Los 10 gobernadores chiquitos que dejan la CONAGO
Inicia el proceso electoral en nuestro país. Las de por sí intranquilas aguas de la política mexicana, comienzan a agitarse en forma marcada, dejando ver los posicionamientos de quienes competirán para obtener triunfos personales o partidistas en las elecciones intermedias del 2021.
Hay algo poco señalado por los medios de difusión de todo tipo. Sin embargo, es un problema real, del que la sociedad mexicana tiene conciencia.
El proceso electoral de mediados de sexenio, se verificará dentro de un marco de “debilidad” generalizada.
Los institutos políticos tradicionales, están agotados. Sus proyectos neoliberales no son viables para una sociedad que entendió que la transformación del país, es la única vía para salir del bache histórico al que nos condujo una política económica, encaminada al bienestar y fortalecimiento particular de un pequeño sector de privilegiados.
El pueblo de México no va a votar por el regreso de la corrupción y la impunidad a nuestro país. Tampoco por el regreso de aquellos que bañaron de sangre a la nación. Por mucho que digan haber cambiado, los ciudadanos vemos las mismas caras de los viejos políticos del pasado, acostumbrados a vivir a costa del presupuesto público.
Esos viejos partidos políticos, disfrazados ridículamente de “redentores democráticos”, no convencen al pueblo de México, que ha sabido separar convenientemente la paja del grano.
Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional, inician su penosa marcha hacia el fracaso final, confiando más en su conocimiento y capacidad individual para el fraude, que en el trabajo honesto que puedan desarrollar en los meses siguientes, para convencer al votante de que son una opción real y conveniente.
Estos dos partidos, dominadores de la escena política durante el periodo neoliberal, forman hoy parte de la “chiquillada” partidista, de la que poco se espera en un proceso electoral.
A fuerza de ser honestos, debemos decir que Morena, tampoco pasa por su mejor momento como fuerza política. Ha mostrados ser incapaz de resolver adecuadamente sus conflictos internos. Hoy enfrenta un proceso impuesto por el Tribunal Electoral, para definir a la dirigencia del partido, vía encuesta.
Hay un número de militantes que desea encabezar la dirigencia de ese partido, ya sea en calidad de presidente, o secretario general del mismo.
Y ahí hay de todo. Políticos de más de 80 años y jóvenes que inician su carrera política. Gente con mucha experiencia parlamentaria y en la conducción de una fuerza política y otros que sienten que el conocimiento teórico aprendido hace poco, es suficiente para encabezar y llevar a buen puerto, a un partido político de reciente creación, que aún no acaba de consolidarse.
Morena no es parte de la “chiquillada” partidista. Esa es su ventaja. Tiene la fuerza suficiente para alzarse con los triunfos importantes en las siguientes elecciones. Pero tiene también un grave problema.
Esa fuerza no nace de su trabajo. A Morena lo está sacando a flote la imagen y el empeño del presidente López Obrador y del equipo que lo acompaña desde el inicio de su mandato.
Ahí sí ha habido trabajo constante y resultados a la vista de todos. Lo mismo hacen los gobiernos de filiación morenista en sus Estados.
Morena arrasará en el siguiente proceso electoral, pero debe superar su conflicto interno, para convertirse en el partido que impulse y defienda el cambio en nuestro país, una vez concluido el presente sexenio.
Mientras tanto la chiquillada política opositora, sigue fraguando planes y estrategias, que terminan por estrellarse contra la pared, nada más haber nacido.
Los diez gobernadores opositores informaron ayer a la opinión pública, su voluntad para abandonar la Confederación Nacional de Gobernadores (CONAGO).
Como si se tratara de un rompimiento formal con la Federación, estos mandatarios estatales, señalan que se apartan de la ruta “del Centro” (así lo definen ellos), para buscar alternativas de progreso, justicia y desarrollo, en los ámbitos local y regional.
“Están en su derecho de hacerlo”, señaló el presidente López Obrador el día de hoy.
La CONAGO no es una agrupación oficial. Se trata más bien de una mesa de trabajo establecida por los propios gobernadores, para encontrar mecanismos de interlocución con el gobierno federal. Se busca plantear puntos consensuados, sobre temas sensibles a todas las regiones del país.
Si estos gobernadores deciden salir de la agrupación, nada pasa. La relación entre el gobierno federal y cada mandatario estatal, se mantendrá dentro de los mismos canales de diálogo y atención que han existido siempre.
Es la debilidad de estos gobernadores de extracción panista y priista, lo que los obliga a tomar medidas intrascendentes para lograr que los reflectores de los medios tradicionales de comunicación se ocupen de ellos.
Es un intento por mostrar que el gobierno federal, está perdiendo el respaldo de las autoridades estatales, al no atender todas las demandas que estos últimos plantean.
En realidad, lo que hacen en este momento estos diez pequeños gobernadores, es intentar salvar sus “cacicazgos” de la inminente derrota en el 2021. En el aire ya se huele un nuevo fracaso de los grupos reaccionarios que intentan mantenerse en el poder, a nivel de Estado, o región.
Para estos gobernadores, el apoyo desde la presidencia, solo es entendible cuando el respaldo viene acompañado de jugosos apoyos en metálico. Cualquier problema que se presenta en la Entidad Federativa, es motivo para solicitar más recursos a la Federación.
Y como en época de austeridad y cambio de régimen, esto resulta imposible, prefieren inconformarse públicamente, abandonando una Confederación formada por ellos mismos. Tienen presente en este momento, que para la debida preparación de fraudes electorales, el recurso financiero resulta indispensable.
Sin dinero, no hay triunfo posible. Al menos para quienes están acostumbrados a llegar al poder de la peor manera.
Los pequeños gobernadores de oposición, hacen un nuevo berrinche. Pretenden mostrar una fortaleza que en realidad no tienen.
Son liliputenses jugando a ser Gulliver.
Serán barridos en las próximas elecciones del 2021 y de ellos no quedará el mínimo recuerdo.
A menos, claro, que enfrenten procesos penales por los delitos de que son acusados varios de ellos, tanto por las autoridades nacionales, como por las estadounidenses.
Pero esa es una clase de “fama” que varios de ellos están tratando de evitar.
En realidad, la suerte no está con ellos.
Malthus Gamba