Postigo
Por José García Sánchez
La mediocridad rara vez tiene conciencia de su práctica, y cuando en ese rutinario mundo donde nada sucede cualquier evento es extraordinario, aunque sólo demuestre desconocer la dimensión de la realidad y fue lo que sucedió con la oposición frente a una serie de acontecimientos que consideraron clave para ganar las elecciones de 2024, cuando en realidad se trataban de bolas de humo.
Los tres intentos para volver a colocarse como grupo político importante lo único que logró fue la burla generalizada ante el ridículo de la mayoría de sus miembros quienes, a pesar del fracaso, siguen ponderando su estrategia como válida en un mundo donde hasta la fecha, desconocen. Así, al desconocer la realidad poco puede hacerse para transformarla.
Los partidos de oposición caminaron por su rumbo sin la población porque la consideran enemiga de sus ocurrencias, y empezó a trabajar en la cúpula que sólo arrojó mayores derrotas. La gente no puede, no debe estar en todo de acuerdo con el gobierno, pero para los partidos de oposición ser disidente por primera vez significa arriesgar todo aunque ganen nada.
La obviedad fue el marco de su desgracia, siempre lo ha sido, porque prepararon con antelación sus tres bombas contra el gobierno federal que les resultaron balas de salva: la primera, el supuesto hallazgo de secretos del gobierno a través de hackeo de documentos de la Sedena, entregada por el grupo Guacamaya a Loret de Mola, que no descubre ni siquiera el parte médico del Presidente, aunque éste haya sido su mayor misil; las noticias aparecidas en un cúmulo de datos inservibles se apagó a las pocas horas ante lo insustancial de sus contenidos.
El simple hecho de entregar a un opositor rabioso y de poca credibilidad la noticia de los datos recién descubiertos, deja mucho que desear. La mayoría de estos hackeos tiene como objetivo obtener dinero de por medio y el hecho se dedicó a desgastar la imagen de la 4T, lo que descubre, hasta la obviedad su origen y destino.
Otro de los supuestos dirigibles de la oposición fue el líber de una persona resentida pro el abandono y centaveada por los miembros del PRD, partido al que todavía pertenece, donde se intenta dar a conocer manejos “turbios” del dinero en campaña de Morena, y se va contra quienes ella considera debe pegar para desprestigiar, con datos como evidencia que cualquier que cualquier niño de primaria puede obtener de internet.
Cuando le preguntan sobre las evidencias dice que lo escuchó, que se lo dijeron pero que no hay pruebas de ninguno de los hechos que da por consumados en su libelo que carece de información sobre el número de ejemplares impresos, lo cual, en sí mismo, es un delito. En el paroxismo del ridículo no falta la senadora panista que quiera basar lo dicho en el libro para armar una demanda penal contra el Presidente de la República. Como si los supuestos y los chismes de vecindad fueran causal de crimen.
Se sabe que el texto estuvo en varias manos, como en las de Enrique Krauze, quien desistió del compromiso de apoyarlo, hasta que llegó a manos de tres personajes que por su mediocridad no pudieron medir la dimensión de lo que tenían en sus manos y optaron por apostar por el supuesto descubrimiento de un gran secreto. Fernando Belaunzarán, Ricardo Pascoe, y Guadalupe Acosta Naranjo patrocinadores y protagonistas forzados del libelo calumniador. Tres delincuentes por más de un delito.
La tercera bomba de humo fue el nuevo intento de renombrarse para figurar como grupo opositor, que nació muerto, y al que se asomaron menos de mil mexicanos en todo el país, a ver que decían de nuevo y simplemente se desengañaron. Lo mismo pero más débil, más frágil, mas desgastado. Un intento más por llamar la atención de quienes nadie voltea a ver.