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Los que marcharán son derrotados, frustrados y sin argumentos
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Los que marcharán son derrotados, frustrados y sin argumentos

La apuesta final está hecha.

Los conservadores, intentando una unión forzada entre calderonistas, panistas, antorchistas, perredistas, chalecos dizque amarillos y demás ejemplares emblemáticos de la Sociedad Civil, S. A. de C. V., marcharán este domingo desde el Ángel de la Independencia, hasta el Monumento a la Revolución.
Han apostado todo su pobre capital a este evento.
Después de esto, no tienen más fuerzas que oponer al gobierno de la Cuarta Transformación y entonces la plegaria será el único camino que les quede para que se opere un milagro y ganen algunas elecciones en el 2021.
Se une por primera vez la clase conservadora y convoca a una marcha que pretende ser nutrida y en lo posible atrayente para futuras movilizaciones.
Si su evento tiene éxito, habrá posibilidades para que en el 2020, se preparen escenarios de protesta a lo largo y ancho del país, en un intento por hacer atractivo a la gente un nuevo proyecto neoliberal que nadie conoce, ni sabe si existe.

Al mismo tiempo, se estaría en condiciones de enfrentar al gobierno del cambio, con el acompañamiento de grupos numerosos de conservadores inconformes.

Pero ¿Y si falla la estrategia? ¿Qué va a pasar si la asistencia es tan flaca como lo ha sido en los eventos anteriores, calificados de “fifís”?

Entonces la derecha mexicana, no necesitará esperar al 2021 para comprobar que está derrotada.
El domingo, en una alianza desesperada, todos los reaccionarios del país, hacen un intento para integrarse en un frente común. Los llamados a quienes comulgan con sus ideas, han sido constantes.
Se pide unidad, esfuerzo y sobre todo, la asistencia al evento.
En ocasiones anteriores, hemos visto en estas marchas conservadoras, al personal doméstico, al de seguridad, al empleado de la empresa, acompañar a disgusto a los reaccionarios con dinero, en su triste recorrido por las calles de la capital del país.

Estos trabajadores no asisten por gusto. Son obligados a marchar, en defensa de los intereses de sus patrones.
Y ni así han conseguido los conservadores construir contingentes numerosos.
Esta marcha es clave para las fuerzas reaccionarias. De no asistir, pierden mucho el domingo entrante.
Pero hay algo que están considerando muchos de ellos en este momento. La vergüenza de asistir a un evento, donde en realidad quedan en evidencia por el nulo poder de convocatoria de los organizadores.
Marchar dentro de un grupo compacto y nutrido, probablemente represente motivo de orgullo para quien participa.
Pero desfilar, ser visto y grabado en una marcha desangelada, como lo han sido todas las organizadas por la derecha nacional, es otra cosa.

Es exponerse al señalamiento público. Ser el motivo de burla de gente con la que se convive a diario.
Es también haber participado en un acto donde nada se arregla y se termina con un sabor de boca muy desagradable, al comprender que la asistencia al acto, sirvió solo para dejar de manifiesto el amplio desprecio social que provocan estas marchas.

Día difícil para los conservadores este domingo.

Toda la fuerza que pueden reunir, está participando en la organización de la marcha. Sin una garantía real de triunfo.
Lo peor de todo para ellos, es que el contraste con la concentración convocada por el presidente López Obrador, para rendir un informe de gobierno, después de un año de trabajo incesante, será inevitable.
El zócalo capitalino estará lleno este domingo. El apoyo al presidente es significativo, amplio, fuerte.
El músculo de apoyo a la Cuarta Transformación, medirá fuerzas con un rival que se antoja débil y con un mínimo de apoyo social.
La triste batalla que hoy libran las fuerzas reaccionarias, no es la batalla del pueblo mexicano.
Las banderas que ondearán en la plaza mayor, sí representan el sentir de millones de ciudadanos.
Los discursos y descalificaciones al gobierno, que seguramente serán el centro de la “propuesta” conservadora, son compartidos por un reducido sector social, sin peso real en la toma de decisiones que marcan el rumbo el país.
Es difícil pensar que la marcha “fifi”, se nos presente el domingo como un acto multitudinario.
En redes sociales podemos apreciar que las cuentas personales de Felipe Calderón, Vicente Fox, Margarita Zavala y otros ilustres reaccionarios, cuentan con cientos de miles de seguidores, que de manera constante, mantienen conversación con el titular de la cuenta. Es un apoyo impresionante.
Lo curioso está en que en la vida real, esos miles de seguidores no acuden al llamado urgente de su líder en redes.
La popularidad se esfuma cuando hay que hacer visible el apoyo en un acto público.
No aparece.
De ahí la constante muletilla con que se responde a estos tuiteros reaccionarios: “los bots no votan, ni marchan”.
El domingo, el zócalo de la Ciudad de México se vestirá de fiesta. Ahí no habrá acarreados, ni gente obligada a participar. Acude el pueblo a escuchar el mensaje del presidente y al mismo tiempo, a reiterarle un apoyo que no disminuye, a pesar de los esfuerzos de la derecha por enlodar la política del cambio.
En el Ángel de la Independencia, se verificará el anti-evento. Ahí no se hablará de logros, ni de avances sociales o políticos. El discurso de odio hacia la Cuarta Transformación, será el tema central.
Será un reclamo ante políticas que le quietaron privilegios a un segmento social, que hoy está al mismo nivel del resto de los mexicanos. No les gusta la igualdad. La desprecian.
Hablarán de la inseguridad y del bajo crecimiento, sin reconocer que el México herido al que hoy le estamos dando atención millones de mexicanos, es producto de la corrupción, la deshonestidad y el saqueo en los que participaron como clase social privilegiada.
Pedirán cambios urgentes, para que las aguas vuelvan al curso que a ellos les convino por décadas. No quieren más Cuarta Transformación.
Marchan por privilegios y no por justicia social.
Difícil que el pueblo de nuestro país apoye en estos momentos de cambio verdadero, una posición que busca regresar del pasado, a todo lo que dañó al país.
Lo más probable es que la marcha conservadora se convierta en uno de los fracasos históricos de la derecha mexicana.
Una baja participación, mata sus sueños para el 2021.
Por eso es que ya están considerando como opción emergente, la intervención del gobierno norteamericano en asuntos del país.
Cuando democráticamente, los reaccionarios pierden el poder y no tienen posibilidad de recuperarlo en el corto plazo, acuden invariablemente a otras naciones, para suplicar una intervención extranjera, que luche en su nombre contra el gobierno legalmente constituido.
Así han sido en el pasado y así son actualmente.
Depende de los mexicanos, no permitir que se repita esa historia.
Por lo pronto, todos al zócalo este domingo.
Somos más los que luchamos por un país justo y sin privilegios.

Malthus Gamba

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