“No’mas tantito”, la excusa del conductor indecente
Por: Pablo Meléndez
@jpms1500
Hace unos días vimos en la ciudad una manifestación de transportistas para exigir un aumento de tarifas, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum la aceptó pero con la condición de exigir mejorar las condiciones del transporte en la entidad.
Sin embargo a pocos días de realizar el trato, los transportistas se empeñan en mantener la mínima consideración a las reglas de circulación, camiones que ingresan a la ciclopista, hacen parada en zonas indebidas provocando tráfico, además de intoxicarse y beber mientras conducen, y a menudo aparecen en las redes quejas constantes de sus actividades poco conscientes.
Pero quisiéramos creer que estos son los únicos responsables del caos, pero no es así, mientras caminada el otro día sobre ermita Iztapalapa el semáforo peatonal estaba en rojo cuando de entre los presentes la única que cruzó corriendo fue una madre jalando a su hijo, el niño consciente le reclamó a la señora que estaba en rojo, pero ella lo jaló enseñándole la valiosa lección de ignorar las reglas más fundamentales de convivencia.
Existe un sinfín de anécdotas que he presenciado en ese cruce, todas provocadas por toda clase de personas, pero las más habituales son la de los taxistas que se suben al camellón para no tener que esperar el semáforo haya o no gente ahí.
Este grupo que pese haber perdido impacto y presencia en la capital siguen saltándose los semáforos y zigzagueando entre los carriles con tanto cinismo que hasta es imposible reclamarles sin sentir que hablas con la terquedad materializada.
Mientras tanto la ciudad no sólo está bajo una capa de smog, sino en constante exaltación por el ruido, la luz y las masas de autos que día a día lo generan.
Así como vemos camiones en doble sentido o haciendo base en zonas muy complicadas, vemos al automovilista sobre la ciclovía o estacionados “no’mas tantito” en el peor lugar posible.
Los accidentes en autos son tan constantes que en lo general ya han perdido la importancia que merecen, nos hemos acostumbrado a ellos y eso hace que aunque sigan ocurriendo y quizá más a menudo, se vuelve poco relevante para nuestro día a día y el problema se hace invisible.
Junto a los autos van las motocicletas y como si se tratara de un partido de fútbol, se arrojan la bolita de quién debe o no estar ahí, como si se tratara de quién gana ¿Es relevante? De verdad conductor ¿Importa quién tiene la culpa cuando el siniestro ya ha ocurrido?
Y las motocicletas sin miedo y en la mayoría siendo niños o inexpertos que no saben ni los más mínimos principios de la conducción, se muestran a menudo circulando sobre pasos peatonales o haciendo filtraciones ilegales en todo momento.
Uno de los más grandes problemas es que ni el transportista, ni el automovilista o el motociclista, conocen las reglas de tránsito, si acaso sólo los artículos que le convienen y le ayudan en caso de ser detenido.
Lo cierto es que nada de esto tiene que ver con un tema de multas o castigos, es la simple educación que cada conductor demuestra a la hora de tomar su vehículo y que muestra hacia el otro con la intención incluso de hacerle daño; siendo los más vulnerables el peatón y el ciclista que son los que más ven invadidos sus espacios y obligados a tomar riesgos por la mezquindad de unos pocos.
La simple idea de ser cortés se pierde cuando en el cruce donde deben pasar uno a uno surge el que se abalanza para ganar un segundos de ventaja, que la preferencia de paso va en orden de tamaños: peatón-auto de emergencia, bicicleta, moto, auto, camioneta, camión; o que el verde es siga, el amarillo aminorar marcha y rojo detenerse.
Es el caos que se vive día a día y sólo queda que el ciudadano harto de vivir en el caos, se detenga y muestre algo de decencia.
Y tú ¿Cómo te mueves? Y ¿Qué delito cometes “no’mas tantito”?