La marcha que no fue marcha y la protesta que no fue protesta
En la opinión de Elí González
@calacuayoMX
Andres Manuel López Obrador, activista que por 4 décadas, luchó contra la desigualdad, por los desfavorecidos con su frase: “por el bien de todos, primero los pobres”. Hoy es el presidente más querido de la historia en México.
Gilberto Lozano, Pedro Ferriz entre otros, solo son payasos que juegan en ser los demonios que quieren reabrir el camino del diablo que desesperado quiere volver a disfrutar las mieles del poder, a costa de los bienes nacionales. Esos payasos, siempre serán payasos y títeres de verdaderos demonios que a pesar de su poner, tampoco lograrán retomar las riendas en el 2021.
Quieren hacer dimitir al presidente más querido de la historia de México, con movimientos y marchas ridículas. A bordo de Mercedes Benz, Audis, Suburbans etc.. argumentan fracaso y crisis económicos, demostrando lo contrario con extrema comicidad.
En las calles dicen: “somos millones los que ya despertamos y no te queremos”, vete no te queremos”, “lárgate dictador”.
En sus discursos con megáfonos gritan con insultos, adjetivos vulgares, con odio, desprecio y hasta discriminación al presidente y quienes lo apoyan.
Dicen que son millones los que exigen la renuncia del presidente; dicen que sólo 30 millones apoyan a AMLO pero que México tiene 127 millones de habitantes y con total ignorancia de la aritmética le restan los 30 millones a esos 127 millones y dicen que son mayoría.
Olvidan que entre los 127 millones hay niños, adolescentes, jóvenes adultos y ancianos. Olvidan que de esos 127 millones aproximadamente el 65% está en el padrón electoral, que de ese 65% existe un gran porcentaje que se abstiene de votar, que otro enorme porcentaje se fragmenta en varios partidos políticos y esos 30 millones siguen siendo la inmensa mayoría de los votantes.
Iletrados y con desconocimiento de las matemáticas dicen que su manifestación fue un éxito. Que en todos los estados salieron a manifestarse sin tomar en cuenta que se necesitan al menos 15 millones de autos para poder igualar a esos 30 millones de mexicanos.
No saben que en todo el país existen máximo, 30 millones de autos y que se necesitan 15 millones de autos para lograr alcanzar a esos 30 millones que odian.
Ignoran que en un kilómetro (km) lineal, caben 112 autos y que si cada auto lleva dos personas, en total son 224 personas por cada km.
Ignoran que necesitan 133,928.57 km lineales para que alcancen a manifestarse 30 millones de personas.
No tienen idea que la circunferencia de la tierra apenas tiene 40,075 km y que por lo tanto no les alcanza con una línea recta de autos manifestándose alrededor de la tierra.
Se sorprenderían si entendieran que necesitan darle 3.34 vueltas a la tierra con autos en línea para alcanzar los 30 millones que votaron por AMLO.
Es tal su ignorancia que no logran comprender que están perdidos. Que de nada sirve derrochar dinero pagándole a gente para que vaya a sus mini manifestaciones, porque no lograrán reunir ni siquiera un 5% de lo que logra el presidente con un mensaje a la nación.
Es indescriptible su actuación de odio, sus expresiones discriminatorias, sus discursos que rayan en la demencia.
Y nos preguntamos ¿Qué les pasa? ¿Qué les duele? ¿Cuál es su sufrimiento? Su problema no es económico, ellos se encargan de hacerlo evidente.
Se encargan de demostrar que no tienen tampoco una preocupación social, pues lo hacen evidente con su racismo, discriminación y hasta creyéndose superiores. Nadie les puede creer que estén sufriendo por el oprimido, por el pobre o el desempleado o el que no tiene oportunidades porque a ellos son a los que insultan en sus manifestaciones.
Con sus pintas de “Andrés Lopez no te queremos” y “AmloVeteYa”, solo denotan una profunda frustración. Hacen evidente que han perdido algo, que ya no soportan más. Sus pancartas reflejan más que odio, una profunda humillación hacia ellos mismos.
Si lo analizamos más a fondo podremos descubrir que los autores intelectuales, no son esos frustrados y desesperados odiadores que salieron a las calles, ellos son simples títeres.
Su discurso de odio es un ensayo, un libreto, una obediencia a sus autores intelectuales que al parecer, están imitando los golpes blandos copiados de otros países
Pareciera una imitación de la marcha realizada en Madrid y convocada por la extrema derecha del partido español Vox, con el mismo discurso: “Gobierno dimite”.
Hay también una similitud del movimiento francés de los chalecos amarillos, que desafortunadamente han roto sus propias marcas de batallas pérdidas.
Ya solo falta que imiten los sucesos actuales de Estados Unidos por la muerte de un afroamericano a manos de la policía.
Lo que se puede ver en sus discursos de odio, clasismo y discriminación hacia los “Chairos” es que quisieran que el resto de la sociedad desapareciera para quedarse solos en este país que creen les pertenece.
Parecen desesperados en quitarle de las manos a los pobres, la posibilidad de disfrutar también de la riqueza del país que creen es exclusiva de ellos.
En su clasismo, sus ánimos racistas, no les queda más que salir a mostrar sus miserias numéricas, teniendo que soportar, con su resentimiento, odio y enojo, que ya no son importantes en la vida de este país; que ya no significan nada.
Que ya no pueden seguir viviendo de lo que sangraban al erario y de los favores que les ofrecían los otros gobiernos.
Ya no pueden aspirar a un puesto político porque ya no es negocio como antes.
Lo que si hicieron evidente es el contraste social entre una élite con mejores recursos para soportar la pandemia y una sociedad que que vive al día.
En medio de sus torpezas, solo lograron que la población desfavorecida, abrace el esfuerzo del presidente y su equipo de Salud, que enfrenta una epidemia con una estructura de salud que recibió en ruinas y que sin embargo, la está afrontando con valor y determinación.
Hablan de polarización, y justo eso es lo que hicieron evidente, la polarización entre personas que tienen la vida resuelta y otras, como la que desde el autobús les recrimina diciendo: “Ridículos, los obreros somos los que movemos a México”.
Y es que para ser oposición, también hay que tener conocimiento, ser cultos, letrados, instruidos, del pueblo y de todo lo que significa México, sin necesidad de la ostentación o los trajes finos.