El viejo y cansado mastodonte conservador, no encuentra el punto débil que le permita pasar a la iniciativa y dar el mordisco definitivo al cazador que lo ha ido debilitando y acorralando poco a poco.
Claudio X González y su gente, han utilizado todas las herramientas a su alcance, intentando frenar el avance del Movimiento de Transformación encabezado por el presidente López Obrador. Sin éxito.
Es como si el trabajo que realizan a diario, tuviera como escenario un pantano, donde cada movimiento realizado, en lugar de acercarlos un poco a la orilla deseada, los hundiera en el fango que amenaza con devorarlos definitivamente.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y en realidad, buena parte de los jueces y magistrados pertenecientes al Poder Judicial, han aceptado y otorgado amparos en contra de las políticas que impulsa el presidente López Obrador, sin mayor éxito. Las obras representativas de este gobierno han seguido adelante, a pesar del freno que trataron de imponer los corruptos del pasado. La liberación de delincuentes comunes y de cuello blanco, por parte de los juzgadores, no se traduce en un incremento en el nivel de violencia en el país.
A pesar de esa “justicia” adulterada, hay un porcentaje del menos -17%, en cuanto a nivel de delincuencia registrada, que resulta evidente para todos. Es falso que la percepción social sea la de que se vive en un país tomado por los criminales. Se vive con mayor seguridad hoy en día y la tendencia en delitos registrados, mantiene su ruta a la baja.
Esa batalla de la oposición para mostrar que el gobierno del presidente López Obrador se encuentra en crisis y que por lo mismo, se hace necesario el regreso de los corruptos neoliberales al poder, para restablecer el “orden”, ha sido un fracaso total. Nadie en su sano juicio quiere a políticos del calibre de Genaro García Luna y Felipe Calderón, de regreso.
La permanente campaña en medios de manipulación, para desgastar a base de mentiras y calumnias al Movimiento de Transformación, también ha fracasado. La vieja prensa conservadora carece de legitimidad y credibilidad. Por más que machacan mañana, tarde y noche con su cantaleta de que “todo en el gobierno va mal”, a nadie convencen o engañan.
Y la oposición se hunde lastimosamente en el terreno político, a pesar de tener recursos económicos ilimitados, para financiar cualquier proyecto reaccionario que les asegure el triunfo y el soñado regreso al poder.
En 2024 no alcanzarán triunfos destacados y más bien están peleando en el momento actual, por sobrevivir a la elección federal de ese año. Xóchitl Gálvez fue la apuesta conservadora, para enfrentar a cualquiera de las “corcholatas” respaldada por el Pueblo. A Xóchitl le prepararon un currículum especial, en el que su origen indígena y su falsas carencias durante la infancia, consiguieran crear un vínculo de simpatía con las clases más humildes del país. Pero el engaño duró poco. Hoy sabemos que Xóchitl es una traficante de influencias, con una fortuna envidiable para cualquier otro conservador. Que ha evadido impuestos en sus declaraciones fiscales y que favoreció a desarrolladoras inmobiliarias, durante el tiempo en que se desempeñó como delegada en la demarcación Miguel Hidalgo, de la Ciudad de México. La máscara de humildad se vino abajo y hoy es vista como una integrante más del grupo de corruptos que estuvieron al frente del país, durante las décadas pasadas.
Todas estas derrotas opositoras tienen un mismo origen. La voz y el trabajo del presidente López Obrador.
Dentro del grupo conservador, no existe un político, un empresario, un intelectual, o un comunicador, que pueda hacer frente al poder de convocatoria que tiene el presidente. Ni uno solo.
La Conferencia Matutina de López Obrador, cumple dos fines. Informar con verdad al Pueblo de México y evidenciar las mentiras difundidas por la prensa reaccionaria. El presidente es el mejor comunicador que existe en el país. Goza de un prestigio bien ganado, basado en una honestidad que ha soportado toda clase de pruebas, intentando encontrarle un mancha. Y no hay una sola que puedan echarle en cara.
Por eso molesta tanto a los neoliberales que el presidente hable. Ellos sí tienen mucho que esconder y mucho por lo que deberían avergonzarse. Todo el bloque reaccionario está manchado y aunque vistan a sus candidatos de “santos” o “vírgenes”, como intentan hacer con Xóchitl Gálvez, nadie se traga la mentira.
El Tribunal Electoral acaba de sancionar al presidente López Obrador, de manera severa y en contra de sus elementales derechos como ciudadano y servidor público. No puede nombrar, ni hablar de Xóchitl Gálvez. Tampoco puede referirse al proceso electoral del año entrante. Una censura total en su contra, en ambos temas.
Si el presidente fuera el dictador autoritario del que habla la oposición, hubiera desacatado esa prohibición con la mano en la cintura. Un dictador hace eso.
Pero López Obrador no actúa ni se comporta así. Acató la injusta medida con serenidad, aunque manifestando su inconformidad ante la arbitrariedad.
Nada más que para el político más destacado de las últimas décadas, no hay barreras impuestas por la corrupción que puedan detenerlo.
Hoy inicia en la Conferencia Mañanera una nueva sección que lleva por nombre “NO LO DIGO YO”. En ella aparecen imágenes, videos, notas y declaraciones, donde los mismos corruptos del pasado, se desenmascaran abiertamente.
El primero en aparecer ahí fue el expresidente Vicente Fox, quien confía en que un triunfo de Xóchitl Gálvez en 2024, lo favorezca con la devolución de la pensión vitalicia, que con este gobierno ya no cobra. Pero no solo eso, exige también que la totalidad de los Programas Sociales desaparezcan y que todos los “huevones” (esa expresión usó), se pongan a trabajar.
López Obrador marca la agenda política del país, a pesar de los esfuerzos conservadores para silenciarlo. No pueden con él y a cada nuevo intento, les da cátedra de lo que es hacer verdadera política, en tiempos de la Cuarta Transformación.
No van a regresar.
Malthus Gamba