22 Dic 2024

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No hay diferencia: Los conservadores son iguales en Bolivia y en México
Columnas, El día, Internacional

No hay diferencia: Los conservadores son iguales en Bolivia y en México

Hace apenas unas horas, Jeanine Áñez, autoproclamada presidenta interina en Bolivia, realizó declaraciones a los medios bajo control de la derecha, señalando que “siente pena por los mexicanos”.
El Golpe de Estado, evidente para la comunidad internacional, es presentado por esta señora como una transición hacia la democracia. Evo Morales es el populista que destruye instituciones y concentra todo el poder en su persona.
Termina comparando la situación de su país, con la que vive México en este momento y señala que López Obrador, sigue el camino equivocado de Evo Morales.
El final de la Cuarta Transformación, será por tanto, el mismo que vive actualmente Bolivia.
Esta declaración pone en evidencia el carácter de los conservadores que hoy intentan recuperar el poder, por medios violentos. El camino que han seguido hasta el momento las fuerzas reaccionarias en Bolivia, se caracteriza por el uso de la fuerza en forma indiscriminada.
Obligaron a Evo Morales, presidente en funciones, a presentar su renuncia al cargo, usando la amenaza hacia su persona y hacia su familia, como mecanismo para alcanzar sus fines.
Incendiaron casas de funcionarios públicos, obligaron a renunciar a sus cargos a diputados, alcaldes y otros representantes del pueblo, fieles al presidente Morales.
Han intentado sofocar el malestar social, por medio de unas fuerzas armadas y policía represoras, que se unen a una causa que los mancha como instituciones. Atentar contra el pueblo es manchar la dignidad de estas dos corporaciones.
En este momento, en Bolivia se vive un estado de anarquía. No existe gobierno verdadero. Los propios confabulados en el golpe de Estado, pelean por un poder que les interesa para conseguir fines personales y de grupo.
No hay autoridad real y la autoproclamada presidenta, habla de un gobierno democrático inexistente.
El Golpe de Estado de Bolivia, fue planeado por la clase conservadora y por organismos internacionales como la OEA, que trabajan a favor de una agenda internacional que favorece los intereses económicos y políticos del imperio norteamericano.
El método de la violencia, es el mecanismo que utilizan las fuerzas reaccionarias, cuando intentan recuperar el poder en una nación que se esfuerza por alcanzar una verdadera democracia. Ese manual violento, les llega por conducto de las agencias de seguridad establecidas en la Unión Americana.
Recientemente vimos operar el mismo mecanismo en Venezuela, con la autoproclamación presidencial de Juan Guaidó, a quien apoya un pequeño grupo de militares y toda la clase conservadora del país.
Una descalificación de Jeanine Áñez, más que motivo de preocupación o enojo, se interpreta por quienes defienden la verdadera democracia, como un alago.
Las palabras se toman de diferente manera y siempre de acuerdo a la estatura moral de quien las pronuncia.
La opinión de una mandataria espuria y sin legitimidad, carece de valor para una sociedad mexicana que está viviendo tiempos de transformación en su vida democrática.
México impidió un hecho que los conservadores bolivianos consideraban posibilidad real, para afianzarse en el poder. La muerte de Evo Morales. Así lo ha señalado el exmandatario, hoy asilado en nuestro país.
La oportuna intervención del gobierno de la Cuarta Transformación, impidió que se consumara el crimen.
Hablar de conservadurismo, es hablar en general, de métodos violentos. Lo sucedido en Bolivia, no es privativo de ese país.
Vemos como en Brasil, Argentina, Chile y Venezuela, sucede lo mismo. Ya sea en el poder, o como oposición que desea recuperar el gobierno, la clase conservadora utiliza la violencia, como herramienta de trabajo.
En México, la situación es la misma. Vemos como los conservadores, buscan el auxilio de grupos organizados que puedan generar situaciones de violencia generalizada. Los hemos visto actuar en manifestaciones y actos públicos.
Han hecho presencia también, en movimientos que en un inicio fueron de protesta justificada y que más adelante terminaron controlados por los intereses reaccionarios que desvirtuaron la causa y compraron a la dirigencia. Eso está pasando con los pocos policías federales que cierran aeropuertos y responden con violencia a la autoridad, cuando se intenta liberar vías de comunicación tomadas.
La violencia conservadora está instalada también en el Congreso.
Fue grotesco el comportamiento observado por los senadores conservadores del PAN, en la toma de protesta de la nueva titular de la Comisión de Derechos Humanos.
Xochit Gálvez destruyendo mobiliario en un arrebato de cólera.
Gustavo Madero intentando agredir a la presidenta la mesa directiva en el Senado.
El grupo panista, tratando de impedir el acto, a toda costa.
Qué razón tiene el presidente López Obrador, cuando señala que una de las características de la clase conservadora, es precisamente esa inclinación hacia la violencia y la represión.
Si para la Cuarta Transformación, la política es una disciplina donde se alcanzan las metas en base a la frase: “todo por el diálogo, nada por la violencia”, dentro del grupo conservador, la visión es totalmente opuesta. Pretenden arreglar cualquier problema, usando métodos violentos.
El futuro de Bolivia es en estos momentos incierto. Las masas sociales, indígenas en su mayoría, no han dicho su última palabra y están en movimiento, aunque los medios internacionales poco hables de ello. La democracia en ese país, no está perdida totalmente. Pueden darse cambios importantes en el corto plazo.
Una presidenta sin mayor apoyo que el del ejército y con un desprestigio internacional palpable, no tiene muchas oportunidades para consolidar un gobierno.
Respecto a México, nuestros conservadores moralmente derrotados, están en la lona desde el primero de julio del 2018.
Ahí los hemos mantenido y ahí se van a quedar, en una especie de cuarentena. En las elecciones intermedias del 2021, la sociedad mexicana los dará de alta, pero solo para mandarlos a su casa en forma definitiva.
No tienen oportunidad de recuperar espacios de poder, cuando la mayoría del pueblo mexicano, aborrece a quienes forman parte de esta clase privilegiada que se dedicó por años al saqueo nacional.
Sus métodos violentos, están condenados al fracaso. La guerra sucia y los posibles preparativos para un golpe de Estado blando en el país, han sido desenmascarados oportunamente y la sociedad se encuentra en alerta permanente para evitar que prospere cualquiera de sus intentos.
La violencia no se combate con la violencia, ha dicho el presidente.
Tiene toda la razón. La información permanente y la acción coordinada de una sociedad que en forma mayoritaria apoya a su presidente y al gobierno del cambio, es la respuesta adecuada en estos casos.
Los conservadores en el mundo, son siempre violentos. Pero tienen la desventaja de ser minoría ante el resto de la sociedad que los conoce y no comparte sus intereses corruptos.
La democracia puede más que ellos.

Malthus Gamba

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