Murillo Karam, la justicia contra el cinismo de la “verdad histórica”
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Ayotzinapa es una palabra náhuatl que significa “lugar de tortugas”. Hay curiosidades que se antojan más como casualidades, resultan una ironía, porque otro dato de la cultura popular es que las tortugas marinas nunca conocen a sus crías; sin embargo, esconden con cuidado y estrategia sus huevos para garantizar su nacimiento, para ocultarlas de los depredadores. En contraste, las madres “tortugas” de Ayotzinapa cuidaron a sus hijos durante años, hasta que un montón de ellos un día dijeron: “Voy a ser normalista”, y caminaron solos “hasta el mar”.
En México, los depredadores llevan mucho tiempo acechando ese “lugar de tortugas”, porque justo de ahí, de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, egresó Lucio Cabañas, maestro, líder estudiantil y jefe del grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero, durante los años setentas. ¿Cómo el gobierno no tendría cuidado con ese nido de tortugas tan rebelde?
La noche del 26 de septiembre de 2014, un grupo de estudiantes fue atacado bajo un motón de teorías que van desde “la verdad histórica” de Jesús Murillo Karam, hasta las versiones de algunos estudiantes que sobrevivieron, que sí pudieron escapar.
Por eso el significado de Ayotzinapa es una ironía: porque las madres de estas “tortugas” han luchado tantas horas para encontrar a sus hijos a diferencia de aquellas que sólo ponen sus huevos en la arena y no regresan; jamás.
El 24 de septiembre de 2020, los padres de los 43 normalistas desaparecidos realizaron un mitin, uno de tantos, ellos mismos habrán perdido la cuenta; el de esa ocasión se desarrolló a las afueras del Consejo de la Judicatura Federal en la Ciudad de México. Están ahí porque buscan respuestas.
Buscan saber, por ejemplo, por qué hay tantas irregularidades en el proceso judicial de Ángel Casarrubias, alias “El Mochomo”, pieza clave del grupo delincuencial Guerreros Unidos y que habría estado involucrado en la desaparición de sus normalistas; quieren saber por qué a inicios de julio de 2020, lo liberaron y a la salida del Penal de Almoloya en el Estado de México, la Fiscalía General de la República le reaprehendió hasta que ese mismo 24 de septiembre de 2020, casualmente mientras los padres se encontraban en la Judicatura, lo vincularon a proceso por delincuencia organizada, luego de casi 70 días de arraigo.
Buscan respuesta sobre los millones de pesos que el abogado de “El Mochomo” y la propia madre del criminal habrían ofrecido a un secretario de Acuerdos del Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales del Estado de México para liberar al delincuente. También asisten a la Judicatura porque se preguntan cuáles fueron las razones de que, en septiembre de 2019, el juez Samuel Ventura Ramos, ordenó la liberación “inmediata” de 24 detenidos relacionados a la desaparición de los normalistas, sus hijos.
Pese a que en diversas ocasiones Felipe de la Cruz, vocero de los padres de Ayotzinapa ha reconocido un cambio importante en la investigación del caso a partir de que llegó al gobierno Andrés Manuel López Obrador, quien incluso ordenó una comisión especial comandada por el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, el movimiento aún piensa que es en el Poder Judicial donde se encuentran muchas irregularidades y vicios heredados de la administración de Enrique Peña Nieto, presidente de 2012 a 2018.
El pasado viernes 19 de agosto, la Fiscalía General de la República detuvo a Jesús Murillo Karam. Hoy, se sabe que el extitular de la extinta Procuraduría General de la República es acusado de cometer tortura contra seis implicados en la desaparición de los 43 normalistas y de haber ordenado la manipulación de la escena del crimen presentada en su verdad, en el Río San Juan, de Cocula Guerrero.
Es decir, 43 familias, 43 grupos de amigos, 43 universos han estado persiguiendo durante casi ocho años pistas falsas que la Procuraduría de Murillo Karam estructuró sólo para proteger a la clase política de aquel entonces. Por eso tantas idas y cuentas, entradas y salidas de criminales relacionados al caso, cuyas declaraciones eran confusas porque al final, se relacionaban con mentiras desde la cúpula de las instituciones. Por eso personajes como Tomás Zenón de Lucio se vinculaban a torturas como la del video en el que se obligaba a declarar a El Cepillo, otro de tantos personajes de esta ficción que armó el autoproclamado “nuevo PRI”.
El futuro de este personaje es incierto: su defensa argumenta mala salud, como siempre en estos casos, buscando anular la prisión preventiva, mientras que los fiscales tratan de mantenerlo en el Reclusorio Norte. Los padres de los normalistas celebran su detención. Lo que es un hecho es que él sabe una verdad que manipuló y que podría dar paz a todas esas familias que fueron embaucadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto.