Las torpezas de una prensa conservadora, clasista y elitista
Es difícil creer siquiera un poco, en la prensa conservadora.
A diario da pruebas de la forma en que enfoca los acontecimientos nacionales del orden que sea. Sus deficiencias se aprecian en cualquier tema de interés social.
En la mayor parte de las situaciones que crean controversia pública, quedan al final muy mal parados.
Vamos a citar varios posicionamientos de periodistas de renombre en nuestro país, en los cuales queda clara su visión clasista, entreguista y enteramente neoliberal.
El primer caso tiene que ver con un evento público, convocado por el “Órgano Independiente” CONAPRED. Este consejo que dice trabajar para prevenir la discriminación, tuvo la brillante idea de convocar a un foro de discusión, al que fue invitado como ponente, el impresentable comediante político Chumel Torres.
Quienes participan en redes sociales, tienen conocimiento de que tal personaje se ha distinguido por sus ataques clasistas, machistas y discriminatorios, en contra de sectores sociales y personajes de la vida pública, que no encajan en el molde de “gente bonita”.
A Chumel Torres le pagan los grupos conservadores, por sus ataques permanentes en contra del gobierno del presidente López Obrador. La estrategia que ha montado el comediante, se basa no en criticar abiertamente las políticas públicas de la Cuarta Transformación. Utiliza preferentemente las descalificaciones personales en contra del presidente, de su esposa e incluso de su hijo menor de edad.
Lo mismo ha hecho con otros integrantes del gobierno del cambio. El aspecto físico, las maneras personales, la forma de vestir y expresarse, han sido los puntos que ataca Chumel Torres para descalificar acciones de gobierno.
El clasismo es la fuerza motora de su argumentación. Los “jodidos” están con Morena y el proyecto nacional del presidente. La “gente” vive en forma diferente y tiene un concepto de la vida en donde el confort, el dinero y “el buen vivir” son de importancia capital.
La invitación a Chumel Torres para participar en ese evento, causó un gran malestar en redes sociales. Se dieron tendencias en redes sociales, donde se exigía retirar del evento a este participante.
En un primer momento, CONAPRED intento defender su posición, argumentando que “todas las voces debían ser escuchadas”, pero no les funcionó. ¿Quién en su sano juicio quiere escuchar las razones que mueven a un ser elemental a discriminar en forma permanente? ¿Cómo puede contribuir un golpeador social a la prevención de la discriminación?
El evento tuvo que ser cancelado al final y CONAPRED quedó en el ridículo.
No obstante, periodistas como Javier Risco y Gabriela Warkentin de El Financiero, se la han pasado llorando por el “deprecio” social que sufrió Chumel.
Aún conociendo el historial del personaje, se esfuerzan en defenderlo, argumentando el derecho a la libre expresión de todos. No importa si ha ofendido a comunidades, menores de edad, o a sectores vulnerables de nuestra sociedad. Chumel debió aparecer hablando sobre el combate a la discriminación. Ése ha sido su pobre argumento.
Otro caso similar se dio con la señora Denise Dresser.
Conocida como férrea defensora del neoliberalismo y permanente golpeadora de la Cuarta Transformación, la analista preferida por Carmen Aristegui, pone un mensaje de crítica hacia el presidente López Obrador, en el que señala que no entiende por qué el presidente prefiere programas como “Sembrando Vida” que solo sirve para “paliar la pobreza”. Cierra su tuit señalando que la visión de López Obrador no va más allá de Macuspana.
En el texto, se lee también que ella preferiría un México donde abundaran los innovadores, ingenieros y programadores. Un país de “gente bonita” “Totalmente Palacio”. A ellos son a quienes debería apoyar el gobierno y no al campesinado y a los segmentos sociales menos favorecidos, que a final de cuentas, se parecen todos a Macuspana, Tabasco.
La señora Dresser, casada en el pasado con un canadiense y admiradora del bienestar que se vive en ese país del norte, no puede entender de necesidades urgentes del pueblo. No entiende de hambre acumulada. De desigualdad acentuada durante el periodo neoliberal. Para ella, esos millones de mexicanos no deberían significar problema alguno para el gobierno. Han sido los olvidados de siempre y no tienen por qué salir de esa condición.
Hoy en su columna de El Financiero y en su portal Eje Central, Raymundo Riva Palacio dice más o menos lo mismo que Dresser. Los programas sociales que impulsa la Cuarta Transformación, al ser temporales en su primera etapa, no tienen un peso específico real, en lo que corresponde a la creación de empleos. Nos dice que empresas transnacionales como la Ford, sí contribuyen a la creación de empleos permanentes.
Pero olvida que el hambre en el sur del país también es real y de que requiere atención inmediata. Es muy fácil hablar de empleos fijos y temporales, cuando la mesa en casa está bien servida tres veces al día y hay lujos en exceso de manera permanente.
Los programas sociales llevan un poco de bienestar a quienes menos tienen. Son proyectos sociales de aplicación inmediata y pueden perfeccionarse en el corto plazo para darles carácter permanente.
Pero a los periodistas conservadores poco importan las necesidades de la gente. Les molesta todo lo que huela a pueblo.
Por último, está el caso de Carmen Aristegui. Una golpeadora más en contra del gobierno del presidente López Obrador, que cuenta con el respaldo de medios de comunicación en la Unión Americana.
La agencia de noticias Reuters, califica al programa de Aristegui, como uno de los medios de comunicación más confiables en México. Y Aristegui echa las campanas al vuelo por tal distinción.
Aquí el problema está en que está periodista ha golpeado de manera permanente a Notimex, agencia de noticias mexicana.
Se sabe que a las agencias internacionales, les estorba Notimex, en lo que corresponde al mercado de la información. La idea de reimpulsar a la agencia del Estado les molesta.
Los intentos de Aristegui por desacreditar a Notimex han sido permanentes. Y al mismo tiempo, su dependencia de la información que le proporcionan agencias extranjeras, evidente.
Decir Aristegui en la actualidad, es hablar de la línea editorial de CNN, para quien también trabaja.
Poner lo nacional por debajo de los intereses extranjeros es bastante criticable.
Creer que realmente el portal Aristegui es un medio confiable en México, por el hecho de que lo dice Reuters, resulta risible.
Basta con ver que hasta el día de hoy, sigue circulando la etiqueta en Twitter #ApagaAristegui, para tener presente que buena parte de la sociedad mexicana, no comparte la opinión de esa agencia extranjera.
Pero así van la prensa y los periodistas afines al neoliberalismo en este momento.
Evidenciando sus limitaciones personales y profesionales, de manera permanente.
Por eso pierden credibilidad a diario.
Malthus Gamba