Prensa mexicana: sometida, cansada y revendida
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
No es sabido que alguien tenga su acta de nacimiento, pero perdido en la bruma del tiempo anda el origen preciso de dos tajantes vetos que siempre tuvo la Prensa de México hasta julio de 2018: Prohibido hablar mal del Presidente o de la Iglesia Católica. Hacerlo era un atentado al Dogma de Fe: EL PRESIDENTE ES DIOS Y LA IGLESIA SU PROFETA. Así fue hasta que ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR fue electo por abrumadora mayoría popular, contra los deseos, propósitos y acciones del colosal aparato oficial (empresarial, político y mediático) que quiso desbarrancarlo por tercera ocasión. Por más que quiso la Nomenklatura ya no pudo hacerlo, pese a la Prensa acostumbrada a estar sometida durante años.
En cualquier Redacción los jefes se encargaban siempre de recordarle a los nuevos reporteros y redactores la terminante prohibición, por si acaso se había relajado la memoria o tuvieran un temprano asalto de Alzheimer: No atacar al Presidente ni a la Iglesia Católica. De cualquier manera, los revisores y los mismos jefes o secretarios de Redacción confirmaban que la orden se cumpliera. Ninguno deseaba que el Jefe de Prensa de la Presidencia o, lo que era peor, algún oficial del Estado Mayor Presidencial, llamara al Director del medio o directamente al dueño. Cuando eso sucedía, el infractor olvidadizo no volvía a entrar al periódico, o amanecía tirado por algún paraje lejano, muy golpeado si bien le iba.
Recientemente, en las benditas Redes Sociales empezó a circular la nota del grosero e intempestivo despido del periodista Guillermo Ochoa junto a toda la gente que, sin deberla ni temerla sólo por hacer su trabajo, colaboraba con él en su noticiero de televisión. SU PECADO: Revivir por su valor noticioso del momento, una vieja entrevista al cacique petrolero Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, que no le gustó nadita al Tlatoani de entonces, CARLOS SALINAS DE GORTARI, porque parecía mostrarlo como lo que era: un Dictador prepotente y atrabiliario. El caso es que en cuestión de pocas horas, en Chapultepec 18 (donde estaba Televicentro, sede del noticiero) borraron de modo fulminante todo vestigio del periodista, su gente y el espacio que era casi obligado cada mañana. Quedó proscrito para siempre. CAPUT, FINITO, FADE OUT, GAME OVER.
Algo parecido le pasó –por cuenta de otro Dictador similar, usurpador y prepotente– a Carmen Aristegui, quien fue despedida por atreverse a citar, también por su valor noticioso, un fragmento del discurso en la Cámara de Diputados del legislador Gerardo Fernández Noroña que acusaba, con todas sus letras, eso sí, la dipsomanía de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. Incapaz de enfrentarse al legislador, se fue por lo más vulnerable y obligó a los dueños del Medio a despedir a Aristegui y todo su equipo. Y hoy se ostenta con todo cinismo como defensor de la Libertad de Expresión.
En ambos casos los periodistas agraviados sólo siguieron un valor fundamental del periodismo: la oportunidad, el momento de la nota, se apegaron al valor informativo, nada más. A diferencia de entonces, hoy los reporteros BUSCAN, ESCARBAN, PERSIGUEN el mínimo fallo del nuevo Gobierno para RESALTAR EL ERROR, DESTACAR LA INEFICIENCIA y dar pie a la propaganda adversaria. No hay periodismo, hay encono. No hay profesionalismo, hay rabia desfogada.
Todos los medios habían vivido la insurrección del Sector Privado contra LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ, por atribuirle la muerte del patriarca y adalid empresarial del Grupo Monterrey, EUGENIO GARZA SADA. Y eso que Echeverría había ordenado al banco de desarrollo oficial, “rescatar” con millones de dólares a fondo perdido al Grupo Monterrey, a punto de sucumbir bajo su pesado endeudamiento con la banca foránea, y le permitió transformarse de GRUPO “industrial” en bancario, al usar el dinero no pagado al gobierno para comprar bancos en tiempos de Salinas. Los empresarios pagaron la comprensión y apapacho de Echeverría con un furibundo y tenaz ataque, donde el Estado Mayor Presidencial se abstuvo de intervenir para preservar incólume la figura presidencial. La Iniciativa Privada se erigió de pronto, en la nueva Deidad que debía bendecir al siguiente Tlatoani, si quería reinar en paz.
En los albores del Neoliberalismo, la IP le permitió a LÓPEZ PORTILLO reinar con ciertos apuros, propiciados por su frivolidad y valemadrismo. Al reclamar los ataques de la prensa a sus caprichos, decidió reducirle sus canonjías, al son de “NO PAGO PARA QUE ME PEGUEN”. Y aunque los “comunicadores” se disciplinaron a regañadientes, peor le fue al Tlatoani porque se lo buscó al hacer General de Brigada a su cuate del alma, Arturo Durazo Moreno, quien jamás pisó ni por error un salón de clases o siquiera un jardín del Colegio Militar, mucho menos de la Escuela Superior de Guerra de San Jerónimo (donde se forma la alta graduación de mandos militares). Pero como era el Presidente, se impuso de nuevo la prohibición (con sus asegunes): Ni al Presidente ni a la Iglesia.
En el nuevo milenio, cuando arrasó el Tsunami López Obrador, el ungido por la Voluntad Popular como PRESIDENTE DE MÉXICO, quiso demostrar que sus promesas no eran “jarabe de pico” para ganar la elección (como sucedió con el mentiroso Vicente Fox, quien prometió “sacar al PRI de Los Pinos” y lo primero que hizo como presidente fue acurrucarse en los tentáculos priístas para copiarlos y mejorar sus corruptelas). A diferencia de Fox, lo prometido por AMLO en campaña, está siendo cumplido en su ejercicio de gobierno.
De entrada, López Obrador hizo válida la Libertad de Expresión irrestricta, pero la Prensa no supo ni sabe vivir con ella, no se adapta. Acostumbrada al sometimiento, sólo cambió de amo. Ya no es el Presidente su Dios inatacable, pues atacan a AMLO día tras día, sino el Dinero del Sector Empresarial, furioso por el desacato de la gente a sus imposiciones. La Iglesia Católica sigue intocable, a pesar de tanto escándalo de pederastia y abusos documentados, porque las esposas empresariales siguen creyendo que su pase al Cielo puede comprarse en la Catedral o el Vaticano.
Reporteros de Medios convencionales acreditados ante el nuevo gobierno acribillan, literalmente, al nuevo Mandatario con preguntas absurdas, altaneras y hasta groseras y ofensivas, que el nuevo Líder Popular, prudente y sapiente, esquiva con gracia y habilidad como Mosquetero redivivo.
Los jefes reporteriles, financiados por el empresariado que el Pueblo desairó, imponen como Orden del Día la puya incisiva, “otros datos” sacados del arsenal guerrillero, el reclamo soez, el grito pelado, para hacer tropezar o desquiciar al nuevo Mandatario que apenas va a cumplir UN AÑO en el Poder formal y lo tratan con hastío y arrogancia, que hasta el 30 de noviembre de 2108 era impensable, siquiera como una remotísima posibilidad o una mala pesadilla. La “prensa libre” aprovecha la desaparición del feroz y omnipresente Estado Mayor Presidencial (la Guardia Pretoriana del PRIAN) para su festín de rencores, en aras de la Nueva Libertad de Expresión que demuestra NO MERECER, por su añoranza del sometimiento tan lucrativo que tuvo durante años, con el veto de “NO METERSE CON EL PRESIDENTE NI CON LA IGLESIA”.