus voceros, siempre estarán a salvo en sus departamentos en Miami y con sus cuentas en Andorra.
Este año, esos individuos sin patria, seguramente están planeando superar los eventos que patrocinaron el pasado 8M de 2020 y pueden inclusive, pensar en intentar provocar una declaración de ingobernabilidad. Lo único que necesitan para lograrlo es el apoyo masivo del pueblo, cosa que les es negado por una impresionante mayoría.
La única manera de reivindicar el movimiento feminista y hacer de todos el legítimo reclamo de justicia para las mujeres, es repudiando la violencia, evidenciando a quienes han secuestrado el movimiento y, en uso y aprovechamiento del clima de libertades sin temor alguno a represión, retomar la protesta pacífica como estrategia.