Nunca más una ‘Nave de los Locos’
Hay un famoso cuadro exhibido en el museo del Louvre, que lleva por título La Nave de los Locos. El autor flamenco El Bosco, da cuenta en él de la falta de cordura en los hombres que prefieren satisfacer las necesidades del cuerpo en forma exagerada, a cumplir con los compromisos que les reclaman la mente y el espíritu. Son hombres que atienden en todo momento el cuerpo, desdeñando el valor del razón y el entendimiento.
El cuadro tiene referencias claras sobre temas que tocan la tradición oral y escrita del periodo medieval en Europa. Un libro del humanista Sebastián Brant, publicado en Basilea en 1494, da cuenta de una nave, que lleva como pasajeros a los indeseables de las comarcas europeas. Locos, lujuriosos, ladrones y demás seres inadaptados, son embarcados y desterrados del territorio.
Sin embargo, Michel Foucault, en su libro Historia de la Locura en la Época Clásica, afirma que durante la Edad Media, efectivamente existieron barcos que trasladaban a los locos de un puerto a otro, hasta encontrar lugar de destierro donde abandonarlos.
Los enfermos de cualquier tipo de locura, eran personajes indeseables en una sociedad que luchaba por mantenerse viva. La Nave de los Locos desempeñaba una labor social, al eliminar de las comarcas que tocaba durante sus viajes, el problema que los habitantes de estos poblados no deseaban enfrentar.
El miedo a la locura, que en realidad es el miedo a lo desconocido, conducía a los habitantes sanos de estos lugares, a condenar y expulsar a todo aquel enfermo que podía significar un riesgo desconocido para ellos.
Los sucesos de la Edad Media, de la Edad Oscura, nos parecen muy remotos hoy en día.
Hay tratamiento para buena parte de las enfermedades mentales y sitios especializados para la atención de quienes las padecen.
Sin embargo, ese miedo atávico ante cualquier tipo de enfermedad que puede significar un mal del que poco sabemos, sigue presente en las sociedades modernas.
El caso del crucero Meraviglia, de bandera italiana, rechazado en Jamaica e Islas Caimán, pone de manifiesto lo anterior.
El miedo atávico en los seres humanos, lleva a muchas personas a actuar fuera de la lógica que aplican en su vida diaria.
Sobre la actual variante de coronavirus a la que se teme tanto, se saben pocas cosas. Pero algo que evidencia su desarrollo, es que no es un tipo viral agresivo. El número de muertes registradas en China y otros países, es bastante reducido, en relación a otros tipos de influenza y enfermedades virales respiratorias.
Los mensajes que las autoridades del sector Salud, emiten a diario, dan cuenta de que en nuestro país se han tomado medidas preventivas y de atención, acordes con la gravedad del problema.
Hay medidas de detección, contención y atención, diseñadas para no permitir que esta nueva epidemia, cause daños de salud entre la población vulnerable.
Las unidades médicas especializadas, están preparadas para dar la batalla a un mal que eventualmente llegará al país, tal y como ha sucedido en otras naciones.
El barco Meraviglia llega a tierras mexicanas, solicitando permiso para atracar. Se habla de un posible caso de coronavirus en un primer momento. Un marinero presenta sintomatología sospechosa. Al final, se comprueba que se trata de otra enfermedad.
El gobierno de México autoriza la entrada de la nave a puerto nacional. Se aplicará a cada pasajero el protocolo sanitario, para comprobar que no son portadores del virus. Después podrán desembarcar.
No obstante todo esto, hay voces que se manifiestan en contra de la autorización para que el Meraviglia entre a puerto. Prefieren que el crucero siga curso hacia otra nación, donde probablemente también será rechazado.
La Nave de los Locos surcando de nuevo los mares, transportando a los enfermos indeseables, tal y como lo hiciera hace más de seiscientos años.
La causa sigue siendo la misma. El miedo a lo desconocido. La deshumanización ante un peligro inentendible, pero que se intuye cercano.
Si de verdad trabajamos por un proceso de transformación en el país y la recuperación de los valores éticos y morales que nos fueron arrancados por la corrupción política neoliberal, este es el momento ideal par enmendar el camino.
No olvidar es lo más importante.
Recordemos que hace pocos años, cuando se presentó el brote epidémico de influenza A H1N1, vivimos lo mismo.
Cantidad de desinformación en todos los medios conservadores. Un pánico general, propiciado por esa falta de datos precisos. Compras de pánico en farmacias, donde se agotaban en horas cubrebocas, alcohol, ungüentos y medicamentos para las vías respiratorias. Suspensión de actividades en oficinas públicas y escuelas.
Y al final. No hubo desastre. Fueron muy pocas las personas que fallecieron a consecuencia de la enfermedad.
En la calle, los ciudadanos se preguntaban, cuando la crisis general menguó, si alguien conocía a alguna persona que hubiera estado enferma de ese mal.
Se llegó a decir que todo fue un montaje del gobierno, para ocultar la verdadera crisis económica que estaba afectando al país.
Pocos casos de influenza A H1N1 se presentaron y menor fue el número de muertes.
A las bolsas financieras en el mundo, no las está tirando el nuevo coronavirus. Están cayendo por el miedo infundado que despierta. La enfermedad no en si misma agresiva. La Organización Mundial de la Salud la considera como un nuevo brote que puede alcanzar niveles de pandemia. Pero agrega que dada la baja agresividad del virus, se considera de baja mortalidad.
Por eso el presidente López Obrador autoriza la entrada del Meraviglia a puerto mexicano. Por eso apela a los valores humanos que deben existir en cada uno de nosotros.
Expulsar a los enfermos, o a los potencialmente enfermos, es un acto de crueldad extrema. Si otras naciones lo hacen, allá ellas.
Pero en un país que está en lucha diaria por recuperar la ética y la moral que le arrebató el neoliberalismo, es inadmisible una posición donde el dolor de otros importa poco.
Si hay medidas de salud bien definidas, nada debe temerse de una enfermedad que en algún momento llegará al país. China anuncia que en abril próximo, tendrá la vacuna requerida para combatir anticipadamente la enfermedad.
Si algo hay que reconocerle a este gobierno de la Cuarta Transformación, en su valor para enfrentar las crisis que se presentan a diario, con actitud humanista, pensando en bien común y en el respeto a la vida humana.
Bien por el presidente López Obrador, al no permitir que la nueva Nave de los Locos, siguiera surcando los mares, sin puerto de destino.
En verdad estamos recuperando nuestra ética y nuestros valores morales.
Pero ese trabajo para reconstituir el tejido social, depende todos. No solo del presidente.
Malthus Gamba